Omar Dris, de La Montaña: “Muy pocos nos entendieron en aquella época”

Cantante, actor, compositor, lideró una de las bandas emblemáticas del rock mendocino de los 80. Ahora, a 30 años de la separación, vuelve con “La muerte está viva”, un show en el teatro Mendoza.

Omar Dris, de La Montaña: “Muy pocos nos entendieron en aquella época”
Se presenta en el teatro Mendoza como Omar Dris & La Montaña.

Las cosas han cambiado bastante. Si uno piensa en el rock mendocino y se fija en el paisaje actual, con grandes bandas ubicadas en el panorama musical argentino como cualquier otra (vg.: Usted Señálemelo, Mi Amigo Invencible, Pasado Verde), podría pensar equivocadamente. En los tiempos inmediatos a la vuelta de la democracia, en aquellos siempre recurrentes años 80, sin embargo, la posibilidad de que un grupo de rock llamara la atención fuera de la frontera de circuitos locales exigía un esfuerzo enorme, fuera del que impulsaran sus talentos.

Así, de aquellos tiempos, un puñado de elegidos consiguieron lograr esa proeza: los Enanitos Verdes, principalmente. Alcohol Etílico, tal vez Raivan Pérez. Y no muchos más: otros se quedaron en intentos, aunque su propuesta no tuviera nada que envidiarles a aquellas. En ese pelotón de grandes grupos que tenían grandes canciones, una propuesta interesante y hasta pudieron haber llegado a más resalta (como resalta nuestra cordillera) La Montaña, aquella banda liderada por Omar Dris que combinaba los sonidos del dark del sello 4AD con dosis de The Cure, New Order y tango.

La potencia visual de su imagen, más el pulido (aunque oscuro) sonido, hipnotizaron a toda una generación, pero de pronto, la salida de uno de sus integrantes impidió que el grupo continuara. Hoy, a 30 años de aquel adiós, Omar Dris ensaya un regreso con “La muerte está viva”, un espectáculo que combina nuevas canciones con los clásicos de entonces, tocados por la formación original (a excepción del integrante disidente), que se presenta hoy a las 21.30, en el teatro Mendoza (San Juan 1427, Ciudad).

Dris (cantante, actor y compositor), es el que anima, por supuesto, el regreso y el que repasa en esta charla aquel pasado y este presente.

–Empecemos por este presente: ¿de qué se trata el espectáculo que presentarás este sábado en el teatro Mendoza y qué repertorio incluirás bajo el título “La muerte está viva”?

–Este concierto lo integran muchas canciones, está dividido en dos partes con un pase entre la primera y la segunda. La primera tendrá canciones nuevas, producidas hace poco tiempo, como La muerte está viva, Ventosas, Destino veneno, Maldecido, Retazos del tiempo, entre otras, que también serán interpretadas por Jimena Semiz, Willy Martínez, Max “Darkmanbas”, Walter Daine y un dueto de violín y chelo. Y en la segunda parte estarán los clásicos de La Montaña: Tierra que te mueves, Detrás del velo, El racimo, entre otras, ejecutados por los integrantes fundadores del grupo: Fredy Pacheco, José Luis Moya y Silvia Mechulán. Ella siempre estuvo, pero nosotros éramos un poco machistas y dejábamos a las mujeres en otro lugar. La Negra es también La Montaña.

El líder de La Montaña.
El líder de La Montaña.

–Para los que escuchábamos rock ya en los 80, La Montaña es (valga el término) parte del paisaje de esos años. ¿Cómo recordás a la banda en esos años y qué momentos te parecen más valiosos?

–”La montaña es la montaña”, lo dijo Luis Alberto Spinetta, que nos vio disfrazados en Caras Más Caras (un gran espacio cultural de la época en Buenos Aires). Éramos jóvenes transgresores y rebeldes del conservadurismo mendocino. Muy pocos nos entendieron en aquella época. Hacíamos conciertos en las calles… Era interesante, Cultura lo promovía. Fuimos teloneros de Miguel Mateos en Talleres, también en “Vendimia del sol sonoro”. Hubo grandes momentos: cuando grabamos con Andrés Calamaro en los estudios Panda, cuando salíamos en Canal 13 y ATC… Recuerdo que vivíamos en una tapera en el barrio de La Boca. El papá de Diego (Vainer) nos prestaba su Chevy para ir a los canales de televisión. Un sinfín de momentos intensos, muy apasionados y con mucha fuerza. Luego vino la cíclica crisis económica que reitera el país, nos desgastamos e interrumpimos esa carrera en ascenso. Vivimos en Chile un ratito y nos volvimos. Éramos muy jóvenes, muy lindos y muy talentosos en lo que hacíamos. En 1993, en el momento más creativo del grupo, en el Teatro Mendoza, justo hace 30 años, Diego Vainer dejó el grupo y nos separamos.

