La Revista Hola destapó hace dos meses una cita secreta de la reina Letizia. Un fotógrafo de esa revista la encontró saliendo del restaurante La Rochela.
Lo más crudo de la foto es que esta revista la pusiera en portada. Aparecía una Letizia desarreglada fuera de actos oficiales. Eran fotos robadas, que amargaron su versión poco royal sin peinar, ni maquillar y mal vestida. Con todas las raíces blancas de los mechones del pelo.
La cita era secreta, a espaldas de su esposo, el rey Felipe y era periódica, dos o tres veces al mes, mismo local, misma mesa, mismo comensal y un detalle revelador: es falso que Letizia sea abstemia. Cultiva este rumor porque no bebe alcohol en público, pero en esta cita toma cerveza. Todo es muy sorprendente, y la bomba ¿con quién come? Con nadie.
Letizia va sola. Ni siquiera entran los seis escoltas que la acompañan. Se quedan esperándola fuera del local. La señora quiere, estar sola, totalmente sola.
La periodista española Pilar Eyre ha hablado con un cliente de La Rochela y lo ha cantado todo: “Una mujer de melena canosa y despeinada, cara lavada y aspecto cansado come completamente sola en una mesa en un rincón. La clientela habitual está acostumbrada a que Letizia tome asiento siempre al fondo, en la misma mesa”.
“Pantalón vaquero grandote, gabardina, jersey de cuello alto, botines muy usados. Un gran bolso que deja en el respaldo de la silla. Iba cada quince días, cada tres semanas desde hace meses. Hasta que alguien dio el soplo y se le hicieron unas fotos a la salida en las que aparecía avejentada y desfavorecida y desde entonces no ha vuelto más”. La propina no evitó que alguien del restaurante vendiera la cita secreta a la prensa.