La química que destila Lisandro Aristimuño cada vez que viene a Mendoza es la que genera esa alquimia inigualable que se produce con su público. Esta vez, además, viene solo. Estará el 24 de septiembre en el Teatro Mendoza, a partir de las 21.30, presentando “SET1″, un encuentro íntimo en el que lo veremos tocando varios instrumentos (sin su banda) y versionando canciones muy conocidas de su repertorio.
La idea de hacer este unipersonal surgió a partir de sus momentos creativos durante la pandemia, en los que largos periodos de introspección y recorrido por sus temas dieron pie a lo que se verá en el escenario: canciones que representan y resumen su universo musical lúdico, revelador y ecléctico, creando en vivo bases y programaciones electrónicas junto a su voz y guitarras acústicas.
Lisandro Aristimuño acaba de llegar de España y empieza esta gira que luego de traerlo a varias provincias del interior (también están Córdoba y Santa Fe en su itinerario) continuará su destino en Montevideo y otros sitios de Latinoamérica.
La propuesta de “SET1″ invita a flotar sobre su mundo sonoro llevando los extremos al límite entre lo acústico y lo electrónico, en un show que pone de manifiesto una vez más el inmenso caudal creativo de un artista multifacético.
Su última visita se produjo durante el Festival Pura, en Potrerillos, en abril pasado, con una convocatoria de público que colmó los jardines del Hotel pese al viento zonda: el mismo al que Aristimuño le canta en “Me hice cargo de tu luz”, una bella canción dedicada a Mendoza.
En esta charla con Los Andes, el músico habla de su nueva presentación, la idea de crear este espacio íntimo y el vínculo con nuestra provincia.
-¿Volvés con un disco nuevo?
-Sí, a mi querida Mendoza, sí, siempre es un placer. Estoy presentando un concierto más que un disco. Es un formato nuevo que se llama “SET1″, un concepto que se fue generando a raíz de lo que nos pasó con la pandemia. Empecé a ir al estudio solo y a seguir trabajando y seguir haciendo lo que se podía dentro de toda esa locura que nos pasó, y se armó este proyecto. Nos dimos cuenta con mi manager, cuando él entró al estudio y me vio ahí rodeado de máquinas y guitarras jugando con mis juguetes hermosos, me dijo: “Esto es un show”. Y yo le dije: “¿Te parece?”.
-Es un cambio...
-Es que yo siempre tuve bandas muy grandes, de ocho o nueve personas, con cuerdas y demás, y de algún modo mis discos surgen un poco solos, en soledad, al principio.
-¿Cómo es eso?
-Todos mis discos, cuando los empiezo a hacer, surgen con la computadora, con máquinas y con mi guitarra acústica y mi voz. Entonces hubo mucha gente que me vio en mis principios así, de ese modo. Pero hubo otra que no pudo ver cómo era la canción de raíz y cómo se había creado. También me pareció lindo poder mostrar que las canciones solas se defienden muy bien y son grandes compañeras.
-¿Esto surgió de la pandemia, decías?
-En la pandemia me sucede eso de estar tocando en mi sillón solo, sin público, nada, y volví a tener una especie de romance con esa parte mía que por ahí la había perdido entre tanta gente y producciones. Y pensé que estaría re bueno mostrar lo íntimo y cómo se van haciendo las canciones: de a poco voy metiéndole capas y se va viendo todo el proceso de cómo la canción se empieza a armar.
-En tus discos se percibe un Lisandro íntimo, solitario, y después en el show hay una gran cantidad de músicos. Sin embargo, nunca se pierde esa sensación de intimidad.
-Bueno, ahora el proceso de “SET1″ es como eso que vos decís. Pero vas viendo cómo se va construyendo eso. Con la banda quizás era al revés: de repente era como un circo en el escenario y vas desglosando y te empezás a dar cuenta que sí, que son las canciones las que llevan el mensaje, y las que llevan lo que yo quiero decir. Ahora es al revés: el show arranca bastante tranquilo, pero la verdad es que no es tranquilo. Hicimos una gira por España, estuve tocando en Córdoba, La Plata, Rosario, en Mendoza incluso ya lo presenté. Pero ahora empezamos a encontrar otras vueltas más que están muy buenas, muy artísticas: tiene pantallas, tiene visuales, hay intervenciones de poesía. Tuve la suerte de que la actriz Mercedes Morán las interprete, entonces es como una especie de peli alucinante que se fue armando con el tiempo.
