El Estado como demandante de créditos

En los últimos tiempos aumentó considerablemente la participación de la banca pública en relación a la privada, factor poco propicio para la economía.

El Estado como demandante de créditos

La crisis de 2001/02, centrada en el sistema financiero bancario, produjo efectos devastadores sobre el mismo. Si bien luego de un tiempo los bancos se fueron recuperando y lentamente la gente volvió a ellos con sus ahorros, el sistema se redujo considerablemente. Hacia finales de los '90 los activos del sistema financiero llegaban a 52% del Producto Bruto Interno (PBI), mientras que en los últimos años rondan el 32%.

A su vez por efecto de la crisis citada y por la política económica aplicada en la última década, aumentó ostensiblemente la participación de la banca pública en relación a la privada. Esto ocurre tanto por el lado de los depósitos como de los préstamos. En el primer caso, la situación se explica por el enorme crecimiento de los ingresos fiscales; en el segundo, por el aumento de las necesidades de financiamiento de todas las jurisdicciones del Estado.

Los depósitos del sector público representan un tercio de los depósitos totales y si bien los préstamos propiamente dichos son un porcentaje bajo, cuando se incluyen los bonos del gobierno en poder de los bancos, el Estado se lleva más de un tercio. En otras palabras el Estado se lleva como préstamos o bonos, un poco más de los pesos que deposita.

En este contexto hay que poner el éxito de YPF y de los bonos provinciales. Es que siendo el volumen de crédito siempre limitado, dependiendo del ahorro de las empresas y personas, los pesos que se lleva el sector público no están disponibles para el sector privado, del cual se escucha a diario las quejas por falta de crédito.

Esta situación se conoce en Economía como "efecto desplazamiento"; el sector público desplaza al privado en el mercado de crédito, especialmente a las pymes. Algunos números son elocuentes: en cuatro meses YPF ha colocado deuda en el mercado interno por casi 10.000 millones de pesos, de los cuales algo de la mitad de esos fondos los ha aportado la Anses, que no puede pagar lo que debe a los jubilados.

Por cierto, para los inversores financieros es más rentable y práctico prestar dinero a la petrolera estatal y a las provincias, que a las empresas privadas, donde hay más riesgo. El Banco de la Nación tiene cedidos al sector público unos $ 30.000 millones y tiene en cartera unos $ 60.000 millones en títulos públicos.

Cabe preguntarse si esta enorme masa de financiamiento no produciría mejores resultados, para la economía y el bienestar de la población, si se destinaran al área privada. Hay que agregar un elemento más que es el efecto sobre las tasas de interés: tanto YPF como las provincias están pagando tasas de alrededor del 20% y empujan las tasas hacia arriba, situación reconocida por las propias autoridades de la compañía.

Por último, en toda esta situación, negativa para la economía en general, hay una paradoja resultante de la desacertada política del gobierno. Tanto por efecto del default como del cepo cambiario, el país no tiene acceso al crédito internacional en circunstancia de enorme liquidez y muy bajas tasas de interés.

En situaciones como éstas, son las grandes empresas del tipo de YPF, las provincias y el Estado nacional quienes podrían financiarse en el exterior y no desplazar al sector privado que tendría más crédito y más barato. Realmente estamos en el "mundo del revés", como dice la canción.

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