Un jurado compuesto por Liliana Greco, Ana Ocáterli y Juan Bautista Correa otorgó el Premio Vendimia 2024 en el rubro cuento a El hombre y el pozo, de Enrique Souto.
El narrador y poeta fue premiado por su libro El hombre y el pozo. El autor apuesta por el humor y la variedad de géneros en el libro que fue premiado en la más reciente edición de este certamen. Aquí, uno de los cuentos ganadores.
Un jurado compuesto por Liliana Greco, Ana Ocáterli y Juan Bautista Correa otorgó el Premio Vendimia 2024 en el rubro cuento a El hombre y el pozo, de Enrique Souto.
El suyo no es un nombre tan usual en el panorama de narradores mendocinos, así que el premio bien puede servir para llegar a su obra. En una presentación personal escrita por él mismo, con suma concisión, nos dice: “Enrique Souto (Mendoza, 1976) es bibliófilo, librero e inventor de historias en forma de cuentos, novelas y unipersonales de humor y poesía. El hombre y el pozo es su primer libro publicado. Asegura que no tiene nada que ver con ese tal Tío Quique y su obra Santo Remedio”.
Dentro de la serie de entrevistas a los ganadores de ese certamen que Los Andes viene publicando, hablamos esta vez con Souto para conocer un poco más al autor y obtener detalles de la obra premiada
—¿Qué me podés anticipar sobre El hombre y el pozo?
—Son cuentos de distintos géneros. Básicamente, lo que a mí me gusta es que, más allá de una trama interesante, todos los cuentos también tengan emoción y algún mensaje que haga que el lector, después de cerrar el libro, se quede pensando en alguna temática. Todos tienen algo sorpresivo o un final inesperado. Hay un par de cuentos de humor, hay policiales, de terror, hay cuentos románticos, y también está lo autobiográfico, aunque camuflado como decía Borges. Siempre estamos escribiendo de nuestra vida, pero vestido como si fuera ficticio.
—Ya que mencionás a Borges, ¿cuáles son tus influencias o los escritores que tenés como referentes?
—Creo que tengo dos fuentes. Por un lado, el humor: Quino, Fontanarrosa, Jorge Sosa; y por otro, lo más literario: Ray Bradbury, Umberto Eco, Borges... Uno se nutre mucho de esos autores; no sé si después lo que uno escribe queda parecido, pero siempre queda algo de lo que uno se nutrió.
—¿Una vez publicado este va a ser tu primer libro?
—No, el segundo. El primero fue una novela humorística que se llama Santo remedio, aunque la publiqué con el seudónimo Tío Quique.
—¿Y qué expectativa te crea el haber obtenido el premio Vendimia con El hombre y el pozo?
—Para mí fue una alegría. Mi círculo de lectores por lo general es muy pequeño: mi familia y mis amigos. Y esto me permite extender ese círculo para lo que escribo, puedo compartir mi mensaje con más personas.
El hombre y el pozo
por Enrique Souto
Cuando los astros dejaron de cortar el cielo y las estaciones dejaron de envejecer, el hombre entendió que alguna vez había sido todos los hombres, que su época era todas las épocas.
Puso a su espalda el desierto, aquel desierto con millares de personas, aquél entre cuyas calles le habían robado el tesoro de la soledad sin haberle dejado en la mano más que unas monedas falsas de compañía. Le habían robado el silencio, o se lo pagaron con palabras sin sustancia, cáscara estéril y seca, que dejó caer en yermos olvidados para no desperdiciar campos fértiles.
Se alejó de los caminos comprobados y desconfió de los vientos favorables. Se arriesgó en los senderos vislumbrados de la noche para que los caminos se movieran, se enredaran y desaparecieran, la estabilidad fue su enemiga. Y cuando vio las cimas, sintió hambre de su soledad y sed de su silencio.
El pozo de agua estaba, sin embargo, todavía en la planicie.
-¿De dónde vienes? -preguntó el pozo.
-Del desierto -respondió el hombre. -Un desierto con millones de personas. Un día, al probar el agua por primera vez, descubrí que había tenido sed toda mi vida.
Después de eso, el hombre hizo silencio para beber y el pozo habló.
-Anda, lleva de mi agua a otros hombres. Ellos, al beber, van a descubrir el agua y la sed al mismo tiempo. Y buscando pozos de agua, te van a buscar, porque les diste el agua y ellos van a creer que eres un pozo.
El hombre se sorprendió al escuchar las palabras del pozo.
-Si yo soy sólo un hombre, ¿cómo es posible que ellos me confundan con un pozo de agua?
Y el pozo respondió.
-Yo era sólo un hombre, hasta que bebiste.