El turismo vira su mirada hacia la experiencia, y en este sentido tomar contacto con los orígenes del lugar que se visita no sólo permite tener un mapa del pasado sino del presente y de cómo los vaivenes históricos modificaron el ambiente social y conformaron la cultura actual. El sur del país tiene sus relatos a la vista, una posibilidad extraordinaria para los viajeros inquietos que buscan exprimir al máximo cada destino.
Así en los alrededores de Esquel, la comunidad mapuche-tehuelche de Nahuel Pan; los pobladores del Alto Río Percy, con toda su impronta de carreros; y los inmigrantes galeses, que fueron pioneros en radicarse en la provincia de Chubut y en aprender a convivir con los pobladores originarios, permiten disfrutar de un turismo distinto en medio del paisaje cordillerano.
Cuestión de identidad
Se parte de la estación Esquel del Viejo Expreso Patagónico, también conocido como La Trochita, para recorrer 18 de los 400 kilómetros de la traza original de este tren de trocha angosta. A poco, la transformación del paisaje, del valle hacia la estepa, los cinco sentidos se alertan y la ansiedad se apodera del viajero ante lo que tiene para ofrecer la comunidad de Nahuel Pan. Es el destino final del recorrido, allí viven una veintena de familias de origen mapuche-Tehuelche. La recepción es en la Feria Tokom Tobayiñ, que significa “juntos podemos” en referencia al trabajo comunitario, toda una puesta en común de costumbres, vestimenta, instrumentos y creaciones artísticas.
A la hora de almorzar nada mejor que un un exquisito chivo alrededor de un fogón conversando con integrantes de la comunidad. La excursión continúa con un paseo a caballo con un guía baqueano que explica las características de la flora, fauna y geología del entorno.
Vale la pena reservarse una media hora para conocer la Casa de las Artesanías y el Museo de Culturas Originarias, donde los anfitriones también son residentes de Nahuel Pan. Allí exponen trabajos de arte textil, platería, alfarería y la historia de la bandera mapuche-Tehuelche. El regreso puede ser nuevamente en La Trochita o en un vehículo de turismo.
Carreros patagónicos
Recientemente también se ha implementado la excursión al Alto Río Percy, nombre de una sencilla comunidad campesina a orillas del río identificada con el trabajo de los carreros, familias cuyo principal sustento durante casi todo el siglo XX fue la extracción de leña del bosque y su traslado a Esquel.
El paseo comienza con un trekking a Piedra de la Aguja conducido por un joven del lugar que es intérprete de senderos. Nadie mejor que él para acompañar la caminata de casi dos horas con anécdotas de sus antepasados ligadas a la cultura y al trabajo, en un escenario donde conviven el bosque andino y la estepa patagónica, con vistas panorámicas al Parque Nacional Los Alerces, el cerro La Hoya y la ciudad de Esquel. Un valor agregado tiene que ver con el diseño circular del sendero, de modo que no se pasa dos veces por el mismo lugar.
Tras el esfuerzo físico nada mejor que compartir una comida típica: locro carrero o estofado de liebre, por ejemplo. Después de la sobremesa, los visitantes se apuran a demostrar su fuerza. Tras las instrucciones de un carrero experimentado que muestra cómo pueden guiar sólo con una caña a dos bueyes de más de 500 kilos cada uno. Así, los valientes pueden tomar su puesto y vivenciar de qué se trata este oficio que demanda destreza y vigor. Allí se aprende que lauras y ñires son de lo mejor que el bosque ofrece como combustible, y que cada verano se celebra la fiesta del Carrero en honor a los esforzados trabajadores que podían demorar hasta dos días en llevar la pesada carga de leña, bajo la nieve, hasta Esquel. Al caer la tarde las melodías camperas se apoderan del ambiente y dejan un buen recuerdo en el viajero.