–¿Cómo sigue hoy La Montaña?

–Hoy no sería un movimiento pegado a lo que fue: algunas cosas se han traído al presente para que en cierta manera se vean, se reconozcan y sanen. Pero la fuerza de La Gran Montaña ahora es otra: otros tiempos, otras personas, otros contenidos. Incluso los integrantes de hoy han sido fans de La Montaña, y el reconocer a los fundadores y agradecerles por todo lo que hicimos en su momento es relevante para mí. Podría decirse que Omar Dris & La Montaña es un híbrido, pero con su esencia intacta.

La formación de la banda con Fredy Pacheco, Joe Moya, Omar Dris y Diego Vainer, que grabó un EP producido por Andrés Calamaro.
La formación de la banda con Fredy Pacheco, Joe Moya, Omar Dris y Diego Vainer, que grabó un EP producido por Andrés Calamaro.

–¿De qué sonidos se nutrían tus influencias musicales de aquel entonces? Se relacionaba a la montaña con la música dark, con The Cure, con Depeche Mode. ¿Para ustedes era así?

–En esa época nos escapábamos en el tren a Buenos Aires, casi exclusivamente para escuchar música en las discotecas underground. Allí escuchábamos la música inglesa de todo el under inglés y luego veníamos inspirados a Mendoza a componer, y las corrientes tan diferentes se nos mezclaban y aparecían canciones como Bailo con montañas, Frío extremo, entre muchas otras. Ahora recuerdo que a mis 17 años fui a ver a un bar al Polaco Goyeneche. Había algo que me conmocionaba cuando lo escuchaba. Él me vio y me dijo: “¿Qué haces, pibe, aquí entre tantos grandes?”. Y le contesté: “Estoy con un grande”. Se rio, me invitó un café y me dijo: “Estoy enfermo y cansado”. No parecía enfermo, todo lo contrario: cantaba con una vitalidad estremecedora. Allí empecé a percibir que los poetas dark estaban en el país: el Polaco, Norman Brisky, Zitarrosa… un uruguayo que vivió en la misma pensión donde vivimos nosotros. Ellos tienen la poética de la oscuridad que siempre atraviesa a este país y le ponen luz con su arte.

–A pesar de que, en muchos sentidos, el grupo dejó una huella, tu carrera continuó por otros derroteros, que incluyeron un trabajo solista, pero también la incursión en lo actoral. ¿Cómo fue esa etapa?

–Fue mi mejor etapa, cuando en 1994 me escapé de Mendoza y me fui a vivir a San Telmo y a estudiar con Ricardo Bartis, uno de los directores y formadores más reconocidos del teatro del mundo. Esa formación me marcaría para siempre, porque la música estaba incluida en esa formación actoral.

–Tuviste también una experiencia en otros países. ¿En qué lugares viviste y cómo siguió tu carrera por allá?

–También en 2001 me fui del país. Tenía una obra musical que se llamaba Monlustrella y el viaje en paracaídas, basada en Altazor, de Huidobro. Me quedé un tiempo largo en Chile. Allí conocí a Jorge Alis, un argentino que tenía una tanguería donde pude desarrollar a un personaje que tocaba el piano y cantaba: el Maestro Papini. ¡Cómo me divertía hacer eso! Terminé haciéndolo en Madrid y en Francia. La gente quería que me quedara a vivir allá, y por esas cosas argentinas siempre volví.

–¿Hay planes para La Montaña de continuar, de grabar, de seguir tocando?

–Hoy es el Teatro Mendoza. El movimiento se irá dando. Fuerza y ganas hay. Por supuestos sin mayores expectativas.

– Dado que tu figura y la de aquella banda son, como decíamos al principio, parte de la historia del rock mendocino, ¿cómo ves la generación actual del rock en Mendoza, esa que ha conseguido tener relevancia en todo el país?

–Hay algo que me gusta y que es que tienen influencias de Spinetta, de Charly García, y no hacen covers. Son muy jóvenes y tienen más recursos de los que tuvimos nosotros. Ojalá los aprovechen, lo más complejo es sostener los grupos, porque cuando sos muy joven sos muy individualista y eso es un problema. Les sugiero que se constelen por personas que sepan hacerlo, así lo ciego puede verse y seguramente tendrán recursos para crear sostener y conseguir el éxito.

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