“El lenguaje es como una flecha que nunca alcanza el blanco”, reflexionaba la surcoreana Han Kang a principios de este año, en una entrevista con el medio argentino Infobae.
Por entonces era una escritora multitraducida, con una curiosa familiaridad con Argentina: es fanática de Jorge Luis Borges, y hasta lo usó como inspiración para el protagonista de su novela “La clase de griego”. Hoy, pocos meses después, alcanzó de un minuto para otro la fama universal, al ser premiada ayer jueves con el Nobel de Literatura 2024, que consta de casi un millón de euros.
El comité, en palabras de su presidente, Anders Olsson, remarcó “su intensa prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”.
Para la Academia Sueca, esta escritora de 53 años, en su conciencia sobre la conexión entre el alma y el cuerpo, “entre los vivos y los muertos, [representa a] una innovadora de la prosa contemporánea”.
“En su obra hay una doble exposición del dolor, una correspondencia entre el tormento mental y físico con estrechas conexiones con el pensamiento oriental”, dijo el fallo.
Y expusieron un ejemplo: “En el cuento de Han Kang ( ‘Europa’, 2019), el narrador, él mismo enmascarado como mujer, se siente atraído por una mujer enigmática que ha roto con un matrimonio imposible. El yo narrativo guarda silencio cuando su amada le pregunta: ‘Si pudieras vivir como deseas, ¿qué harías con tu vida? Aquí no hay lugar ni para la realización ni para la expiación’”, en palabras leídas por Olsson.
Han Kang es la primera asiática en recibir el prestigioso premio en literatura, y aunque sus escritos ya se leen en más de 30 idiomas, en español solo contamos con dos publicaciones, editadas por Penguin Random House: “La vegetariana” (2007, la primera traducida al castellano) y “La clase de griego” (2011), en proceso de primera reimpresión. De hecho, es esperable que en las próximas semanas se terminen de agotar y, en los próximos meses, aparezcan nuevas traducciones. El fervor editorial típico de cada año.
Pero aunque nosotros conozcamos más bien poco las literaturas orientales, ella sí ha leído literatura latinoamericana. Y mucha.
Desde su juventud descubrió las novelas de los mexicanos Carlos Fuentes, los ensayos y poesías de Octavio Paz, la inmensa obra del colombiano Gabriel García Márquez, los ensayos (ya clásicos) del chileno Ariel Dorfman, y, más acá en el tiempo, leyó a dos personalísimas narradoras argentinas contemporáneas, maestras de la tensión y el terror: Samanta Schweblin y Mariana Enríquez. Sin embargo, Borges marcó su sensibilidad y su escritura.
Una breve biografía
Han Kang viene de una familia literaria. Su padre, Han Sung-won, fue un reconocido novelista, y sus dos hermanos también son escritores. Desde niña, leer fue su actitud de permanencia, ante una vida nómade y vertiginosa (asistió a cinco escuelas primarias, debido a los compromisos laborales de su padre).
Empezó su carrera como novelista al ganar el concurso literario de primavera del diario Seoul Shinmun en 1994, y desde entonces abundaron los premios. “Actos humanos”, le valió el Premio Manhae de Literatura de Corea y el Premio Malaparte en Italia en 2017. “El libro blanco” fue finalista del Booker International en 2018. La autora ha recibido también el Premio Yi Sang, el Premio Artista Joven del Año, el 25.º Premio de Novela Coreana, el Premio de Literatura Hwang Sun-won y el Premio de Literatura Dong Ri.
Hasta 2018 trabajó como profesora en el departamento de Escritura Creativa del Instituto de las Artes de Seúl, y en la actualidad se dedica por completo a la escritura, aunque también le interesan el arte y la música.
La primera asiática
No es un dato menor: de 121 galardonados en la historia del Premio Nobel de Literatura, solo 18 han sido mujeres, y ninguna de ellas asiática, una región de abundante producción literaria que, no obstante, es subrepresentada en estos premios internacionales occidentales.
De hecho, mencionábamos que solo dos libros suyos se consiguen en castellano (“La vegetariana” y “La clase de griego”). Y, de momento, la primera traducción inédita confirmada es “Decir adiós es imposible” (2021), que se publicará en 2025, según AFP.
La reacción de Han Kang
Han estaba terminando de cenar con su hijo en su casa de Seúl, cuando recibió la noticia por teléfono, según contó en una entrevista a la Fundación Nobel. “Estoy tan sorprendida y honorada”, manifestó. “Crecí con la literatura coreana, de la que me siento muy cercana. Espero entonces que esta sea una buena noticia para los lectores de esta literatura y para mis amigos, escritores y otras personas”, añadió.
La galardonada dijo que celebrará el premio “tranquilamente”, tomando un té con su hijo.
Lectora de Borges
En “La clase de griego” cuenta la historia de una mujer “que no es joven ni especialmente atractiva”, y que un día pierde la voz por segunda vez. Se suman más momentos difíciles en su vida, como la pérdida de su madre y de la tenencia de su hijo. Una vez más, ese leitmotiv que es el silencio.
Sin embargo, la protagonista es una poeta, y ese placer en la sonoridad de las palabras la lleva a querer aprender griego antiguo. Se anota en lecciones de un viejo profesor que se encuentra transitando también otra pérdida: la de la vista. El silencio y la oscuridad se convierten en una misma metáfora de unión entre ellos.
Es sabido que en la ficción, la sabiduría y la ceguera resultan en una simple ecuación: Borges. Y en el caso de “La clase de griego” no hay margen de error, ya que la novela empieza con la siguiente cita: “Borges le pidió a María Kodama que grabara en su lápida la frase ‘Él tomó su espada, y colocó el metal desnudo entre los dos’. Kodama, la hermosa y joven mujer de ascendencia japonesa que fuera su secretaria, se casó con Borges cuando este tenía ochenta y siete años y compartió los últimos tres meses de la vida del escritor. Ella fue quien lo acompañó en su tránsito postrero, que acaeció en Ginebra, la ciudad donde el escritor pasó su infancia y donde deseaba ser enterrado”.
Toda la novela puede leerse en esa clave borgeana: una mujer silenciosa que recibe de un sabio mayor, y no vidente, la herencia de una antigua lengua muerta. Casi calcada a la historia de María Kodama y el autor de “El Aleph”, quienes estudiaban islandés y anglosajón antiguo juntos.
Han Kang reconoció lo siguiente: “Las condiciones mentales de este protagonista masculino son similares a las de Borges. Al igual que en Borges, la filosofía budista también está profundamente arraigada en su pensamiento. En mi mente, los dos están conectados de manera sutil”.
Sobre “La clase de griego”, dijo: “Este libro es mi quinta novela. Antes de comenzar a escribir esta novela, mientras trabajaba en mi cuarta novela durante cuatro años y medio, tuve un bloqueo de aproximadamente un año. Fue un periodo en el que no tenía deseos de escribir ni de leer novelas, y solo veía documentales en lugar de películas de ficción. En ese momento, pasaba la mayor parte del tiempo leyendo libros de astrofísica. Curiosamente, de ficción, únicamente podía leer los cuentos de Borges. Recuerdo especialmente haber disfrutado y releído sus últimas obras. Después de este periodo de bloqueo, pude completar mi cuarta novela y, de manera natural, surgió en mi mente la protagonista de la siguiente novela, una mujer que había perdido la capacidad de hablar. También el protagonista masculino que lee a Borges”.