Hasta hace un tiempo era común, cuando a alguien se le habían terminado las palabras en una enumeración, concluir con un 'etcétera', sobre todo teniendo en cuenta que esta palabra significa "y las demás cosas".
Antes, al terminar una frase que podría seguir, se utilizaba la expresión "etcétera". Hoy, eso se ha sustituido por la más ambigua: "y bueno, nada...".
Hasta hace un tiempo era común, cuando a alguien se le habían terminado las palabras en una enumeración, concluir con un 'etcétera', sobre todo teniendo en cuenta que esta palabra significa "y las demás cosas".
Hoy, en cambio, el modo de cerrar una oración, porque no se sabe cómo seguir, es usar la expresión "y... nada" o su equivalente "y bueno...nada"; esta pobreza de vocabulario es común a jóvenes y a adultos que pretenden imitarlos.
Pero, ¿qué se entiende por 'nada'?
El primer concepto que nos da el diccionario es "inexistencia total y absoluta de todo ser". Conforme a esta definición, no tendría sentido coordinar las ideas anteriores que ha enunciado el hablante, con un “y… nada” pues estaríamos remitiendo a una inexistencia absoluta de nuevas ideas.
Tampoco nos parece adecuado que la conjunción 'y' una las ideas previas con los conceptos de la segunda y tercera acepciones: "Sensación de vacío e inexistencia" y "Situación o estado de carencia absoluta". Si lo hacemos así, la conjunción, que siempre une elementos de igual valor, estaría vinculando lo ya afirmado con algo próximo, carente de significado y contenido.
Al llegar a las dos acepciones siguientes, vemos 'nada' como pronombre indefinido, neutro y singular: puede ser "ninguna cosa" o "cualquier cosa, especialmente si es poco importante": "No me aporta nada". "Se preocupa por nada". Nuevamente, descalificamos la expresión "y… nada", usada para dar por terminada una idea, porque el hablante parece minimizar lo que ya dijo y, peor aún, lo que va decir.
Lo mismo nos parece inadecuado utilizar la locución mencionada si es que vamos a asociar lo dicho con las acepciones que nos dicen “ninguna cantidad o porción”, porque lo estamos minusvalorando
Si vamos a las locuciones, nos encontramos con “ahí es nada”, que condena, por antífrasis la importancia o la cantidad de lo expresado: “Llevo publicados ocho libros sobre el tema: ¡ahí es nada!”; se puede también hacer esta ponderación usando la expresión “casi nada”. En cambio, si se desea enfatizar aquello que se niega, se usará la locución “de eso nada, monada”; con ella, se busca expresar un rechazo total a una situación.
Cuando se usa la forma “de nada”, pueden suceder dos cosas: la primera, que le demos valor de fórmula de cortesía, para responder a quien da las gracias; pero, además, como una locución adjetiva, toma el significado de “con escaso valor o de poca importancia”: “Realizó una disertación de nada”.
La locución adverbial “en nada” resulta hoy poco usada y significa “en muy poco”: “Hemos estado en nada de caer en esa trampa”. Y la palabra “nada” sola indica que nos oponemos a lo expresado o que le restamos importancia: “Nada, pago yo el consumo y no se discute”.
La Fundéu y la RAE recomiendan decir “nada más y nada menos”, en lugar de “nada más ni nada menos”; la locución da énfasis o importancia a lo que se está diciendo: “Vino a la ceremonia nada más y nada menos que el nuevo cónsul”. Se puede sustituir también por la expresión “nada menos”: “Lo hizo nada menos que el flamante director”.
Cuando destruimos todo, cuando perdemos el ánimo, si estamos extenuados o si, tratándose de la hacienda o la salud, las vemos deterioradas, usamos ‘aniquilar’, vinculado al latín “nihil ”, equivalente a “nada”. También, el término ‘nadería’ significa “tontería”; por su lado, ‘nadita’ es, en varios países americanos, una “porción muy pequeña de algo”.
Nos vamos recordando el refrán “más vale algo que nada” y tomando las palabras de Teresa de Ávila: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa”.