El sexo puede ser una experiencia llena de pasión y conexión, pero a veces, esa intensidad puede llevar a situaciones inesperadas y peligrosas, en las que un encuentro apasionado con la pareja concluya con una lesión que pocos se atreven a mencionar: la fractura de pene. En esta nota exploramos los riesgos ocultos de ciertas posiciones sexuales y cómo una noche de pasión desenfrenada puede transformarse en una situación de emergencia médica.
¿Qué es y cómo ocurre?
La fractura de pene es una lesión extremadamente rara y dolorosa que ocurre cuando el pene erecto sufre un traumatismo severo, generalmente debido a una flexión excesiva o un golpe brusco. Aunque no es una fractura en el sentido óseo, el término describe la ruptura de la túnica albugínea, una capa fibrosa que envuelve los cuerpos cavernosos del pene, los cuales se llenan de sangre durante una erección. Este tipo de lesión no es simplemente dolorosa, sino que también puede tener consecuencias a largo plazo, incluyendo la posibilidad de deformidad y disfunción eréctil.
Cuáles son las posiciones de riesgo
Existen varias posiciones sexuales que, aunque excitantes, aumentan significativamente el riesgo de sufrir una fractura de pene. La posición de “cowgirl” o “vaquera”, en la que la mujer está encima, es la más comúnmente asociada con esta lesión. “Esto se debe a que la persona que está arriba tiene el control del movimiento y, si el pene se desliza accidentalmente y golpea contra el hueso púbico o el perineo, puede ocurrir una fractura. Estudios han revelado que casi el 50% de las fracturas de pene se producen en esta posición”, asegura el sitio de la Biblioteca de Medicina del Centro Nacional de Información Biotecnológica, NCBI.
Otra posición peligrosa es la de “perrito” o “doggy style”, en la que el hombre penetra desde atrás. Aunque menos común que la “cowgirl”, esta posición también presenta riesgos debido a la fuerza aplicada durante la penetración, especialmente si no hay una alineación adecuada entre ambos.
Para aquellos que disfrutan de la “cowgirl”, se sugiere un enfoque más lento y controlado, donde ambos miembros de la pareja puedan coordinar sus movimientos para evitar accidentes. En el “doggy style”, es esencial asegurarse de que el pene esté alineado correctamente para evitar golpes innecesarios que puedan llevar a una fractura .
Es raro, pero puede pasar
A pesar de ser una lesión rara, la fractura de pene tiene una tasa de incidencia de aproximadamente 1 en 100,000 hombres por año. Un estudio realizado en Brasil, donde se analizaron 44 casos de fractura peneana, reveló que el 50% de los casos ocurrieron en la posición de “cowgirl”, asegura NCBI. Este estudio también indicó que la segunda posición más peligrosa es el “doggy style”, la cual representó un 29% de los casos reportados. Sin embargo, estos números pueden variar dependiendo de la región y las costumbres sexuales prevalentes, la cultura y la edad de los implicados.
“Los urólogos destacan la importancia de la intervención médica inmediata. En la mayoría de los casos, si la fractura no es tratada de manera oportuna, pueden surgir complicaciones como disfunción eréctil permanente, curvaturas anormales del pene, o dolor durante las relaciones sexuales futuras”, destaca una investigación del mismo centro de Biotecnología, por lo que es fundamental que cualquier hombre que sufra una lesión durante el sexo busque atención médica de inmediato.
El momento en que ocurre la fractura es inconfundible. Quienes lo han vivido lo describen como “una explosión” dentro de su cuerpo, seguida de un sonido como el de una rama seca al romperse. Este sonido es el indicio de que la túnica albugínea se ha roto. La fractura se manifiesta rápidamente con una inflamación severa y una desviación notable del pene, a menudo conocida como la “deformidad en berenjena”.
No demorar la consulta por vergüenza
El tratamiento de esta lesión no debe posponerse. Aunque algunos hombres, por vergüenza o desconocimiento, intentan evitar buscar ayuda médica inmediata, esto puede llevar a complicaciones graves. “Si no se trata de manera adecuada y oportuna, la fractura de pene puede resultar en disfunción eréctil permanente o deformidades que afectan la vida sexual y la autoestima de la persona”, asegura la investigación de Dayron Rodriguez, Kai Li, Michel Apoj, Ricardo Munarriz , del mencionado centro. Las primeras 6 horas tras la fractura son críticas para el éxito del tratamiento .
Pese a todo, hay esperanza
La fractura de pene, aunque aterradora, tiene un pronóstico favorable si se aborda de manera inmediata. El tratamiento estándar incluye cirugía para reparar la túnica albugínea rota y drenar cualquier hematoma que se haya formado. Este procedimiento suele ser efectivo para restaurar la función normal, aunque en algunos casos puede ser necesario un seguimiento médico prolongado para manejar complicaciones como la formación de cicatrices o la curvatura del pene .
Para evitar este tipo de lesiones, los expertos recomiendan prestar atención a las señales del cuerpo y evitar posiciones que requieran un control excesivo de los movimientos o que impliquen un riesgo de colisión o torsión del pene.
El diálogo siempre
Las consecuencias de una fractura de pene no son solo físicas. La dimensión psicológica de esta lesión puede ser significativa, afectando la autoestima, la relación de pareja y la vida sexual por el miedo a una repetición. En algunos casos, la pareja se ve afectada, y esto puede inhibir la espontaneidad y la frecuencia de las relaciones sexuales. Por eso, también es importante recibir apoyo psicológico en conjunto (en caso de tener pareja) para superar el mal momento y reconstruir su intimidad de manera segura.
Es esencial que las parejas hablen abiertamente sobre sus límites y tomen precauciones durante el sexo. Aunque la pasión y la espontaneidad son componentes vitales de una vida sexual saludable, también lo es la conciencia de los riesgos involucrados en ciertas prácticas.
Mantener una buena comunicación con la pareja y estar atentos a cualquier molestia durante el acto sexual es clave. Además, es importante evitar movimientos bruscos y cambios repentinos de posición, especialmente en aquellas posturas que se sabe que son de mayor riesgo.
