Estado y Vendimia: arquitectura efímera a mediados del siglo XX

Estado y Vendimia: arquitectura efímera a mediados del siglo XX
Estado y Vendimia: arquitectura efímera a mediados del siglo XX

La Fiesta de la Vendimia, como fiesta del trabajo y la producción apoyada en la belleza femenina, ha marcado históricamente valores promovidos desde las esferas oficiales, funcionando dentro de una amplia y compleja red de preceptos culturales y de poder. En los más variados contextos políticos y sociales, tanto la Fiesta como sus múltiples formas materiales (carros y escenarios vendimiales) han posibilitado la reproducción de una serie de representaciones, relacionando la elección de una reina con aspectos marcadamente políticos.

En este contexto, la arquitectura efímera construida para la Fiesta, cuyo ejemplo más relevante son los escenarios diseñados para del Acto Central, es por su condición transitoria, una de las más interesantes oportunidades de experimentación formal y técnica para sus creadores y a la vez, un medio eficaz de difusión de la amplia gama de representaciones vinculadas a la política.

Promediando el siglo XX, y mucho antes que los concursos para la escenografía central se institucionalizaran, estas manifestaciones técnicas y artísticas, se proyectaban dentro de las oficinas técnicas del Estado provincial, siendo profesionales del ámbito de la Arquitectura sus hacedores.

El ciclo conservador

En 1936, el decreto provincial Nº 87 institucionalizó la primera Fiesta de la Vendimia, gestada por el gobernador Guillermo Cano y su ministro, Frank Romero Day. Se previó que cada año en la época de la cosecha, se realizara esta celebración como homenaje a los forjadores de la riqueza vitivinícola de la provincia.

Dos años más tarde de aquel Decreto, se realizó la primera Bendición de los Frutos. Conjuntamente y después de más de cuarenta años sin exposiciones en la provincia, se realizó la primera muestra de productos e industrias de Mendoza. En 1939, se sumó al programa de festejos la primera Vía Blanca de las Reinas, con el nombre de Corso de los Carros Alegóricos, y el Carrusel, traspasó los límites del Parque General San Martín para ganar las calles de la ciudad.

Desde la Dirección de Arquitectura de la provincia comandada por Manuel Civit (1936-1939), Arturo Civit (1939-1941) y Edward Weyland (1942-1945 c), se diseñaron los escenarios para las distintas actividades, que incluyeron el uso de elementos tradicionales vinculados al universo simbólico del trabajo.

El diseño de escenarios vendimiales se incorporaba así al quehacer de los arquitectos que formaban parte de las oficinas técnicas en Mendoza. Muchos de estos autores, tuvieron además un importante papel en la formación de artistas y técnicos tanto en la Academia Provincial de Bellas Artes, como más tarde en la carrera de Diseño y en la Facultad de Arquitectura (sede San Juan) de la UNCuyo.

Para la concreción de estos espacios de celebración, los diseñadores utilizaron figuras como vendimiadoras y agricultores; herramientas, enseres y elementos de trabajo rural relacionados a la estética vendimial y al agua como testigo del paisaje cultural desarrollado en un contexto desértico. Los escenarios comenzaron a ser, paulatinamente, espacios de experimentación formal y técnica que incorporaron lenguaje pintoresquista o racionalista, en consonancia con las estéticas utilizadas en la producción de la vasta arquitectura pública del período en la provincia y el resto del país. Una de esas experimentaciones se produjo en 1940, cuando se instaló un escenario flotante en el interior del Lago del Parque General San Martín.

Otro de los hitos de este período fue la planificación de lo que hoy conocemos como teatro griego Frank Romero Day. Este espacio fue diseñado por el arquitecto Daniel Ramos Correas, por entonces director de Parques, Calles y Paseos de la provincia, bajo la ladera oeste del Cerro de la Gloria en una ondanada natural. Este gran teatro al aire libre sería, a partir de 1963, la sede del Acto Central de la Fiesta de la Vendimia.

La celebración de la Vendimia se promovía en los años ´40, en el marco de fuertes políticas regulatorias, que buscaban otorgar un orden necesario a la producción de uvas y vinos. Un hecho significativo que muestra materialmente esas políticas, se explicitó en el marco de la Fiesta cuando en 1941, la Junta Reguladora de Vinos erigió para adornar el Carrusel y la Vía Blanca, en la intersección de las calles Emilio Civit y Paso de los Andes, un Arco de Constantino, construido y montado íntegramente por alumnos de la Academia Provincial de Bellas Artes.

La Fiesta fue concebida como parte de una política naciente en la provincia que vinculaba turismo y producción: el ideario político del ciclo conservador buscó, a través de la institucionalización de la celebración vendimial, exaltar a la uva, al vino y a la belleza de Mendoza.

El significado de la Fiesta estuvo apoyado para los gobernantes en la fe en el trabajo, en la belleza de la acción, en la alegría del descanso y el esfuerzo, toda una conjunción de aptitudes que Mendoza ofrecía y mostraba a través de la festividad y sus materializaciones a sus habitantes.

Los años peronistas

El pleno empleo, el aumento de los salarios reales y un gobierno popular industrialista son las marcas que en la memoria colectiva caracterizan a los años peronistas; sin embargo, durante sus casi diez años de gobierno, el peronismo fue modificando sus estrategias económicas. Así se pasó a privilegiar la estabilidad por sobre la expansión, la agricultura sobre la industria, la iniciativa privada y el capital extranjero por sobre el crecimiento del sector público.  En este marco, el lugar de Mendoza en el contexto nacional, su prominente economía regional, su posición estratégica y la disponibilidad de recursos energéticos hicieron que la provincia cobrara interés en el proyecto político peronista.

