El “Napoleón” de Ridley Scott, con sus claroscuros y excesos, es una de esas películas que son (y serán) cada vez más raras. Ni tanque marvelístico ni película de autor, esta apabullante biopic resplandece por su osadía presupuestaria: unos 200 millones de dólares, según algunos medios. Cifra que ahora tiene que superar en taquilla.
Y parece que lo logrará: contra todos los pronósticos, su primer fin de semana en los cines del mundo resultó un éxito, y con 80 millones ya recaudados, es probable que supere con creces la inversión y no se convierta en un napoleónico fracaso.
Es que sí, el proyecto tenía todo para congregar a la gente a las salas del mundo. La audiencia, quizás algo cansada de ver películas bélicas de mediano presupuesto (“Dunkirk” y “1917″, por ejemplo, se hicieron con la mitad de plata), fue a los cines esperando ver el gran espectáculo que Ridley Scott garantiza dar. En este proyecto, manejó quizás con demasiada ambición la idea, pues “Napoleón” comienza con la decapitación de María Antonieta, en 1793, y se extiende hasta la muerte del emperador, ya exiliado en Santa Elena, en 1821. Un lapso de casi 30 años que avanzan, como no podía ser de otra forma para algo más de dos horas, vertiginosamente.
En el medio, se intercalan estruendosas secuencias bélicas (Toulon, Austerlitz, Waterloo) y su tormentosa relación con Josefina, desde que se conocen hasta que se separan ante la imposibilidad de ella de engendrar un heredero. Imaginen la cantidad de series que habría hecho Netflix con esta misma materia prima.
El tono de la película divaga a la par del guion, recordando por momentos el exceso melodramático de “House of Gucci” (2021), del mismo Scott. Pero también renace el director de “Gladiador” y en la proeza épica él imprime su firma, y con ella la certeza de que nadie más que un cineasta experimentado puede filmar escenas tan impactantes como la batalla de Austerlitz sobre el hielo. Por cierto: espectacular.
Joaquin Phoenix encaja en un Napoleón temperamental, pero la actuación que se roba la película es la de Vanessa Kirby como Josefina. Además de ella, es probable que en los próximos Oscar arrase en las categorías técnicas como la Fotografía y el Diseño de Producción (la recreación de la coronación, otro aplauso).
“Napoleón” es una película que hay que ver en pantalla grande y cuya valoración quizás se vaya aquilatando con los años.