Rubén González Mayo: “Hacer teatro es jugarse el pellejo en las tablas”

Es un referente entre los directores mendocinos, aunque gran parte de su trayectoria la desarrolló en San Juan. Este sábado 10 de agosto estrena Interludio, una propuesta de danza teatro.

Rubén González Mayo: “Hacer teatro es jugarse el pellejo en las tablas”
Rubén González Mayo: “La independencia es mi actitud”

Fue en 1981 cuando Rubén González Mayo debutó en el teatro. Hoy, 43 años más tarde y 40 puestas en escena después, si tiene que hablar de su profesión, lo hace con la misma pasión, orgullo y desborde emocional que, seguro, el que tenía en aquellos jóvenes años. Director, dramaturgo y docente, parte fundamental de la historia escénica contemporánea en el Oeste argentino, el premiado puestista parece tener todavía mucho para dar.

La mejor prueba de ello es Interludio (Nosabemotodavía), la obra que estrena este sábado 10 de agosto a las 21.30, en el Espacio Le Parc, y en la que regresa a un género no tan transitado por su arte: la danza teatro. Para un director de teatro más, la llegada a las tablas de una sola obra marcaría su vigencia, sin embargo, esta será la tercera pieza bajo su dirección que estará dando funciones en Mendoza, ya que a ella ha de sumarse Cristales y Ensamble Ofelia.

Para hablar de su más reciente propuesta, pero también del amor, de su trayectoria y de su manera de entender el teatro, González Mayo se dispone a esta charla en la que se permite reflexionar descarnadamente de sus pasiones.

Verónica Alsina y Darío Aguilera protagonizan "Interludio", obra de danza teatro escrita y dirigida por Rubén González Mayo.
Verónica Alsina y Darío Aguilera protagonizan "Interludio", obra de danza teatro escrita y dirigida por Rubén González Mayo.

–Para empezar con lo que nos ocupa este sábado, ¿de qué se trata Interludio? La propuesta combina la danza y el teatro, pero sería bueno conocer la autoría, de qué habla el texto y cómo trabajaste la puesta.

Interludio es una propuesta de teatro y danza combinados, con un texto de mi autoría. En la obra hay textos, tal vez pocos, y muchas más danzas, para contar la historia de una pareja que se ve enfrentada a una decisión que debe tomar uno de ellos y el conflicto se da en cómo el otro acepta esa decisión y continúan juntos. Si te explico demasiado la “espoileo”. Como te dije el texto es mío y también la idea. Sentí que necesitaba volver a hacer una experiencia de teatro danza, porque la última que dirigií fue allá por el 2010, en La Rioja. Sentí una necesidad de hacerla y todo se abrió cuando tuve la oportunidad de trabajar con Verónica Alsina y Darío Aguilera, porque son maravillosos y ofrecen una mezcla impresionante: ella viene de la danza jazz y él de la danza contemporánea, así que me gustó unirlo. Además, siempre me ha gustado trabajar con gente que no conozco y que vienen de “otros palos”. Yo nunca había trabajado con ninguno de ellos, pero aceptaron la propuesta, aceptaron la historia y fue maravilloso todo el proceso, que demandó cinco meses de trabajo.

–Hay, al parecer, en esta historia de la pareja sobre el escenario, mucho de preguntas, de dudas y de incertidumbre con respecto a si el amor salvará todo lo que han construido juntos. ¿Se puede trasladar eso al escenario de todo un país, como el nuestro?

–¡Qué pregunta! Y… sí. Yo creo que el amor salva, no importa de qué manera ni bajo qué condiciones. Lo importante es que el amor no está encasillado: el amor supera cualquier dogma. Y eso para mí es importantísimo. En el amor la diferencia hay que aceptarla como tal, aceptar al otro cómo es, en su origen, en su raíz, en su pensamiento y en su querer. Respetarlo y no imponerle absolutamente nada: el amor no impone, el amor rescata. El amor es una red, es un continente que te que te sostiene en el vasto mar del odio, en el vasto mar de la nada. El continente del amor soporta y te deja caminar libremente.

–Llevás una larga trayectoria con el teatro independiente. Supongo que siempre ha sido difícil, un desafío, estrenar y seguir trabajando con ese objetivo. ¿Qué balance hacés de todos estos años (más de 40) en el teatro?