Es posible pensar entonces, que la Fiesta de la Vendimia fue, como tantos otros, un escenario para mostrar conquistas políticas, económicas y sociales.

A partir de la década del '50, se incorporó en las escenografías de la Fiesta el uso de las grandes proporciones, recurso que sigue utilizándose en la actualidad. Son representativos de este momento, los escenarios de los años 1951, 1952 y 1953, diseñados por el arquitecto Aniceto Puig, luego director de Obras de la UNCuyo, en su paso por la Dirección de Arquitectura.

Los proyectistas comenzaron a tomar decisiones plásticas más alejadas del lenguaje simbólico tradicional, aunque apelando a elementos identitarios locales, para incorporar otro simbolismo: el de la arquitectura moderna. Basada en elementos geométricos simples, esta forma de hacer arquitectura, está ligada al rechazo del ornamento; a la búsqueda en la simplificación de las formas y eliminación de detalles, y la promoción de las expresiones formales que dejaban ver la organización estructural de la edificación.

Los escenarios -que sirvieron como soporte material de los aspectos ideológicos-, paralelamente, se convirtieron en la mejor difusión de la vanguardia moderna, que ya había comenzado a modificar el paisaje y las formas del habitar en el país.

La Fiesta formó parte del fuerte uso de la propaganda que caracterizó al peronismo, apoyada en la creación, difusión e internalización de fechas y eventos conmemorativos, tomando una amplia variedad de materiales significantes como eslóganes, publicaciones, actos masivos y también, a la arquitectura.

Vendimia y arquitectura

La arquitectura efímera, aunque provisional, se constituye como una forma simbólica que porta, de distintas maneras, las huellas de las condiciones sociales de su producción.

En el seno de contextos y procesos históricamente específicos y estructurados socialmente como, por ejemplo, los que emergieron de las políticas conservadoras o peronistas, resulta notable la efectividad que condensaron los mensajes oficiales con el uso de diversas estrategias materiales.

Las ideas-fuerza sobre el trabajo, la producción y el progreso en cada momento político, encontraron su correlato en las formas materiales de la Vendimia.

Los escenarios sirvieron como soporte formal de los aspectos ideológicos, al tiempo que se convirtieron en grandes difusores de la Arquitectura.

El primer concurso para el palco de la Vendimia

En 1954, y por decreto provincial, se dispuso la realización del primer concurso para la erección del Palco de la Vendimia. Las propuestas presentadas fueron siete. El jurado constituido por representantes del gobierno provincial y de diversas asociaciones profesionales determinó el siguiente orden de mérito para los diseños presentados por arquitectos: Raúl Panelo Gelly, el primer puesto; para Ricardo Perotti, el segundo lugar, y en tercer término quedó la propuesta de Lino Martinelli y Alfredo Bernasconi. Los premios otorgados fueron de $ 12.000, $ 8.000 y $ 5.000, respectivamente.

La Fiesta reconstruyó desde la historia de la conquista, hasta las luchas por la independencia de todo el continente americano.

El mismo escenario se utilizó días después para la realización del "Gran Retablo Folclórico Cuyano", un importante espectáculo organizado también por el gobierno provincial.

En 1955, el diseño del escenario principal de la Fiesta de la Vendimia, volvió al ámbito de las oficinas públicas y fue realizado por Aniceto Puig.

Aniceto Puig (Mendoza, 1920- 2006)

Puig, estudió arquitectura en la Escuela de Arquitectura del Litorial, donde se graduó en 1944. Instalado nuevamente en Mendoza, comenzó a desarrollar una extensa y fructífera labor profesional alternando cargos públicos, obras privadas y actividad gremial.

Entre 1944 y 1960, fue técnico en la Dirección Provincial de Arquitectura, agencia estatal de la que llegó a ser director en 1952. Su primer trabajo en la repartición fue el proyecto para la comisaría de Uspallata, luego vinieron la escuela Iselín en San Rafael y la Biblioteca San Martín, ambas en 1950; las escuelas Amador Rodríguez en Santa Rosa (1950 c), Mariano Moreno en Mendoza (1954c) y  Tomás Prisco en Junín (1960c), entre otras.

Proyectó también los escenarios del Acto Central de la Fiesta de la Vendimia de los años 1951, 1952, 1953 y 1955, propuestas efímeras que a partir de esos años fueron aumentando la escala de resolución y optando por recursos plásticos que incorporaron el lenguaje de la arquitectura moderna a través de elementos geométricos, alejados de lo alegórico.

Fue también docente de las nniversidades Nacional de Cuyo, de Mendoza y Tecnológica Nacional. Se desempeñó también como profesor en la Academia Provincial de Bellas Artes e integró diversas asociaciones profesionales.

Junto al arquitecto Manuel Berti diseñó el edificio para la Universidad Tecnológica Nacional, sede Mendoza hacia 1964. Pero probablemente, el rol más saliente desempeñado por Puig fue como Director de Construcciones Universitarias de la Universidad Nacional de Cuyo, cargo obtenido por concurso hacia 1960, en el que permaneció más de treinta y cinco años.

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