Durante siglos el estudio de la anatomía humana ha generado inquietud, sin embargo es sabido que los hombres llevan la delantera en cuanto a conocimiento de su propio cuerpo y de los puntos de placer, ya sea porque sus genitales están expuestos o por el hecho de que, culturalmente, siempre fue una práctica más valorada en el varón que en la mujer, de quien se consideraba que no debía tener acceso a ciertos estímulos.
Como explica Raquel López Álvarez, coautora de “Tu suelo pélvico, ese gran desconocido”, todo el mundo sabe dibujar un pene, pero muy pocas personas sabrían dibujar una vulva. ¿Por qué? Simplemente porque conocemos la parte reproductiva de los genitales, pero no la parte dedicada al placer sexual. Además, la experta señala que “nuestros genitales pasan por las manos de los profesionales sanitarios antes que por las nuestras, y es que no nos autoexploramos, porque nunca se nos ha animado a ello”.
Así, increíblemente, los puntos de placer sexual femenino han sido estudiados y “descubiertos” recién en la década del ‘90, lo que abrió un enorme contexto de investigación ya que, para sorpresa de muchos, la mujer cuenta con varios puntos que provocan una estimulación intensa.
Sin embargo su divulgación aún es acotada. Es posible que nunca hayamos escuchado hablar del punto A, el K o el U, ubicados en partes muy específicas de la zona genital de las mujeres y que pueden llevarlas a nuevos lugares de placer sexual. Según la sexóloga Megwyn White, hay que tener en cuenta algo importante: la localización y estimulación de estas zonas erógenas no hay que verlas como una especie de fórmula mágica para alcanzar el máximo placer en la pareja.
La especialista, que es coach sexual en Nueva York, dijo que “el sexo no deja de ser una forma de comunicación entre dos personas y eso es lo más importante: que antes, durante y después del sexo los miembros de la pareja se comuniquen entre ellos, hablen sobre lo que les gusta, lo que no les gusta y lo que alguna vez les gustaría hacer”.
Además, la especialista neoyorkina apunta a “descentralizar” el placer, no enfocándose en “puntos” sino en zonas amplias de la anatomía femenina. “En general, pezones, pechos, cuello, interior de los muslos y nalgas son zonas erógenas. Todas ellas pueden ayudar a aumentar la conexión con los músculos del suelo pélvico y, en última instancia, a desencadenar indirectamente contracciones orgásmicas”.
Hagamos un repaso de los puntos conocidos:
Punto G
En 1982 la sexóloga e investigadora estadounidense Beverly Whipple publicó un estudio científico y, meses más tarde, el libro “El punto G y otros descubrimientos recientes sobre sexualidad humana” junto a John D. Perry y Alice Kahn Ladas. La obra encendió la controversia y atrajo atención mundial. En aquellos años, hasta mencionar la denominación “Punto G” era casi sinónimo de mala palabra o impudicia.
Lo primero que aclara Irene Aterido, sexóloga, es que el punto G “en verdad no es ningún punto anatómico somático concreto con unas coordenadas exactas, no es un órgano, es un área de tejidos de la vagina y fascias (una zona de músculo) cercanas a la uretra”. En líneas generales, podría decirse que para encontrarlo, la mejor postura es boca arriba, con las piernas flexionadas y metiendo los dedos en la vagina haciendo un movimiento de llamada. “Estaría debajo del hueso púbico, a 2 cm de la entrada de la vagina”, expone Aterido, matizando que no siempre es fácil encontrarlo de la misma manera, puesto que “lo que ocurre es que el placer es subjetivo, dependiente de cada encuentro sexual, y la zona, pliegue o anillo vaginal que activa en cada momento”.
La otra ventaja respecto al punto G, es que hay diversas posturas que ayudan a estimularlo. La mujer boca abajo y su pareja detrás de ella, de forma que los dedos toman mayor movilidad por la parte superior; la mujer sentada en el borde de la cama y la pareja sexual arrodillada delante; y la mujer en posición de cuadrupedia (4 patas) y su pareja sexual tras ella, con la misma ventaja que en la primera, aunque con mayor profundidad”.
El punto U
Recibe su nombre de la uretra y se encuentra ubicado en la zona que rodea el orificio uretral, entre el clítoris y la vagina. Puede ser una zona muy sensible para la mujer, ya que se corresponde indirectamente con los sensibles nervios uretrales, así como con los bulbos del clítoris y el punto G a través de la esponja uretral.
“Aunque es un punto sensible y placentero, puede que no sea tan intensamente placentero como el punto G o el punto A. Sin embargo, es una zona maravillosa para estimular durante los juegos preliminares para que los fluidos fluyan”, explicó. La mejor manera de estimular este punto directamente es con una vibración focalizada con un juguete, un dedo o una lengua.
El punto K
En un espacio un poco más esotérico, se denomina Punto K a una parte de la genitalidad femenina que estimula la energía divina. Megwyn White contó que este punto recibe el nombre de Kundalini. “En el hinduismo, Kundalini es una forma de energía divina que se encuentra en la base de la columna vertebral”, señaló.
Fisiológicamente, el punto K es el área situada justo alrededor de la base de la columna vertebral, donde el plexo sacro está dotado de muchas terminaciones nerviosas que también se cruzan con los genitales. “Esto significa que tocar y estimular esta zona puede ayudar a alcanzar muchas otras al mismo tiempo”, dijo.
