Diez años atrás, una armónica, un gato cuyano y un corazón lleno de sueños recalaron en la Quinta Vergara. En el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar de 2015, "Cuyanito bien plantao", una canción escrita por un artista mendocino desconocido para muchos fuera de la región, se convirtió en la única pieza argentina seleccionada entre más de 1.100 composiciones para competir en la categoría de folclore.
Ahora, diez años después, ese artista, Ricardo Dimaría, recuerda los ecos del "monstruo" chileno. Y regresa al escenario del Teatro Independencia para celebrar con un espectáculo este aniversario tan sensible para su carrera y, por qué no, para la música mendocina. La cita es este sábado 31 de mayo a las 21.30, con entradas a $10.000 en boletería y Entradaweb.com.
“La verdad que es una noche muy especial para mí y para mis compañeros también, porque hace 10 años que nació esta banda. También los músicos amigos que me acompañan están desde hace 10 años. Gracias a Dios están conmigo, y seguimos compartiendo la música y la amistad”, dice Dimaría con una emoción que atraviesa incluso el WhatsApp.
Y tiene razones de sobra. Aquel “Cuyanito” que escribió inspirado en su amigo Pablo Montivero, y cuya melodía surgió al azar de una armónica que le regaló su padre cuando tenía apenas 13 años, fue el inicio de una nueva etapa en su vida artística. El primero de sus tres discos solistas ("Argentina, Reflejo y Sol", "Argentina y el Abrazo de los Andes" y "Orquesta de los categóricos diamantes") marcó la transición desde el rock de Barbazul hacia una música de raíz.
Embed - Ricardo Dimaria, Cuyanito Bien Plantao, Festival de Viña 2015, Competencia Internacional
“Fue una canción que está en mi primer disco, que también me abrió caminos. Porque en realidad fue mi primer disco después del rock —yo venía haciendo discos con Barbazul— y fue el primer disco que hice folclórico. Así que es muy, muy representativa la canción y ese primer disco mío como solista”, confiesa.
"Cuyanito bien plantao 10 Años" no es un simple recital retrospectivo. Es una propuesta integral que combinará folclore, tango, danza, docencia, amistad y rock. Dimaría ha preparado una puesta escénica que sintetiza su vida artística, con invitados de lujo y momentos emotivos de alto impacto.
Uno de esos momentos será, sin duda, "La Chacarera de las cien armónicas", una experiencia sonora masiva que, como su nombre lo indica, reunirá a cien armónicas en escena, ejecutadas por alumnos de Dimaría, quien también es docente de música.
“Va a ser un momento muy, muy lindo, que voy a compartir con mis alumnos”, dice. “Yo soy docente de música, y vamos a hacer una chacarera con todos mis estudiantes, donde va a haber cienarmónicas tocando, con chicos del secundario, todos alumnos míos. Tiene un valor enorme”.
La orquesta base que lo acompaña desde hace una década estará presente: Víctor Silione en dirección musical y violín, Laureano Busse en guitarras, charango y coros, Mati García en percusión, y Facundo Reyes en piano. Y a ellos se suman una selección ecléctica de invitados: Meli Montenegro, Javier Romero, Matías Viñolo, Facu Fernández (de Barbazul), Seba Gullen, Ariel Benítez, Diego Jerez, entre otros. A esto se suma la participación del Ballet de Godoy Cruz, dirigido por Pili Páez.
El monstruo que aplaudió
El segundo álbum, "Argentina y el Abrazo de los Andes", fue fruto directo de su experiencia en Viña del Mar: “Conocí un montón de músicos de toda Latinoamérica. Me dio el pie para hacer ese 'Abrazo de los Andes' y un disco con músicos de toda la región. Fue, la verdad, algo muy lindo”.
En sus palabras se percibe no solo orgullo, sino también algo más profundo: la conciencia de haber tejido una red musical que trasciende fronteras.
Es que hubo un momento que sigue marcando su vida artística: aquella primera vez en la Quinta Vergara. Allí, donde “el monstruo” —como se llama al público más temido del continente— suele silbar a los argentinos antes de escucharlos, Dimaría logró una pequeña hazaña.
“Tuvimos un par de chiflidos al principio —porque siempre silban a los argentinos—, pero a los dos segundos que empezó a sonar la armónica de 'Cuyanito', la gente me transmitió lo mejor y me dio una satisfacción que pocas veces me ha pasado en la vida, en la carrera musical”, recuerda.
Ese instante, ese breve paso del prejuicio a la ovación, le confirmó que iba por el camino correcto. Desde entonces, la canción lo llevó a giras por distintos países latinoamericanos. Pero más que eso: le dio una identidad artística. “Ese recuerdo es lo mejor de toda mi carrera. Porque más allá de que —gracias a Dios— después de Viña pude tener varias giras, Viña fue el puntapié inicial... Fue el mejor de los mejores recuerdos”.
“Yo siento muchas veces que las canciones vienen del cielo, y que hay palabras que vos no entendés por qué escribiste eso. Evidentemente hay alguien que nos traza el lápiz para que escribamos algunas cosas bonitas”, nos dice, reflexionando sobre el día que compuso esta canción, que le abrió tantos caminos.