La época de Carnaval atraviesa a diversas culturas y es un festejo que fundamentalmente celebra la vida en todas sus formas. Tanto en Europa como en Latinoamérica, las fechas y los motivos de las celebraciones son coincidentes, aunque existan diferencia en las concepciones, ya que esta celebración que inicialmente pertenecía al paganismo, fue incorporada también por el calendario cristiano, introyectando variaciones en las culturas de ambos continentes.
En las comunidades andinas se lo considera como la antesala de la cosecha, “se anuncia desde la naturaleza a través de la diversidad de colores, expresando abundancia, mostrando contrastes, llenando nuestros sentidos con la exteriorización de todo cuanto ha llegado con vida a este momento del ciclo”, anuncia la página Consciencia Activa, grupo mendocino dedicado a la difusión de la cultura de los pueblos originarios.
En Argentina, el carnaval fue incorporado en el calendario oficial en 1956 y eliminado por la dictadura en 1976, cuando se impidió su celebración al prohibirse todo tipo de manifestación pública. Con la restitución en 2010, se lo revalorizó como forma de fomentar la participación y dar lugar a la integración social.
Los carnavales son manifestaciones del patrimonio cultural intangible. Esto se debe a que reúnen prácticas y representaciones diversas y generan espacios donde confluyen múltiples expresiones como la música, la danza, las máscaras, la indumentaria, junto con saberes, significados y sentidos que fortalecen el tejido social e identitario de diferentes sectores de una comunidad.
Gabriela Chaile, integrante del grupo Consciencia Activa, explica en qué consisten los carnavales para los pueblos originarios locales, que si bien tiene coincidencias con el resto de las comunidades, también guarda características propias.
“En el territorio andino, Pawkar Raymi es una celebración especialmente festiva. Las expresiones artísticas cobran particular importancia, ya que de la misma manera en la que Pachamama se expresa en una explosión de colores, nuestro espíritu también saca al exterior todo su colorido; sus contrastes y su diversidad de formas de expresión a través del arte”, explica.
“Este tiempo nos insta a ser especialmente creativos, expresar nuestras habilidades, apreciar y manifestar el arte, a exhibir todos nuestros colores y entregar lo mejor de nosotros a la sociedad de la que somos parte”.
En este sentido, desde Consciencia Activa proponen además un acercamiento al mundo moderno, ayudando a la convergencia de las raíces andinas y sus festejos con la sociedad actual. “Estamos tratando acá de reflotar un poco esa propuesta, sin que se pierdan ciertas cuestiones de la raíz ancestral”, asegura Chaile.
Numerosos países postularon ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) sus manifestaciones socioculturales para su reconocimiento internacional y para fortalecer políticas de gestión y salvaguarda. Con respecto a América Latina, los carnavales de Oruro (Bolivia) y Barranquilla (Colombia) fueron declarados obras maestras del patrimonio oral e intangible de la humanidad.
“El carnaval está muy difundido pero la impronta depende de cada lugar. En los Andes es muy distinto a lo que se hace en otras regiones, o lo que se terminó haciendo actualmente en Brasil, que es uno de los más coloridos y atractivos”, explica Chaile.
Para empezar, es importante destacar que el Carnaval para los pueblos andinos no se circunscribe solo al fin de semana con feriados, sino que se celebra durante todo febrero. “Lo que nosotros mostramos es el Pawkar Raymi, cuya traducción es ‘Fiesta de los colores’ porque se considera el mes más colorido del año. Si bien no se festeja todos los días, el mes completo tiene esa impronta”, aclara.
Según explica, esto se debe a varios factores: por un lado las lluvias de esta temporada provocan más arcoiris que durante el resto del año, además de ser la culminación de la estación de las flores y las frutas. “Está absolutamente vinculado a la naturaleza”, añade.
Un aspecto que la cultura actual, sobre todo en Mendoza, ha tomado de los pueblos originarios es la famosa “Bendición de los frutos”, festejo perteneciente al calendario de Vendimia, que sin embargo se remonta a las primeras celebraciones autóctonas. “Es un ritual que viene del agradecimiento que se hace con una ofrenda, porque precisamente se considera que estamos en una época que es la antesala de la cosecha, como que está todo a punto”, ejemplifica y agrega “es un momento de gran celebración porque el fruto que es el alimento que vamos a tener el resto del año”.
