Original ejercicio de la crítica literaria en Mendoza

Nos referimos a Sabatinas; Semanario ilustrado del Sábado, cuyos dieciocho números se publicaron en Mendoza entre el 18 de abril y el 15 de agosto de 1931

Original ejercicio de la crítica literaria en Mendoza
Ricardo Tudela, escritor

El título refiere a una sección que aparece brevemente en la revista Sabatinas; Semanario ilustrado del Sábado, cuyos dieciocho números se publicaron en Mendoza entre el 18 de abril y el 15 de agosto de 1931, con la dirección de Rafael Rovira Vilella. A partir de la última fecha mencionada, Rovira se retiró de la dirección “por motivos personales” y su lugar fue ocupado por Ricardo Tudela, a la vez que la publicación, aun conservando sus principales características, pasó a denominarse La Semana; Revista Mendocina.

En el número 6 de Sabatinas comienza a aparecer una sección titulada “Epístolas hiperlíricas”, firmada por “Félix Fusta”, que se reitera en el siguiente (del 23 de mayo de 1931) y en los números 9 (13 de junio de 1931) y 10 (20 de junio de 1931); en el número 12 (4 de julio de 1931), cambia el título de la sección a “Hiperlíricas” y luego desaparece de la revista. Pero a pesar de lo fugaz de su aparición, este intento de ejercicio de la crítica literaria nos ofrece un vívido panorama de la vida literaria y cultural mendocina en un momento dado de su historia.

Las sucesivas “epístolas” están dirigidas “al vate malargüense Rudecindo Castasano”. El supuesto disparador de la comunicación epistolar es la intención -por parte del sureño- de fundar un Ateneo; se menciona asimismo su intención de participar en un concurso municipal con una obra inédita titulada La agonía del jote. La evidente (e irónica) referencia al poema de Charles Baudelaire L’Albatros, incluido en Les fleurs du mal (edición definitiva: 1868), en la sección “Spleen e Ideal”, da el tono general de la crítica tal como la ejerce este desconocido censor mendocino.

En su primera aparición, “Félix Fusta” (no he podido dilucidar aún la persona que se esconde tras el seudónimo) se ocupa de una serie de nombres que componían por entonces el “Parnaso” local; varios de ellos han alcanzado una gran proyección posterior; otros, eran muy conocidos en la época por sus colaboraciones en la prensa periódica: Mario Arenas; Ricardo Tudela; Alfredo Goldsack Guiñazú; Alfredo Bufano; Serafín Ortega; Enrique Acevedo; Armando Herrera.

Todos ellos, según indica el autor de la “epístola”, son los jurados del concurso al cual planea presentarse Castasano. Cierra el texto la promesa de que, en sucesivas comunicaciones, le hará saber los nombres de sus posibles competidores y así, promete, “voy a hacerte desfilar a todos los literatos de Mendoza que piensan enviar obras al concurso, de qué tratan las tales y qué chance tiene para el premio”.

La crítica literaria se presenta así revestida por los ropajes de la ficción. Y siguiendo con ella, Félix Fusta, en su segunda epístola, expresa a su interlocutor que “Tus adversarios son formidables, sin duda alguna […] míralos desfilar en una enumeración que puede ser modificada en el momento de la prueba [vale decir, no implica un orden de mérito por parte del crítico]”.

El primero en ser nombrado es Vicente Nacarato, al que se califica de “poeta neo” y se exponen sus búsquedas vanguardistas (no olvidemos que, junto con Ricardo Tudela, se lo considera uno de los iniciadores de la “nueva sensibilidad” en nuestras letras): “El género de que está hecho su traje se llama ‘greguería’ y su uso primero, se debe a un tal Gómez de la Serna”. Se transcribe luego un ejemplo (paródico) de lo que el crítico califica como “sachets filosóficos”: “El poeta obceso ¨sic*/ se pegó un tiro / para ver si tenía seso. / Y en la otra vida, / con gran tristeza, / vio que en la cabeza / nunca tuvo eso…”.

A continuación, se menciona a Emilio Antonio Abril, quien presentará un libro de versos titulado El barrilete, que -al decir del crítico- “ya debió remontarse ha tiempo hacia las cumbres editoriales pero que por exceso de engrudo y falta de pitilla no pudo salir de la tristísima vecindad de la tierra”. Cita luego como contenida en el libro “aquella imagen que repercutió como un escopetazo en todos los ámbitos literarios; me refiero a la que dice ‘En el monopatín de una prosa’ que deja patidifuso al más pintado”.

De Odino Tomei se dice que “Aún no está muy seguro de si se presentará o no a la justa, pero, por de pronto, ya ha desaprobado todo lo que a la junta se refiere”. En cuanto a Guillermo Petra Sierralta, se anuncia la segunda parte de “una tragedia elevada al cubo, que por lo mismo le llamará ‘Cubillo’ y que consta nada más que de 12 actos, 60 cuadros y en la cual solamente se disparan 14 tiros y se encajan 35 puñaladas, la que no mortal, de pronóstico reservado”.

Se hace así indirecta referencia a una pieza teatral de un novel y desconocido aún Petra Sierralta, de solo 26 años, que firmaba con el seudónimo de “E. Ríos”, y que fue presentada el 20 de febrero de 1926, con el título de El Gaucho Cubillos, bajo una carpa de circo y con un éxito inusitado.

Se menciona asimismo la participación de Juan Draghi Lucero con una obra teatral titulada “Como anillo al dedo”. Félix Fusta celebra este aporte a la dramaturgia mendocina, con un juicio cuyo significado final se nos escapa, al hablar de “este género de producción, tan descuidado en Cuyo, desde que Miguel Martos apagó ‘La lámpara roja de sus entusiasmos’”. El dato nos intriga, porque conocemos la obra narrativa y algunas poesías de Martos, pero no su obra dramática, aunque hay datos que lo ubican como activo participante en el movimiento radio teatral mendocino.

A modo de cierre se enumeran otros autores y obras, posibles participantes en el certamen: Julio P. Guevara y sus “Endechas a mi pipa”; H. Torres de Luna “con su tomo de versos ‘Sacudiendo mi melena’; Leonardo Napolitano con su novela ‘El engrupido’; J. dalla Torre Vicuña con sus ‘Pálidas y descoloridas’ y algún otro que no se atreve a manifestarse pero que ya se manifestará”.

La conclusión que cierra la epístola es predecible: “la obra que se te opone es varia, rica, enjundiosa, aguda, profunda y llamativa” y -al margen de tono zumbón de las apreciaciones realizadas por el crítico- se advierte la existencia de una respetable pluralidad de voces y estilos en la literatura mendocina del primer tercio del siglo XX.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA