Esperanza de paz y unión con el Papa Francisco

El mundo se conmovió con la sorprendente designación del cardenal Jorge Bergoglio como jefe de la Iglesia Católica. Su procedencia “desde el fin del mundo”, como él mismo sugirió con su particular y sencillo estilo de vida, a pesar de las encumbradas func

Esperanza de paz y unión con el Papa Francisco
Esperanza de paz y unión con el Papa Francisco

En nuestro país, un elevado porcentaje de la población vive horas de mucha emoción y orgullo porque el Papa Francisco no es otro que un argentino tal cual todos, hijo de inmigrantes, como muchos, desbordante de entrega y necesitado de justicia, manso como cordero y fuerte como león. A la política se acercó para la crítica enérgica pero irreprochable cuando esa política no contribuyó con el bien común.

Con esos atributos, nos representa en la difícil misión que aceptó tras ser elegido por sus pares. Llega a ocupar el trono de Pedro en momentos dificilísimos para la Iglesia, golpeada por denuncias de corrupción y por innumerables muestras de inconducta con el prójimo por parte de muchos de sus miembros.

Desde el punto de vista religioso, ha pasado a ser el pastor que tiene una historia transparente y clara, que por su exposición no puede evadirse de la calumnia, pero que neutraliza cualquier agresión sobre su persona con miles de testimonios que dan cuenta al mundo de su prioritario compromiso con la gente. Sin dudas, motivará y despertará expectativas entre los hombres que, como él, pregonan por un mundo justo y digno.

Dicen los entendidos que posiblemente Francisco no tenga la envergadura teológica de Benedicto XVI ni la proyección pastoral de Juan Pablo II, pero tiene como gran virtud su enorme caudal interior basado en una vida sencilla y abnegada. Tal vez sean los requisitos que no sólo la Iglesia, sino todo el mundo están necesitando, en el presente, desde lo espiritual.

Podemos hablar de San Francisco, en cuya humildad seguramente se inspiró Bergoglio para rebautizarse. Pero hoy sólo debemos aprender a escuchar al Papa Francisco, con su mensaje de esperanza que le da sentido a la vida.

Detrás del humo blanco de la fumata del miércoles en el Vaticano, millones de personas en el mundo se ilusionaron con la aparición de una luz resplandeciente capaz de iluminar sobre las tinieblas de la mentira y la corrupción hasta los confines del mundo. Las crisis sucesivas de la Iglesia en los últimos años y la renuncia de Benedicto XVI, que gestó con su histórica decisión las condiciones para que una profunda renovación sea posible, derivaron en esta especial elección papal. Y esa luz que se quiere que ilumine en todas las direcciones pretende ser encendida por el argentino Bergoglio.

La constante prédica por la tolerancia en el disenso y la pacificación que el flamante Papa pregonó permanentemente en la Argentina se traslada a partir de ahora a un mundo convulsionado y necesitado de la autoridad de la palabra sobre la fuerza. A través de su pontificado, Francisco puede llevar a la institución que ahora gobierna a cumplir con esa noble misión.

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