–Hacer un balance todavía no es algo que haya hecho. Prefiero dejarlo para el momento de mi jubilación (risas). Pero creo indudablemente es bueno, porque, si no, no estaría diciéndote estas estas palabras ni estaría haciendo Interludio o Cristales o todo lo que he hecho acá en Mendoza y en San Juan durante más de 40 años. En 1981 yo hice mi primera obra, así que de ahí en adelante no he parado, más allá de algunos momentos de silencio o algunos años sabáticos. He participado de grupos independientes y he cosechado muchos amigos y amigas en todo la Argentina y en algún otro país también, que me merecen el mayor de los respetos. De ellos siempre he sentido un cariño que me llega a pesar de la distancia y del tiempo. Así que mi balance es positivo, dicho por alguien cuya mirada ha ido cambiando. Imaginate que, desde 1981 hasta acá han pasado varios ministros de Economía y varios presidentes (risas), pero a mí siempre el arte me ha salvado. Mejor dicho, me ha estado soportando y ayudando a soportar muchos aspectos de mi vida.

–Trabajaste mucho en San Juan y mucho en nuestra provincia. ¿Cómo ves el presente de nuestra escena hoy en día? Mendoza supo ser uno de los más activos focos teatrales del país, ¿lo sigue siendo, en buen nivel?

–Sí trabajé mucho en San Juan, y el trabajo allí de alguna manera fue el trampolín para trabajar en otras provincias como San Luis, La Rioja, Buenos Aires, o el Sur. Pronto iremos, justamente, con Guillermo Troncoso para presentar en el Sur una obra que se llama La puerta de oro en lugares donde hay un montón de gente amiga, que hemos conocido a través del teatro, desde Mendoza y desde San Juan. En San Juan estuve unos 15 años y si soy brutalmente honesto… nunca me consideraron sanjuanino. Siempre ha habido una rivalidad con los mendocinos. Es extraño, yo nunca le di importancia, pero tengo que ponerla sobre el tapete. Pero me fue muy bien a mí allá. Volviendo a Mendoza, el polo que es nuestra provincia desde lo cultural sigue sosteniéndose, creo yo, desde distintas alternativas artísticas. Eso es lo importante: la variedad y la cantidad de propuestas que hay en Mendoza, de actores, públicos, grupos y propuestas. En cuanto a esas propuestas de Mendoza son relevantes, con sus picos, como en toda evolución. O sea, no todo lo que hay siempre es bueno y tampoco siempre es malo, sino que tiene sus picos y en esos picos está la evolución que vemos en muchos actores y directores, que empiezan a formar parte de algo que es cultural. Esta cuestión es algo que por ahí los funcionarios de acá no la ven: es muy importante que nos apoyen, porque generamos cultura. En definitiva, yo veo que el teatro mendocino siempre está en un lugar destacado del teatro nacional.

Guillermo Troncoso y Rubén González Mayo interpretan a Ilo y Teo, dos hermanos migrantes.
Guillermo Troncoso y Rubén González Mayo interpretan a Ilo y Teo, dos hermanos migrantes.

–¿Qué otros proyectos tenés, fuera de Interludio, si es que los hay?

–Los proyectos que tengo y que me he propuesto hacer este año ya están en marcha. Quiero seguir con las funciones de Ensamble Ofelia y de Cristales, a las que se sumarán las de esta propuesta que estreno ahora, Interludio, que me llena de alegría y emoción. Ya tengo unas 40 obras en mi haber, por ahí… Y tengo en carpeta continuar con La puerta de oro, con texto y dirección de Arístides Vargas que hacemos con el Guillermo Troncoso. Por último, tengo ganas de montar una obra con gente que, a lo mejor, hace mucho que no hace teatro… De alguna manera este es un mensaje para ellos, saben quiénes son. Me gustaría mucho trabajar con ellos. Pero también seguir trabajando con gente joven que es muy buena. Me siento feliz haciendo esto, es mi profesión, yo lo elegí. Hacer teatro es jugarse el pellejo en las tablas. Si no hacés eso, te tenés que dedicar a otra cosa.

FICHA

Interludio (Nosabemotodavía)

Dramaturgia, iluminación y dirección: Rubén González Mayo. Protagonistas: Verónica Alsina y Darío Aguilera. Género: danza teatro. Vestuario: Pablo Mansilla. Producción: Julieta Dora. Estreno: sábado 10 de agosto de 2024 a las 21.30, en el Espacio Le Parc (Mitre y Godoy Cruz, Guaymallén).

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