Galeses cordilleranos
Desde la costa atlántica fueron internándose en la Patagonia en búsqueda de agua, así se instalaron las primeras familias galesas en el “Valle Hermoso”, donde sembraron trigo y construyeron varios molinos harineros. Las anécdotas son infinitas, pero una de las más emblemáticas tiene que ver con el largo recorrido en carromatos de aquellos pioneros, cuando a la entrada de lo que hoy es Esquel quedaron encajados en un arroyo y fue un grupo de tehuelches el que los rescató. Otra, recuerda cuando en diciembre de 1865 recibieron una carta del cacique Antonio donde reivindicaba la posesión de las tierras pero veía con beneplácito que fueran ocupadas por un pueblo pacífico como el galés. E
n efecto, si bien no faltaron tensiones ni penurias, los galeses de entonces eran los indígenas de las islas británicas y de allí se origina su respeto por los patagónicos, sus ideas colectivistas y su apuesta por el trabajo comunitario. Esta prematura convivencia también quedó registrada en los mapas más antiguos de la zona: están en idioma galés pero los elementos geográficos fueron registrados con nombres tehuelches.
A casi 150 años de aquella infinita aventura (en 1865 llegaron los primeros galeses a la costa patagónica), un aire de nostalgia aún se respira en la capilla galesa Seion, en el centro de Esquel. Si bien ya no se realizan ceremonias religiosas, sus muros son hoy un museo, una escuela de idioma galés y un centro de exposiciones. Allí, en el salón de usos múltiples de la Asociación Galesa, se realizan encuentros musicales con obras populares del siglo XIX y los miércoles y sábados pueden disfrutarse los ensayos del coro local. Para tener en cuenta: el 31 de enero de 2015 la capilla cumple 100 años y se realizará un Cymamfa Ganu (canto comunitario en galés a cuatro voces).
Si de cultura galesa se trata, nada mejor que la hora del té encuentre a los visitantes en la vecina ciudad de Trevelin: torta negra, scones, panes y dulces caseros son algunos de los sabores que se despliegan en mesas servidas sin ningún detalle librado al azar. Se trata de uno de los rituales propios de la actividad social de la comunidad de los pioneros que, tras los oficios religiosos, se reunían para debatir y resolver los problemas que hubieran surgido en la comunidad así como ponerse al día con nacimientos, noviazgos y bodas alrededor de la exquisita infusión y la gastronomía casera. En la actualidad las casas de té más concurridas en Trevelin son Nain Maggie y La Mutisia.
También vale la pena visitar el Museo-molino Nant Fach, nombre galés que significa “arroyo chico”, legado de Thomas Dalar Evans, quien llegó al valle en 1894. Actualmente está a cargo de Mervin Evans, bisnieto de aquél. La casa de troncos, el arroyo, el estanque y el puente transportan a principios de siglo, cuando el molino comenzó a girar su inmensa rueda hidráulica. Pero además es posible descubrir cómo era el arduo trabajo agrícola y la vida familiar en Trevelin, que significa precisamente “Pueblo del Molino”.
Para tener en cuenta: ya se organizan eventos y festejos especiales para conmemorar los 150 años de la llegada de los galeses a la Patagonia, que se cumplen este año. Desde enero se inaugurará una Exposición permanente de la Asociación Galesa donde se recreará el ámbito de una vivienda típica, entre otros atractivos, en el Centro Cultural Melipal. En febrero se realizará un Ascenso al famoso Trono de las Nubes (Gorsedd y Cwmwl). Y del 27 de febrero al 1° de marzo se realizará el IV Encuentro Patagonia Céltica, un evento abierto en el que los protagonistas son artistas de ascendencia celta (galeses, irlandeses, escoceses, gallegos) con el fin de preservar la cultura de sus raíces.
Más información
Alojamiento: Esquel cuenta con hoteles de todas las categorías, hosterías, cabañas, apart, posadas, departamentos y casas para alquilar y campings. Consultar en: www.esquel.gov.ar/turismo/dondedormir.php
Molino Museo Nant Fach: RN 259 Km 56.
Nain Maggie: Perito Moreno 179, Trevelin.
La Mutisia: San Martín 170, Trevelin.
Para conocer las actividades por los 150 años de los galeses consultar en: www.patagonia2015.com
Otros datos: www.esquel.gov.ar