Las empresas estadounidenses agregaron 263.000 empleos en abril, lo que indica que han dejado atrás temores previos de que la economía pudiera desacelerarse este año y anticipan una fuerte demanda de los consumidores.
La tasa de desempleo cayó a su nivel más bajo en cinco décadas, 3,6%, de 3,8%, aunque esa baja reflejó en parte un incremento en el número de personas que han dejado de buscar trabajo. La paga horaria promedio subió 3,2% comparada con un año atrás, un sólido incremento, aunque sin cambios respecto al mes previo.
El reporte de empleos el viernes por el Departamento de Trabajo mostró que el sostenido crecimiento económico sigue alentando contrataciones casi una década desde el fin de la Gran Recesión. La expansión económica se encamina a convertirse en julio en la más larga de la historia.
Muchos negocios dicen que están pasando trabajos para encontrar trabajadores. Algunos han dado diversos pasos para cubrir vacantes, incluyendo entrenar a más trabajadores de nivel básico, aflojar los requerimientos educacionales y elevar la paga.
El panorama representa una clara mejora respecto al inicio del año. Entonces, el gobierno estaba en un cierre parcial, la bolsa de valores se había desplomado, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China estaban en un punto álgido y la Reserva Federal acababa de elevar las tasas de interés a corto plazo por cuarta vez en el 2018. Muchos analistas temían que la economía apenas se expandiría en el primer trimestre.
Pero el panorama mejoró pronto. El jefe de la Fed Jerome Powell indicó que dejaría en suspenso más alzas. Las negociaciones comerciales con China lograron algunos progresos. La situación en otras economías mejoró. Los precios de las acciones se recuperaron.
Y al final, el gobierno reportó que la economía estadounidense creció a una tasa anual de 3,2% en el período enero-marzo, la mejor para un primer trimestre desde el 2015.
Hay que apuntar, no obstante, que ese crecimiento fue encabezado por factores que pudieran resultar temporales _ reabastecimiento de inventarios en almacenes y estantes de tiendas y una reducción del déficit comercial estadounidense. En contraste, los gastos del consumidor y las inversiones empresariales, que reflejan más acertadamente la fuerza de la economía, fueron relativamente débiles.