La espontaneidad de Francisco, problema para sus guardias

Rompe con frecuencia el protocolo para saludar a los fieles. Una riesgosa práctica que pone a prueba su seguridad personal.

La espontaneidad de Francisco, problema para sus guardias
La espontaneidad de Francisco, problema para sus guardias

La espontaneidad del Papa argentino Francisco, que se salta con frecuencia el protocolo para saludar a los fieles o besar a un bebé (ver pág. 3), supone un reto y un quebradero de cabeza para sus servicios de seguridad. "El papa Francisco no decepciona a sus admiradores. Se dirige a pie a la multitud que le espera en las barreras del Vaticano. Los servicios de seguridad están al borde de un ataque de nervios pero la multitud está entusiasmada", explica el periódico italiano ?Il Fatto quotidiano', recordando una misa en los primeros días del pontificado.

La célebre Guardia Suiza y la Gendarmería del Vaticano, que se ocupan de la seguridad de los pontífices, tendrán que acostumbrarse: el primer Papa latinoamericano de la historia reafirmó desde su primer día su voluntad de seguir siendo espontáneo y se niega a "encerrarse" entre sus guardaespaldas para estar cerca de la gente.

Preguntado por su seguridad, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, explicó que no se pueden imponer medidas de seguridad a un Papa.

"Hay que respetar el estilo personal de cada Papa. Los responsables de la seguridad saben que no son ellos los que deciden sino el Papa, y que tienen que adaptarse", explicó Lombardi, jesuita como el nuevo Pontífice.

La responsabilidad de la seguridad de los Papas está en manos de cerca de 100 guardias suizos, el "ejército" de los pontífices, con el apoyo de 100 gendarmes del Vaticano y 140 policías italianos.

La dificultad para los servicios de seguridad es encontrar un equilibrio entre la protección y la libertad de movimientos para que el Papa pueda estar en contacto con la gente.

El problema es incluso mayor teniendo en cuenta que el Papa se mueve con frecuencia en lugares abiertos, empezando por la inmensa plaza de San Pedro con capacidad para 250.000 personas, donde tuvieron lugar varios incidentes en la historia reciente.

El más grave fue el atentado cometido contra Juan Pablo II en 1981, cuando el turco Mehmet Alí Agca, que se había mezclado con la muchedumbre, le disparó y le hirió levemente.

Al Papa polaco, igual que a Francisco, también le gustaba el contacto con la gente, recordó el portavoz del Vaticano.

"Todo el mundo se acuerda de las numerosas ocasiones en las que Juan Pablo II se saltó las reglas de seguridad para poder estar con la gente, a veces poniéndose en situaciones arriesgadas o imprevisibles", dijo el portavoz del Vaticano. "Era su estilo. Los que se ocupaban de su seguridad hicieron lo que pudieron", recordó Lombardi.

Sin embargo los servicios de seguridad aprendieron la lección del ataque de 1982: desde entonces existe un papamóvil blindado con ventanas a prueba de balas y los feligreses tienen que pasar por un detector de metales antes de entrar en San Pedro. Aun así, Francisco prefirió ayer dar una vuelta por la plaza en un jeep totalmente descubierto.

En junio de 2007, un alemán se abalanzó contra el papamóvil de Benedicto XVI en la plaza San Pedro y en 2009, en la misa de Navidad, una mujer se precipitó sobre el Papa y le hizo caer al suelo en la Basílica de San Pedro.

Estos incidentes llevaron a aumentar los agentes de seguridad en las grandes ocasiones y la zona de seguridad alrededor del Pontífice (en la que nadie puede penetrar) es más extensa.

Para la seguridad de la multitudinaria misa inaugural del Papa, ayer en el Vaticano, las autoridades italianas desplegaron 3.000 miembros de las fuerzas de seguridad, incluyendo policías de civil dispersados entre la muchedumbre.

El dispositivo incluía tiradores de élite en los tejados, helicópteros sobre el Vaticano, embarcaciones de la policía en el río Tíber, así como la prohibición de sobrevolar la capital, convirtiendo por horas a Roma en una ciudad paralizada.

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