Espejitos de colores

Desde 1967, con la creación de los Nacionales, el fútbol vende una imagen de federalismo que no es tal y fomenta la brecha Buenos Aires-Interior.

Espejitos de colores

Maxi Salgado - Editor de Más Deportes msalgado@losandes.com.ar  - Twitter: @maxisalgado

Hace exactamente 50 años se crearon los torneos Nacionales y se hizo creer a los clubes del Interior que habían conseguido llegar a la panacea. Todos festejaban porque se había roto la Dictadura de la General Paz. En aquel momento, lo que no se dieron cuenta los que peleaban por esa “federalización” de las competencias era que se estaban cavando una fosa en cuanto a los competencias propias. Los porteños trasladaban al Interior un problema que los acuciaba, que era tener mucho clubes pobres y muy pocos ricos.

Se creó una división por la que se sigue luchando y es esa que te muestra clubes "provincianos del Interior (quienes la pelean día a día en sus lugares, sin grandes aspiraciones) y clubes porteños del provincianismo (son esos que se sintieron fuera y atentaron contra los intereses de su propia Liga o Federación)”, como los definió el maestro del periodismo Dante Panzeri.

Esa grieta que sigue siendo injusta a la hora de la diagramación de torneos y reparto de dinero. Desde aquel lejano 1967, los clubes del Interior comenzaron a sentirse comensales de los poderosos, pero terminaron entendiendo que en realidad eran simples invitados a los que se los quería esquilmar. Aun sin el gran socio que es hoy la televisión por los montos que maneja, lo que se buscaba en ese momento es conseguir fondos en Córdoba, Mendoza, Tucumán, para una industria que se estaba autofagocitando. Con ese chupetín que significaba jugar un par de meses con los grandes y creerse parte del festín, se demostró que se los había invitado a morir en una financiación demencial como la de quienes se creían poderosos. De hecho nunca se cambiaron las estructuras, y si se lo hacía era siempre para poner un escalón más en el camino al Olimpo que para todos es la Primera División. Y además nunca se los tomó a cordobeses, tucumanos o mendocinos (distinta fue la situación de los rosarinos) como afiliados a la AFA.

No tenían, ni tienen, entonces opciones de levantar la voz y poder aportar ideas. Hay que acatar o renunciar. Y de allí que los federales enfrenten a equipos que deben viajar miles de kilómetros y haya una misma categoría en Buenos Aires en la que los planteles pueden irse caminando a la cancha de sus rivales.

La ruleta hizo que 50 años después, los grandes volvieran a inventar un torneo en el que los grandes beneficiarios desde lo económico fueran ellos con lo que han dado en llamar la Superliga, ahora fuera de la estructura de la AFA, en lo que es casi una privatización de las competencias. El negocio desapareció y la imposición política de mantenerlo también.

Hicieron, también, la Copa Argentina, la excusa justa para volver a “exprimir” a las plazas del Interior, y para ello el reglamento habla de un partido en cancha neutral. Aunque sólo es neutral para pocos. A Pacífico lo llevaron a jugar contra Atlanta en Buenos Aires en una cancha que no tenía las condiciones. Este año el negocio se encontró con un par de "gurkas" que parece lo derribarán. Léase clubes chicos que fueron bajando a los gigantes. Por Mendoza quedan Godoy Cruz y Gimnasia.

Ya sin Boca, San Lorenzo, Racing e Independiente, el Interior seguramente le dará la espalda en las recaudaciones. A Mendoza lo "agotaron" con dos partidos seguidos de Boca y no me caben dudas de que River será la nueva figurita, si es que el Millonario no queda eliminado a la brevedad.

No sería extraño, entonces, que rápidamente se tomen medidas para que el torneo se modifique o pase al olvido como ya pasó a fines de los ‘60. A la Copa le habían otorgado una plaza a la Libertadores buscando que los grandes tuvieran dos opciones. ¿Que pasará si esa plaza se la queda este año Morón o Gimnasia de Mendoza, que todavía están en carrera? Dudo que la mantengan.

Mientras, en las provincias, los "porteños provinciales" quieren seguir aferrándose a aquel sueño y los provincianos del Interior mantienen una estructura pesadísima y cada vez más difícil de cargar.

Bienvenidos sean los clubes que se embarcan en buscar nuevos horizontes y que quieren dejar de ver la vida como el avestruz, pero es hora que entendamos que desde Santa María de los Buenos Aires desde hace 50 años nos siguen vendiendo espejitos de colores, y lo peor es que cuando nos damos cuenta nos cambian los colores y seguimos comprando.

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