Simbólicamente, la temporada de Carnaval también tiene que ver con los proyectos que se iniciaron el año anterior. “Es cuando evaluamos los resultados de los propósitos (o siembra) realizada en agosto, cuando se siembra una semilla, simbólicamente, que pasa por todo un proceso y está dando sus frutos en este momento”, destaca. “El festejo tiene que ver con la obtención de los resultados de nuestro propio esfuerzo y el agradecimiento que se hace no solamente a la bondad de la tierra, que nos permite cosechar, sino también a nosotros”.
En general, las comunidades de Mendoza realizan estas celebraciones “hacia adentro”, es decir, lejos de la mirada foránea o de aquellos que no pertenecen al núcleo de esa comunidad.
Por su parte, Consciencia Activa tiene como objetivo acercar este tipo de festividades autóctonas al conocimiento por parte de sectores sociales que, de otro modo, jamás entrarían en contacto con las culturas andinas.
“Por eso es que este año estamos en algunos lugares como en ‘Macondo Bar de Montaña’ en Tunuyán con quienes en conjunto realizamos esta actividad en la que, además, hay música con un DJ, la gente está un poco más relajada, pueden comer y tomar algo mientras disfrutan de la Fiesta de Carnaval nuestra. Por eso hicimos una propuesta en donde mostramos varias cosas, se armó el altar con frutas y flores, se llevaron artistas que hicieron danzas específicas de este momento”, detalla.
Las danzas, denominadas Tinku, estuvieron a cargo del ballet Los Chuños, que se caracteriza por ser estudioso de cada uno de los vestuarios para cada tipo de danza. La idea de Consciencia Activa es realizar este tipo de actividades cada vez que se presente una festividad del calendario andino.
Orígen del Carnaval en el mundo
En la página del CONICET, publican un estudio de María Luz Endere, arqueóloga, abogada e integrante del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA, CONICET-UNCPBA), en el que indica que “el origen del carnaval no es claro. Se lo ha vinculado con las festividades paganas para celebrar la fertilidad agrícola y con celebraciones rituales de diferentes culturas”.
El repositorio cultural del gobierno de Perú publica un estudio en el que asegura que “El carnaval, en su versión original europea, es resultado de la adaptación de una serie de fiestas del ciclo romano propias del tiempo crítico del invierno, caracterizadas por la inversión de roles, como las Saturnalia o Saturnales, y después las Matronalia, y fiestas de purificación, como las Lupercalia, y que eran además fiestas para velar por la fertilidad y seguridad de los campos, los animales y las personas”.
Además, traza el camino geográfico y social con el que el Carnaval atraviesa a todos los pueblos y estratos. “El cristianismo adaptó esta secuencia de fiestas a su propio mensaje de redención, estableciendo una temporada de relajamiento de las normas sociales y morales, a la que sucedería un tiempo de ayuno y penitencia, establecido en los 40 días que siguen a la última luna nueva del año (juliano), es decir, el tiempo de Cuaresma. Bajo esta premisa, en la Alta Edad Media se convirtió en una fiesta popular, no dependiente de institución alguna, cuyo carácter era el de la transgresión de las normas sancionadas, antes del tiempo de recogimiento de la Cuaresma y la Semana Santa. Con la secularización y el crecimiento urbano, la mascarada pasó a ser una exhibición de comparsas organizadas, vehículo para la presentación pública de los sectores pudientes, que de este modo desplazaron parcialmente la celebración popular”.
En este sentido, Endere coincide con los investigadores peruanos en que , “con el transcurso del tiempo, los carnavales han ampliado su significación constituyéndose en espacios de múltiples y diversas expresiones lúdicas y culturales de diferentes orígenes, independizándose de la significación religiosa cristiana. En la actualidad, su celebración ha trascendido culturas y fronteras”, concluye.