-Había entendido que “SET1″ también era un disco que había salido a partir de tus presentaciones...
-Claro, lo que pasa es que en realidad el disco salió de manera digital y es una grabación en vivo. Yo le llamo “disco nuevo” solo a los que tienen nuevas canciones. Por ahí es por eso que no se entiende. Pero en realidad es un show en vivo de canciones mías de mis discos hasta hoy, hechas en este formato.
Un amor que no se deja
-¿A qué atribuís el romance perpetuo con los mendocinos, así vengas con la Orquesta Filarmónica para la Fiesta de la Cosecha, a Potrerillos o a un teatro?
-Yo tengo un cariño muy especial por Mendoza. Es el primer lugar al que fui cuando me fui de la Patagonia, cuando terminé mi secundario. Era el año ‘97. Viví un año en Guaymallén, tengo grandes amigos como hermanos, músicos como Fernando Barrientos, gente hermosa. Tengo una relación muy especial. Yo calculo que eso se debe notar cuando uno está en el escenario. Lo de Mendoza para mí es como ir a tocar a Viedma. Incluso tuve la suerte de producir a un dúo que ya no existe más, pero que en ese momento era muy hermoso, se llamaba Choco Wang. De algún modo, al haber vivido y al haber estado ahí y haber pasado las fiestas ahí caminando por todos lados, calculo que se me debe notar un poco, porque aparte yo soy bastante transparente en los escenarios, así que se debe notar mi alegría de ir siempre.
-¿Conociste o tuviste vínculo con Marciano Cantero?
-No tuve la suerte de conocerlo. Obviamente sí de escuchar su música. Me acuerdo en Viedma de adolescente tocando canciones de los Enanitos Verdes en un fogón. Ya eran parte del repertorio clásico del rock nacional. Cuando pasan estas cosas me ponen obviamente muy triste. Son cosas que a veces no las podemos entender, y la verdad es una pena que se haya ido. Sí conozco al violero de Los Enanitos, con el que estuve un par de veces en algún asado. Lo de Marciano es una gran pérdida, fue muy chocante. Estos últimos años se han ido muchos músicos, colegas que adoramos: Palo Pandolfo, Gabo Ferro…
-Lo de Gabo te impactó especialmente.
-Sí, Gabo era mi amigo, mi hermano de la música, amigo de venir a mi casa y estar con él hasta sin guitarra, o sea, sin cantar. Eso fue re duro también para mí, y dentro de la pandemia fue como todo un caos. Pero bueno, yo sé que Gabo está por ahí, están todos por acá...
Cuarentena y transformación
-¿Cómo estás viviendo vos la salida de la pandemia?
-Con mucha paciencia. Sé que cambiaron muchas cosas. En mí hubo momentos muy difíciles de sostener porque para el que trabaja en la cultura fue muy difícil: no podíamos tocar, no podíamos seguir trabajando y nos costó muchísimo salir de esto. Pero ahora estoy muy feliz, porque gracias a todo esto surgió la idea de tocar solo. Creo que nunca me lo había imaginado. Después voy a seguir tocando con la banda, pero en este proceso de volver a cantar y de volver a estar con la gente prefería hacerlo solo. Me dio fuerza para volver a los escenarios, pero así, con la gente y nada más, sin músicos ni nada. Agradezco un montón de cosas cuando pasan, que son realmente fuertes y que te modifican. Siempre le encontrás algo bueno a todo.
-¿Y ahora qué se viene?
-Ahora se viene la gira en un montón de ciudades, no me acuerdo de todas pero sé que están Rosario, Montevideo, Bahía Blanca, Viedma, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Mar del Plata, Tandil y después salir a Paraguay y Chile. Así que hermoso, ¡a vivirla!
La ficha
Lisandro Aristimuño
Presenta “SET1″
Fecha y hora: 24 de septiembre, a las 21.30.
Lugar: Teatro Mendoza (San Juan 1427, Ciudad)
Entradas: Desde $2800 (más comisión) en Tuentrada.com.