El espejo es una pieza que encaja en casi cualquier espacio de la casa. Son habituales en entradas o vestíbulos y en los dormitorios, obligatorio en los baños e incluso se pueden colocar sin problemas en livings o en pasillos. Lo que ya no es tan normal es poner un espejo en la cocina. Eso es algo que a la mayoría de la gente le parecerá innecesario. Lo cierto es que entre la humedad y la grasa corren el riesgo de estar permanentemente sucios, pero tampoco puede negarse que pueden llegar a dar un toque muy especial.
Encajan perfectamente en cocinas con aire vintage, siempre que elijamos un espejo que tenga historia, de esos sin marco y con los bordes biselados o con un marco de madera clásico. Pero quedan perfectos también en cocinas más modernas.
La mayoría de la gente que opta por colocar un espejo en la cocina lo pone sobre la mesada o encima de la bacha. De esta manera se consigue reflejar la luz y lograr una zona de trabajo un poco más luminosa. También es lo más sucio, sin duda. Otra opción es posarlo sobre alguna estantería o en la zona del comedor. Siempre se conseguirá un efecto sorprendente.
Y con respecto al tipo de espejo, pueden usarse todos, aunque parezcan lujosos.