La sexualidad humana siempre está intentando alcanzar nuevas fronteras, y en esa búsqueda, la incorporación de filosofías ancestrales occidentalizadas se está abriendo camino con distintas alternativas. En este sentido el Tao del Sexo emerge como un enfoque que trasciende las meras prácticas físicas para meterse de lleno en un sexo “más espiritual”, profundizando la esencia misma de la conexión íntima y el equilibrio entre el cuerpo y la mente.
En la antigua cultura china se consideraba el deseo sexual como una necesidad física innata, como el hambre, la sed o el descanso. Por este motivo se consideraba que la satisfacción de los deseos físicos debía estar ligada a los usos y costumbres de la sociedad, pero también regida por reglas y rituales que minimizaran la ansiedad de la búsqueda y maximizaran placer. Por el contrario con la concepción judeocristiana, los antiguos chinos creían que para lograr la perfección física y espiritual no era necesario reprimir el deseo sexual, sino aprender a usarlo en beneficio propio.
Una cuestión de salud pública
La Medicina Tradicional China fue influenciada por el budismo, el confucionismo y el taoísmo, siendo el último el de mayor trascendencia. Los taoístas interesados en conservar energía y mantener una relación armoniosa del hombre con su medio, estudiaron diversas maneras para aumentar la conexión con el Tao (Tao se traduce como “Camino”, “método” o “doctrina”) siendo la sexualidad una de ellas.
Pero a la vez, al no existir connotaciones morales atadas al sexo, lo usaban para mejorar la salud e incrementar el placer, creando técnicas de desarrollo sexual recomendadas en las “artes de la vida nutritiva” o Yangsheng, una serie de enseñanzas y teorías acerca de la vida saludable, descritas en textos clásicos de Medicina Tradicional China.
En la revista internacional de acupuntura, Elsevier, destacan el uso que antiguamente se daba al sexo, desde esta concepción de salubridad: “La buena salud dependía en parte del sexo saludable y un comportamiento sexual excesivo o inapropiado se llegó a considerar una causa frecuente de diversas patologías”, asegura en su página web. “Desde el Siglo III a. C. hasta su prohibición por el régimen comunista, era costumbre que toda pareja de recién casados tuviera los ‘Libros de Almohadas’ para que la pareja lo consultara constantemente. En ellos se exponía desde la compatibilidad sexual astrológica de las parejas hasta consejos y técnicas para que las relaciones sexuales resultaran beneficiosas para la salud y la larga vida, así como placenteras, enseñando a garantizar la propia satisfacción individual y la del amante con el fin de producir el equilibrio entre el Yin y el Yang en ambos y así nutrirse mutuamente de energía”, completa.
Así, el taoísmo, con su profunda comprensión de la naturaleza y la energía que fluye a través de todo lo vivo, considera la sexualidad como un aspecto fundamental de la existencia humana. Esta visión contrasta con la mentalidad occidentalizada que a menudo enfatiza el placer instantáneo y la gratificación individual, proponiendo en su lugar una exploración más profunda y consciente de la sexualidad.
Desde esta perspectiva, el sexo es un acto sublime que no está asociado a la culpa moral, ni a ningún morbo, sino que es la oportunidad para fortalecer la vitalidad y la salud.
Ejercicio de iniciación en el Tao del Sexo
Se trata de experimentar primero la calma y el vacío para ir avanzando lentamente hacia la excitación sexual y después prolongar el placer:
- Sentarse cara a cara y mirarse largo rato. Podemos poner la mano izquierda en nuestro corazón y la derecha en el de nuestra pareja.
- Así colocados, relajarse concentrándose en vaciar emociones y pensamientos que no sirven, mientras hacer consciente el sentimiento de amor hacia la pareja.
- Luego el hombre comienza a masajear a la mujer: primero los senos para activar su chi, a continuación baja por el abdomen hasta llegar a sus genitales. El masaje debe ser suave, comenzando por los labios externos.
- Cuando la mujer está excitada (ella decide cuándo), la vagina recibirá al pene, pero ambos deben quedarse quietos, sin moverse y mirándose a los ojos, atentos a las sensaciones que se generan en los genitales cuando la falta de roce permite que se active el tacto.
- La respiración debe acompañar lenta y profunda. Si se produce movimiento, que sea una ondulación acompasada del cuerpo al ritmo de la respiración.
- En la alquimia taoísta purista, el hombre jamás debe eyacular, pero es una práctica peligrosa si no se realiza con conocimiento. Intentaremos prolongar al máximo el momento de la eyaculación, que se dará cuando ella esté saciada.
Cinco posiciones milenarias
-El dragón
La mujer se acuesta boca arriba y el hombre se coloca encima. Según el Tao, el hombre debe penetrarla ocho veces con poca profundidad y de manera tranquila, para estimular el punto G femenino, y luego debe hacerlo profundamente, dos veces más. Se sigue con este ritmo hasta el orgasmo de la mujer que debe permanecer con las caderas elevadas para un mejor estímulo.
-El mono que salta
La mujer se acuesta de espaldas y coloca sus piernas sobre los hombros del varón, quien se encuentra arrodillado frente a ella. En esta postura también es el varón el que domina los movimientos. Él empuja, profundamente, sin moverse. Si bien los movimientos son acotados, la contemplación de la excitación y el orgasmo del otro es lo que lo hace interesante.
-El tigre al acecho
En esta postura la mujer se coloca de rodillas, sosteniéndose con las manos en la cama, mientras que el varón se coloca por detrás también arrodillado. La mujer debe quedar levemente inclinada hacia adelante con la cabeza baja. El hombre la toma por la cintura y la penetra con fuerza al principio y luego se retira penetrándola, nueve veces en forma superficial y una de manera profunda. Esto permite que la mujer se excite por el masaje que se produce en el punto G.
Una vez alcanzado el orgasmo de la mujer, el hombre buscará el suyo con penetraciones más profundas. En esta postura, la mujer hace de sostén del hombre, lo que le da un gran protagonismo, ya que hace de cimiento de la relación.
-La cigarra
La mujer se acuesta sobre el vientre con las piernas algo abiertas, y el hombre se coloca encima, sobre su espalda. Es necesario que la mujer levante un poco sus nalgas. El varón debe autosostenerse apoyando sus brazos en la cama, sin descargar su peso sobre la mujer. El hombre debe realizar nueve penetraciones y repetirlas seis veces. Con estos movimientos la mujer logra una gran excitación, y el orgasmo suele llegar antes.
-Estilo peces
En esta posición el hombre tiene que estar recostado sobre la cama, con las piernas extendidas, mientras la mujer se “monta” frente a él, mientras hace movimientos con la pelvis. El hombre penetra suavemente y siempre con poca profundidad.