Tenemos en el idioma español, como en todas las lenguas, formas que hemos heredado acuñadas e inamovibles para connotar distintas realidades. Vamos a considerar, en primer lugar, la locución que da título a la nota de hoy: ‘sin ton ni son’.
¿Cómo la encontramos en el diccionario? Vamos al vocablo ‘ton’ y descubrimos que es apócope de ‘tono’ y que la locución, de carácter adverbial, tiene dos variantes, con idéntico valor significativo: ‘sin ton ni son’ y ‘sin ton y sin son’. Ambas equivalen a decir “Sin motivo, ocasión o causa, o fuera de orden y medida”: “Me impresionó como un charlatán que habla sin ton ni son”. Un rastreo acerca de su origen nos remonta al mundo de la música: no solamente ‘ton’ está apocopado en lugar de ‘tono’, sino que también ‘son’ es apócope de ‘sonido’. Parecería aludir a que el integrante de un grupo instrumental entra a destiempo, cuando aún no corresponde o lo hace con una nota errónea. Entonces, se dice que su intervención se ha producido sin el tono ni el sonido adecuados.
Esta locución nos remite a una expresión coloquial: ‘¿a son de qué?’, que puede ser también ‘¿a qué son?’; con ellas se quiere significar, en forma de pregunta, que se ignora el motivo por el que se hace algo: “¿Y a son de qué me hace usted ese comentario?”.
Nuestra indiferencia ante un hecho por el que no experimentamos ningún sentimiento queda plasmado en otra expresión coloquial de uso bastante frecuente: ‘ni fu ni fa’. No se trata de vocablos monosilábicos carentes de significado: en el caso de ‘fu’, puede ser la onomatopeya que imita el bufido del gato, pero también una interjección que indica desprecio. De hecho, existe la locución verbal coloquial ‘hacer fu como el gato’, que significa “salir huyendo”. En cuanto a ‘fa’, la identificamos como la cuarta nota de la escala musical.
Otra locución coloquial acuñada para señalar que algo o alguien tienen poca importancia o influjo en un asunto es ‘ni pincha ni corta’: “El nuevo director es bastante inoperante, ni pincha ni corta”. Según puede rastrearse, el origen de la frase se encuentra en una locución más extensa: ‘como la espada de Bernardo, que ni pincha ni corta’, en alusión a Bernardo del Carpio; este caballero, cuando luchaba contra los moros en Roncesvalles, golpeó su espada, llamada “Durandarte”, contra una roca, con lo cual esta arma quedó inutilizada y ya no cumplía apropiadamente sus funciones.
Otras expresiones castellanas que dan idea de indiferencia o de poca importancia frente a un hecho son ‘ni entro ni salgo’ (“algo no nos preocupa, ni nos importa, ni nos mueve a intervenir en ello”); ‘ni pena ni gloria’ (“sin destacar, de manera discreta”); ‘no decir ni chus ni mus’ (“no decir palabra, permanecer indiferente, callar, guardar silencio”); ‘no ser (no tener) arte ni parte en algo’ (“no intervención en un asunto, de ninguna forma”).
Una expresión netamente coloquial, para ser usada en contextos no formales, es ‘ni muy muy ni tan tan’: advertimos que los elementos coordinados son los adverbios ‘muy’ y ‘tan’ (apócope de ‘tanto’); el primero, forma reducida de ‘mucho’, se antepone a adjetivos y adverbios para indicar grado alto de la propiedad incluida en ellos; el segundo, análogamente, se antepone a adjetivos y adverbios y pondera la intensidad de la cualidad. Pero, al decir ‘ni muy muy ni tan tan’ el adjetivo o adverbio no aparece allí, sino que se ha mencionado antes y, al usarse esta locución, se quiere significar que lo antedicho se da en un término medio: “-¿Qué te pareció la película, maravillosa o sensacionalista? –Ni muy muy ni tan tan”. De manera escueta y económica, hemos catalogado la película sin recurrir a los dos adjetivos recién mencionaos. El Diccionario de americanismos registra esta forma con la explicación de “proporcionado, sin exageración”. Se usa, sobre todo, en México, Nicaragua, Perú, Bolivia, Costa Rica; en nuestro país, aparece en hablantes adultos, no en jóvenes.
Esta expresión coloquial tiene, en España, dos variantes; una, ‘ni tanto ni tan calvo’, sirve según el diccionario mencionado para rechazar la exageración por exceso o por defecto. La segunda variante reza ‘ni tan calvo ni con dos pelucas’: con ella se señala que aquello que se ha dicho es exagerado: “Según los medios, esos profesionales se mueren de hambre; yo te diría que, si bien es preocupante su situación, su estado no es ni tan calvo ni con dos pelucas”.
Llama nuestra atención la locución ‘ni oxte ni moxte’, precedida en general por el verbo ‘decir’; en su primera parte, aparece el vocablo ‘oxte’, interjección derivada del árabe hispánico, con la variante ‘oste’ y que se usa para rechazar a alguien o algo que molesta, ofende o daña. En la segunda parte, aparece ‘moxte’, que puede también ser ‘moste’ y que es voz de creación, que rima con el elemento ‘oxte/oste’. El diccionario nos informa que toda la expresión, de carácter coloquial, significa “no decir nada, no proferir palabra”: “Cuando recibió la noticia, permaneció inalterable y no dijo ni oxte ni moxte”. Esta locución es equiparable a otra, ‘no decir ni mu’, definida por la Academia en su diccionario como “no decir palabra alguna, permanecer en silencio”. Es interesante ver cómo en el Fichero General del CORDE (corpus diacrónico del español, de la RAE, usado para documentar palabras y conocer el origen de algunos términos), aparece “mu, voz onomatopéyica del toro y de la vaca. ‘No decir ni mu’ es equivalente a “no decir nada en absoluto”; además, la forma “Habló el toro y dijo mu”, es expresión coloquial y famosa para indicar que una persona abre la boca para decir sandeces”.
Cerramos con la expresión ‘ni ebrio ni dormido’ consignada en el Diccionario de americanismos, equivalente a “nunca”: ‘ebrio’ es no solo el borracho, sino el poseído por una pasión ciega: “No lo haré ni ebrio ni dormido”.
Ni oste ni moste