El avance tecnológico es irrefrenable, al parecer, más aún que la compulsión biológica del sexo. Al menos así lo demuestran varias investigaciones que determinaron porcentajes decrecientes en relaciones sexuales entre las personas, y encuentran en las plataformas y la tecnología a uno de los culpables más importantes.
Según un estudio realizado en Reino Unido, en 1990 las parejas de entre 16 y 64 años hacían el amor cinco veces al mes. El porcentaje disminuyó hasta cuatro veces en el año 2000, y tres veces en 2010. Es decir, en 20 años la frecuencia ha bajado un 40%. De seguir así, en el 2030 las parejas no van a tener ningún encuentro sexual.
Por otro lado, las investigaciones realizadas en Londres por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical sobre más de 34.000 personas se distintas edades, concluyó que las parejas están teniendo relaciones sexuales con menos frecuencia (esto no afecta tanto a las personas solteras y a los hombres menores de 25 años). Se midieron los comportamientos sexuales en tres décadas distintas: 1991, 2001 y 2012.
En otro estudio realizado por la Universidad de San Diego, se reveló que los millennials tienen menos sexo del que tenían sus padres a su misma edad y esto se debe a dos factores: una educación sexual higienista que ha generado miedo frente a los contagios o trasmisión de enfermedades, y a las nuevas tecnologías que colaboran en la constante búsqueda de información respecto al sexo, pero que realmente no informan ni educan, según los especialistas.
En Estados Unidos, los números son similares. La encuesta General Social Survey (GSS), destaca que el 2018 fue el año en el que los norteamericanos tuvieron menos sexo. El 23% de los adultos consultados aseguraron que no habían mantenido relaciones sexuales en 12 meses. Además, otro trabajo del año 2017 publicado en Archives of Sexual Behavior encontró que los adultos estadounidenses tenían relaciones sexuales unas nueve veces menos por año a principios de la década de 2010 que a fines de la década de 1990.
Un estudio más reciente, realizado en 2019 por la Universidad de Cambridge, concluyó que para el año 2030 las parejas ya no tendrán sexo.
Y todavía falta relevar los resultados de los años 2020, 2021 de pandemia, y 2022 que, aunque ya no había confinamiento social, los hábitos adquiridos durante los últimos dos años, se mantuvieron en muchas parejas.
De dónde surge la teoría de un 2030 sin sexo
David Spiegelhater es un profesor y experto en estadísticas de la Universidad de Cambridge que utilizó el estudio realizado en 1990 para hacer una proyección y concluir que muy probablemente en 2030 las personas no tengan sexo.
Speigelhalter en su libro Sex By Numbers, explica que considera que la causa de la disminución del sexo en las parejas, sea probablemente por el aumento de la “conectividad masiva” gracias a las plataformas y los smartphones.
El especialista argumenta que la tecnología invadió de manera positiva, pero también negativa el dormitorio. “Antes la programación finalizaba temprano y no había mucho más que hacer. Ahora la gente está teniendo menos sexo y es verdad”.
Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona y vicepresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, explica que “es cierto que estamos viendo una tendencia a que cada vez haya una disminución de relaciones compartidas”. Los hábitos sexuales cambian en función de la sociedad y en el siglo XXI se han apartado las relaciones de pareja de la cotidianidad.
Por su parte, la licenciada Mariana Kersz, psicóloga, sexóloga y directora de Clínica De Parejas opina en un artículo de Infobae: “Si bien se está marcando una baja en la frecuencia sexual, no necesariamente implica una desaparición (también hay que pensar que son números de otro país, que nuestra realidad es distinta). La sexualidad es inherente al ser humano, como cualquier otra necesidad básica. Mi teoría es que habrá que buscar las herramientas y las formas para hacer que, aún viviendo hiperconectados, podamos seguir manteniendo el contacto cara a cara. No sólo Netflix, sino la cantidad de horas que trabajamos fuera de casa (si nos vamos a la mañana temprano y volvemos a las 8 de la noche, por ejemplo) generan mucho desencuentro.”
