Llega diciembre y con él, las celebraciones que acompañan el fin de un año y el comienzo de otro. Así como nos preparamos con regalos, canciones y comidas típicas, también el vocabulario da cuenta de esta época especial. Veamos algunos de estos términos, centrados en los festejos navideños.
En primer lugar, ¿qué valor posee el vocablo ‘Navidad’? El término es de origen latino, pues proviene de “nativitas”, que se traduce como “nacimiento”.
La primera acepción es, en el mundo cristiano, “festividad anual en que se conmemora el nacimiento de Jesucristo”; luego, el diccionario académico nos indica que, por extensión, lleva este nombre el “tiempo comprendido entre Nochebuena y la festividad de los Reyes Magos”; nos informa que se puede usar también en plural, con el mismo valor que en singular: “Para las Navidades cobraremos nuestro plus por el trabajo realizado”. Con estas acepciones, es preciso colocar mayúscula inicial.
Pero, además, en forma coloquial y usado en plural, ‘navidades’ puede ser equivalente a los años de edad de una persona: “Don Pedro tiene ya unas cuantas navidades sobre sus espaldas”.
El adjetivo vinculado a la Navidad es ‘navideño’ que se formó a partir del sustantivo al que se refiere y el sufijo ‘-eño’, que da idea de pertenencia o relación. El resultado debió ser ‘navidadeño’, pero por haplología (eliminación de una sílaba semejante a otra contigua de la misma palabra) se suprimió ‘-da-’ y quedó la palabra como la conocemos.
¿Y cuál es la diferencia con ‘Natividad’? Los dos vocablos, Navidad y Natividad, provienen del mismo étimo; por eso, los dos significan “nacimiento” y, por antonomasia, las Natividades se refieren a Jesucristo, a la Virgen María y a San Juan, por ser las tres que celebra el cristianismo.
Una manera de aludir a esta época del año es usar el término ‘Pascuas’, que queda definido académicamente como “tiempo desde la Natividad de Cristo hasta el día de Reyes inclusive”. Con este valor, se debe escribir el vocablo con mayúscula inicial.
La noche previa a la celebración de la Navidad se conoce como ‘Nochebuena’. Hoy se prefiere esta grafía, en una sola palabra, en lugar de ‘Noche Buena’; su plural es “Nochebuenas’. Como nombre de festividad, debe escribirse con inicial mayúscula: “Apenas pase la Nochebuena, saldremos de viaje”.
La Fundación del español urgente (Fundéu) se refiere a una costumbre instalada en la sociedad, en relación con la celebración de estas fiestas: es la de enviar tarjetas de salutación o tarjetas navideñas. Nos informa que en la vigesimotercera edición del diccionario académico se ha incluido la voz “christmas”, como extranjerismo crudo, en letra cursiva. Por calco de expresión, decimos ‘tarjeta navideña’, en lugar de “Christmas card”.
Otra palabra vinculada al tema es ‘belén’: todos sabemos que Belén, con mayúscula inicial, señala el nombre de la localidad de Palestina donde nació Cristo; pero, por metonimia y como sustantivo común, designa la representación del nacimiento de Jesucristo. Actúa como sinónimo de ‘pesebre’ o ‘portal’: “Las distintas parroquias rivalizan a ver cuál hace el belén más bonito”.
Una tradición que une la Nochebuena con la Navidad es la “misa del gallo”: se denomina así porque se celebra a medianoche del 24 de diciembre, al comenzar la jornada navideña.
Vemos en distintos centros de compras las posibilidades de permitir que los niños se fotografíen con el icónico personaje llamado “Papá Noel”; entonces, se plantea la duda de cómo formar el plural de esta denominación. Nos lo dice la Fundéu: “Su plural es ‘Papás Noel’, con plural solamente en el primer elemento y con el segundo invariable, por encontrarse en aposición”. Sin embargo, para referirse a los muñecos o a los actores disfrazados, se puede optar por la forma ‘papanoel’, en una sola palabra y con minúscula; en este caso, el plural es ‘papanoeles’.
Y cuando llega el último día del año, hablaremos de ‘Nochevieja’, definida como ‘última noche del año’. Se prefiere la escritura en una sola palabra, antes que la forma antigua ‘Noche Vieja’; su plural es ‘Nocheviejas’ y, por tratarse de un nombre de festividad, va con inicial mayúscula: “Despiden la Nochevieja con petardos y fuegos”.
Una costumbre española ligada a la Nochevieja es la de comer doce uvas; esta costumbre se arraigó en España después de una abundante cosecha de esta fruta; si se cumple con esta especie de ritual, se asegura que los días del nuevo año que está por empezar han de ser prósperos. Quien no come uvas, puede sustituirlas por otras frutas de tamaño pequeño, como pueden ser los arándanos, las moras o las frambuesas.
Ya en el nuevo año, llegamos al día 6 de enero, fecha que se conoce como “Reyes”, siempre en plural; también se llama “Epifanía”, definida como la “festividad que celebra la Iglesia católica el día 6 de enero, en conmemoración de la adoración de los Reyes Magos”. La etimología del término nos remonta al griego ἐπιφάνεια, que se traduce como “acción de mostrarse, aparición de un dios, manifestación mágica de un poder divino”. Típica de esta fecha es la ‘cabalgata de Reyes’, llevada a cabo durante la noche del 5 de enero, en vísperas de la Epifanía, para acercar a los niños los regalos característicos de esta festividad.
No podemos pasar este momento especial del año sin aludir a una costumbre bella, prolongada a lo largo de los siglos: los ‘villancicos’. El diccionario académico nos los define como “canción popular, principalmente de asunto religioso, que se canta en Navidad”. Precisamente, la letra que transcribimos a continuación, se asocia a nuestros recuerdos de las fiestas navideñas; nos alejamos cantándola: “Del árbol nació la rama, / de la rama nació la flor, / de la flor nació María / y de María el Redentor. / Ay, huachi, huachi torito, torito del corralito. / Ahí viene la vaca / por el callejón, / trayendo la leche / para el Niñito Dios”.