“Para localizarlo, lo recomendable es utilizar una herramienta más sutil que ayude a activar las terminaciones nerviosas de esta zona, como un cepillo seco o una piedra caliente o simplemente meditar y respirar en este punto”, indicó, mientras que para explorarlo en pareja recomendó: “Puede ser increíble utilizar el aceite de masaje caliente o el lubricante combinado con un masaje firme: deslizar la cabeza del pene lentamente hacia abajo al llegar a este punto y luego moverlo entre las nalgas puede ser un increíble paso previo para la penetración, a la vez que se activa el Kundalini”.
Clítoris
Increíblemente, hasta que una uróloga australiana de nombre Hellen O’Connell no se dedicó al estudio del clítoris, la ciencia médica había decidido que se trataba de un botón de placer. Punto.
O’Connell determinó que más que un “punto” especial de la vagina, el clítoris era más grande de lo que se pensaba y su estimulación a través de las paredes internas del canal vaginal era lo que producía goce en las mujeres.
Punto A
Esta zona fue descubierta en 1996, como un punto de placer arraigado al punto G. Representa una región en la vagina de la mujer que es sensible a la estimulación. Como, por ejemplo, pero no exclusivamente, el clítoris y la zona de Graefenberg, pertenece a las zonas erógenas y, por tanto, es básicamente un área o una zona anatómica que también puede ser al menos ligeramente diferente de un individuo y, por lo tanto, no un solo punto. En la opinión del ginecólogo malayo Chua Chee Ann, la zona del AFE (abreviada como Punto A) es más sensible a los estímulos que la zona de Graefenberg, que es coloquialmente llamada como el punto G.
Ann publicó su artículo en 1997 en un número de la revista científica Sexual and Marital Therapy (Terapia Sexual y Marital). Con el acrónimo “AFE” se refería a lo que llamó la “Anterior Fornix Erogenous Zone” (Zona erógena del fórnix anterior), un área que delimitó y señaló que se encontraba justo al lado del Punto G.
El descubrimiento, cuyo autor calificó como una “nueva terapia sexual radical”, otorgó más información sobre las zonas erógenas del cuerpo femenino. El área que señaló el doctor malayo en sus estudios se ubica entre lo que se conoce como Punto G y el cuello uterino externo, a unos 7 u 8 centímetros del introito vaginal.
La también sexóloga Zoraida Granados expone que “el punto A se localiza a unos 7′5 centímetros de los labios vaginales, ubicado en la parte más interna de la vagina que se encuentra cerca de la vejiga”. Teóricamente, “es una zona propicia para producir rápidamente el orgasmo y la eyaculación femenina”, aunque cabe tener en cuenta que encontrarlo no es tan fácil, porque igual que no hay dos caras iguales, no hay dos vaginas gemelas.
No es “un botón”
Una vez más es importante aclararlo; es un área más dentro de las zonas erógenas femeninas. Para Lucía Báez Romano, psicóloga y sexóloga integrante del Centro Argentino de Urología (CAU), lo fundamental a la hora de autoexplorarse o gozar junto a otra persona no es encontrar un sector puntual, de hecho, considera que podría ir en detrimento de la búsqueda de placer. “Preocuparnos por el punto G o el punto A en la vagina muchas veces hace que las personas no prioricen el placer como una sensación integral. En vez de intentar encontrar ‘un botón’ -que no existe- que haya goce y comunicación durante la relación sexual”.
Cómo estimularlo
Chua Chee Ann explicó que su técnica de estimulación consistía en que, durante la relación sexual, se hiciese una penetración que podía realizarse usando uno o dos dedos con un movimiento suave de “vení” (en forma de “C”) y una leve presión en la zona.
Sin embargo, como exponen algunos autores, el debate no está en su existencia, sino en que no provoca las mismas sensaciones en todas las mujeres. “Si bien para algunas mujeres su estimulación es muy placentera, para otras puede resultar poco reseñable, y para otras, directamente molesta e incómoda, por esas sensación asociada como de ganas de orinar”, por eso mismo, algunas mujeres definen la sensación como demasiado intensa o molesta, la ventaja del punto A es que parece que el placer aumenta según se sigue estimulando. “La estimulación de este punto desencadena lubricaciones copiosas y más duraderas, así como orgasmos múltiples. Puede ser estimulado en plena relación coital, digital (juguetes sexuales con vibración, oscilación y/o rotación) o por la misma mujer”, insiste la sexóloga Zoraida Granados.
Respecto a su utilización desde un punto de vista clínico, como una forma de mejorar la lubricación, Gema García Gálvez, ginecóloga responsable de la Unidad Suelo Pélvico QuirónSalud Madrid, aporta que “la lubricación se produce por el trasudado plasmático de los vasos de la mucosa vaginal, por lo que las únicas glándulas que segregan moco en el coito son las de Bartolino”. Así la experta insiste en que la forma más efectiva de estimular las mismas, más que una zona anatómica concreta, pasa tan solo “por pensar en una fantasía lubrica”.
La supuesta lubricación en tiempo record
El investigador malayo Chua Chee Ann, que cuenta con cerca de 300 suscriptores en YouTube, indicó en un video de divulgación de hace 13 años que las pacientes que participaron del estudio lubricaron de 5 a 10 segundos después de estimularse.
Sin embargo, sus hallazgos, al igual que muchos otros en el campo de la sexualidad, deben ser revisados por pares y no implicarán un estándar para muchas mujeres que no alcanzan el orgasmo de esta manera, variarán de acuerdo a cada persona.