Streaming y sexo
En el mismo artículo, el terapeuta y sexólogo Walter Ghedin considera que “En estos últimos tiempos la influencia de la tecnología no es la única culpable de que las parejas (y las personas en general) estén demasiado atentas a los dispositivos en detrimento de la comunicación ‘cara a cara’, sin interferencias. Estar alerta a los mensajes y responderlos sin demora provoca que la atención esté disociada (además de niveles más altos de ansiedad). En el año 2013 un estudio publicado en The Lancet revelaba que el uso desmedido de las aplicaciones (Facebook y Twitter) incide en el comportamiento sexual, sobre todo en una disminución del deseo. Y si a esto sumamos las series de TV en streaming, el resultado no es nada favorable para el encuentro erótico”.
“Las series de TV por streaming despiertan un interés casi adictivo que lleva a postergar las actividades necesarias”, resaltó a Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo (MN 74.794). “Dejar que en el ‘medio de la cama’ aparezca la computadora, el teléfono, y ahora, las series por TV, aleja los cuerpos y las ganas de encontrarse”.
El sexo es salud
La práctica sexual tiene notables beneficios para nuestro bienestar físico y psicológico, como ha reconocido la Organización Mundial de la Salud y es que “hace que se liberen los neurotransmisores”. Cuando tenemos sexo liberamos “dopamina, oxitócica o serotonina” con lo que podemos sentirnos bien.
Francisca Molero explica que vivimos en un mundo donde la sociedad se está convirtiendo en individualista y “cada vez nos cuesta más compartir cosas, incluso las que pueden ser muy agradables”. El sexo es parte de nuestra vida y debemos tomar consciencia de que “actúa a nivel de salud, en la autoestima de salud psíquica y también en salud física” porque ayuda a nuestro organismo a un mejor funcionamiento.
Para evitar que 2030 sea una época en la que vivamos sin sexo, Molero recomienda la “planificación sexual”. Ante una “sociedad de cansancio” que vive inmerso en el trabajo y quehaceres del día a día, “hacerlo de manera habitual, rompe la pereza y se incorpora dentro de la vida cotidiana”.
Por su parte, la psicóloga Mariana Kersz aconseja: “Si es poco el tiempo para compartir en pareja lo ideal es que esté optimizado. Quizá contratar una niñera y poder salir cada quince días en pareja. Aprovechar la tecnología a favor (usando el enorme beneficio que es que se acorten las distancias): podemos mandarnos fotos sensuales o mensajes eróticos (el llamado “sexting”), eso va generando que a la noche no me estoy encontrando con un desconocido, sino con una persona con la que me eroticé a lo largo del día.”
Hay que tener en cuenta que el deseo sexual no surge por “arte de magia”, se necesita de fantasías, insinuaciones, contacto, atención focalizada y tiempo “para que esa amalgama de factores concluya en un placer único, que merece ser repetido”, sostuvo el Ghedin.
La abstinencia sexual puede tener consecuencias negativas para la salud, entre ellas:
-Más estrés y ansiedad
-Problemas de autoestima
-Disminución del deseo sexual
-Un sistema inmunitario menos fuerte
-Menor producción de neuronas nuevas
-Debilitamiento del vínculo de la pareja
-Mayor riesgo de disfunción eréctil en los hombres
Sin embargo, para que esto no suceda los psicólogos sugieren cómo encender la llama de la pasión.
La comunicación: En una relación de adultos, es fundamental enfrentar la realidad, y hablar del problema. La idea es que puedan llegar a acuerdos para mejorar ese aspecto. También se recomienda buscar ayuda profesional.
Establecer metas: Aunque algunos opinen que el sexo debe ser espontáneo, no siempre es así. En muchos matrimonios o noviazgos, los horarios de trabajo no coinciden. Es aquí, cuando se debe poner fecha y hora en el calendario. Además, es importante hablar de lo que le gusta a cada uno en la intimidad y qué cosas les gustaría experimentar. Verás que no te arrepentirás.
Hacer ejercicios: Esto aumenta los niveles de libido. Puedes hacer planes de ejercicios o salir a caminar en pareja para estrechar la relación.
Hacer actividades que impulsen la adrenalina: Las actividades extremas como lanzarse de un paracaídas, subirse a una montaña rusa, entre otras, aumentan los niveles de dopamina en el cerebro y ayudan a despertar el deseo sexual.
Atender a la pareja: El dicho “el que tenga tienda que la atienda” no se inventó por casualidad. Trata de estar dispuesto para complacer a la persona que amas. Es comprensible, que en ocasiones estés desanimado o enfermo y no hay ningún problema en tomarse una pausa, pero si buscas excusas con frecuencia algo anda mal.