Días atrás el Concejo Deliberante de la Ciudad de Mendoza aprobó una ordenanza que autoriza los estacionamientos subterráneos bajo espacio público en esa jurisdicción. Si bien aparece como una solución al problema real del estacionamiento en el centro de Mendoza, resulta una solución parcial que no responde al problema de fondo.
El colapso vehicular es uno de los problemas más acuciantes del área metropolitana de Mendoza como lo evidencia el Plan Municipal de Ordenamiento Territorial de la Ciudad de Mendoza que plantea la necesidad de incentivar el transporte público, mejorar la conectividad y la accesibilidad y desalentar el uso de vehículos particulares. Estos son los pilares sobre los que se estructura el urbanismo actual. El plan propone proyectos tales como las mencionadas playas y estaciones de transferencia multimodales para resolver el problema, pero no se proponen dentro de un plan de movilidad integral, no establece su ubicación y por lo tanto no parecen responder a las necesidades evidenciadas en el plan.
Desarrollar una política en este sentido debería desalentar el ingreso del automóvil a los grandes centros urbanos en lugar de generar nuevos espacios donde almacenarlos. Igualmente debería desarrollar las medidas a escala metropolitana, no de un departamento, especialmente porque Mendoza es el municipio donde confluyen todos los desplazamientos del Gran Mendoza, al que se le siguen agregando funciones en lugar de desarrollar propuestas de descentralización de actividades y de potenciación de otros núcleos urbanos.
Para aportar al funcionamiento de la ciudad, las playas de estacionamiento deberían estar atadas a un plan integral de transporte multimodal y a estaciones de transferencia. Un sistema de transporte multimodal incluye trenes, tranvías, ómnibus y automóviles que transfieren pasajeros en polos multimodales equipados con estacionamiento. Las playas de estacionamientos igualmente deberían estar atadas a un plan de jerarquización vial de vehículos particulares. Si bien el Plan de Ordenamiento menciona algunas de estas intenciones, no especifica cómo se llevarían a cabo estos proyectos y si realmente estarán vinculados. Al respecto, el pliego de licitación para la construcción de las playas de estacionamiento subterráneas indica un área de exclusión para la construcción de estas playas en el microcentro, pero establece que el área a concesionar será definida por cada proponente en la documentación que integre su oferta para la licitación.
Algún comentario deja entrever una posible localización en el predio de la ex Estación Mendoza. Si bien esta opción en sí no debería ser problemática, sí puede serlo la manera en que se ejecute. Este es el último gran espacio público libre de la ciudad y sobre el que se han depositado todas las aspiraciones para realizar un proyecto de desarrollo urbano innovador en cuanto a espacio público, fraccionamiento de la tierra, consideración del patrimonio y relación con el transporte público. Sería lamentable perder esta oportunidad única en pos de intereses particulares, así como lo sería ver construidas playas de estacionamiento desvinculadas de un plan de movilidad integral que simplemente cumplan la función de atraer más autos al centro de la ciudad.