La vida de Pamela Anderson no fue ni es lo que cualquiera imaginaría: lujos, desmanes, propuestas indecentes, ingresos multimillonarios, y una licenciosa y divertida juventud, sino que, de acuerdo al documental estrenado recientemente en Netflix “Pamela: a love story” (Pamela Anderson: Una historia de amor) dirigido por Ryan White y producido por el hijo mayor de Anderson, Brandon Thomas Lee, intenta desmontar la enorme cantidad de preconceptos que giraron en torno a su vida y muestra gran parte de los ultrajes de los que la rubia más famosa de los ‘90 fue víctima, el machismo que la llevó a la fama y le hizo ganar millones de dólares a otras personas, los abusos de la infancia y primera adolescencia, su carrera meteórica tras su paso por Playboy, la fama de Baywatch y el video casero que terminó con carrera.
En resumen, la verdadera cara de una Pamela Anderson que hoy transita los 55 años, que vive tranquila y modestamente en su casa frente al lago, y que guardó silencio mientras la ficción “Pam & Tommy” mostraba sin indulgencia una versión para el streaming de su intimidad, dejando al descubierto los momentos más dolorosos de su vida profesional.
“Pamela Anderson: Una historia de amor” es un retrato humano de una de las rubias más famosas del mundo que sigue toda su trayectoria, desde sus modestos inicios hasta su consagración como una de las actrices más famosas del mundo.
Ya en el tráiler del documental, Anderson dice que quiere recuperar la narrativa de su propia historia, hablando acerca de lo que realmente vivió por causa del famoso video sexual en el que se basó la serie Pam & Tommy”.
Recordemos que la serie de Star+, protagonizada por Sebastian Stan y Lily James, y producida por Seth Rogen y Evan Goldberg, no contó con la aprobación de Anderson.
Si bien el documental es un producto prolijo, entretiene con sus revelaciones y cautiva mostrando a la bomba sexual más famosa de los ‘90 en su ciudad natal, sin maquillaje, con ropa amplia y mientras va de los ambientes de su modesta casa familiar a orillas de un lago.
Anderson no tarda demasiado en mostrar el lado oscuro de su vida. Registrada en blanco y negro, cuenta que fue abusada por su niñera y luego ofrece detalles de su hogar disfuncional (un padre ludópata y alcohólico, una madre emocionalmente dependiente y a expensas de la relación tóxica con él) y de una violación a sus 12 años, por parte de un hombre de 26.
Recién después de eso la historia se aliviana un poco, enfocándose en revelar cómo fue que ella pasó de ser una agraciada jovencita canadiense a convertirse en la rubia más esplendorosa en el epicentro del entretenimiento.
La vida de la exmodelo de Playboy es mayormente conocida, su tormentosa infancia, los abusos de los que fue víctima, la gran exposición que le significó llegar a la revista creada por Hugh Hefner y su salto a la masividad televisiva con la serie Baywatch. Así comienza una carrera que la lleva a ser mucho más que una chica de póster y la convierte en una figura reconocida en el mundo entero.
El documental hace eje en el explosivo romance que llevó a su casamiento con Tommy Lee, el baterista de Mötley Crüe y padre de sus dos hijos. Él no sólo fue el amor de su vida (aquí lo plantea abiertamente, aunque no soslaya cuando fue violentada por él, apenas tuvieron su segundo hijo Dylan Jagger), sino también el hombre junto al que tuvo que tolerar un ultraje a su intimidad que derivó de la filtración de un video íntimo. Pero también la ruptura y separación de Tommy Lee luego de un escándalo de violencia doméstica y la detención del músico que pasó un tiempo en la cárcel.
Ese relato, que es ampliamente conocido por quienes transitaron los 90, se revela aquí desde un nuevo enfoque a través de la palabra de su protagonista, sus recuerdos y el legado vivo de ese amor a través de Dylan y Brandon Lee.
Es innegable que la vida de Pamela Anderson sufrió un momento bisagra con el robo de ese video en el que se la veía manteniendo relaciones con su marido. En ese instante, el director del documental vuelve sobre un tema habitual en lo referido a este episodio, y es el dolor íntimo que se escondió detrás del morbo por ese sexo viralizado (en una época en la que el concepto “viralización” no existía). Millones de personas se divertían o recreaban a costa de ese fragmento de vida robada, que en el hogar de Anderson y Lee fue motivo de noches en vela, discusiones y angustias infinitas. Y si bien en la actualidad es sabido que ver material íntimo (o peor aún, robarlo y compartirlo) no solo es un acto absolutamente falto de ética sino que hasta es considerado un delito, en aquellos años fue objeto de chistes, burlas y humillaciones. De hecho, cuando el episodio llegó a la Justicia, a Anderson le aseguraron que por haber posado desnuda en revistas para adultos básicamente no tenía derecho a reclamar que se respete su vida privada.
A partir de lo que significó ese video, comienza el tramo más interesante del documental, en el que se le permite al espectador conectar con la esencia de Anderson, un espíritu que siempre estuvo a la vista pero que el público eligió no ver en su obsesión por construirla exclusivamente como una pin up. Luego de la filmación íntima, la modelo se encontró ante una disyuntiva descorazonadora: o intentaba destruir esa caricatura voluptuosa que los medios habían fabricado a su alrededor, o abrazaba ese mundo plástico y tomaba ventaja de él. Inicialmente intentó, sin éxito, luchar por hacer lo primero, pero eventualmente decidió utilizar a su favor esa imagen burda que las personas tenían sobre ella.
“Si no puede contra ellos, úneteles” pareció ser el lema de Anderson, y de esa manera ella aprovechó su popularidad para militar por los derechos de los animales, alentar al vegetarianismo y concientizar sobre luchas colectivas que eran desatendidas por el público general. Pero mientras intentaba avanzar en su vida personal, los restos de su matrimonio con Tommy Lee y un violento divorcio no dejaban de perseguirla.