La música estuvo siempre vinculada, desde los primeros tiempos, a creencias místicas, espirituales y religiosas, y se usó para celebrar, meditar, curar, expresar emociones y como protección, debido al efecto que tiene sobre el estado de ánimo y, en consecuencia, en la salud debido a su dimensión fisiológica conformada por los elementos rítmicos; la dimensión emocional y la melodía; y una dimensión racional de los elementos armónicos. Pero además, existe una cuarta dimensión en la música que es la espiritual constituida por la relación de los tres elementos anteriores, rítmicos, melódicos y armónicos.
“La música es una puerta de acceso a nuestra naturaleza espiritual, trasciende nuestra mente pensante y nos transporta a un estadio superior, un lugar sin juicios y sin miedos limitantes. A lo largo de la historia, ha sido un elemento de conexión con la naturaleza y de elevación hacia los dioses” asegura Soledad Hernando, psicóloga y especialista en arteterapia.
En este sentido, son conocidos los efectos de ciertos sonidos y frecuencias tanto en el estado de ánimo como a nivel celular. “Una representación de cómo el plano espiritual está profundamente conectado con el plano terrenal es el mantra ‘OM’ que vibra a la frecuencia de 432Hz y se encuentra en cualquier manifestación de la naturaleza. Por tanto, desde una perspectiva terapéutica, se concluye que la pronunciación de este mantra proporciona relajación y un efecto calmante”, manifiesta el portal Arte & Sintonía, donde además hace una descripción de distintos instrumentos para calmar la mente y relajar el espíritu, tales como cuencos tibetanos, kalimbas y otros.
En el mismo sentido son conocidos los ícaros, cantos sagrados de las antiguas culturas andinas, que los chamanes usan hasta la actualidad como medio de sanación mediante la vibración que las canciones producen en el cuerpo del consultante.
En resumen, todas las religiones y creencias se manifiestan esencialmente a través de la música y no son pocas las investigaciones científicas que dan cuenta de los efectos del sonido sobre la materia.
En Mendoza, el músico Juan Lucangioli representa en gran medida este tipo de concepto, aunque su trayectoria y trabajo es muy amplio y abarca no sólo los aspectos espirituales y terapéuticos sino también los artísticos, en los que amalgama mantras, canciones religiosas sufíes, temas románticos y letras que reflexionan acerca de cuestiones mundanas, con un acervo folklórico, melódico, hindú y toques de pop.
“En mi mundo está John Lennon conversando con Yupanqui, llega Rumi, toma un mate y alaba a lo más inmenso. Una chacarera suena desde Medina a Marruecos y en el instante perfecto al pie de la cordillera en mi pecho de madera, mi guitarra encuentra eco”, explica en tono de rima.
El cantante, compositor y escritor, nacido en Buenos Aires, se radicó hace años en el Valle de Uco, y desde allí construyó un camino en la escena cultural nacional e internacional, con una propuesta que vincula la música con el alma y las verdades profundas del Ser.
“Por esas cosas inexplicables de la vida tuve un maestro espiritual sufí, Mawlana Sheikh Nazim, no porque lo haya buscado siendo un joven clase media-porteña-racional y con una familia que nada que ver con ningún tipo de pensamiento espiritual o religioso” adelanta en charla con Los Andes. “Entre mis 25 y 35 años puse lo mejor de mí para seguir a este maestro en mi camino interior, y ese es mi bagaje y la forma de cómo fui encontrando mi dimensión espiritual”.
Sin embargo aclara: “lo que yo comparto no es el sufismo ni una invitación a formar parte de ningún grupo, sino que uso la música, la poesía y la conexión que me brinda para que toda persona se lleve una conexión con su propia dimensión espiritual”.
Su mensaje está centrado en la espiritualidad universal, libre de dogmas y solemnidades. Ha realizado giras por distintas regiones de Argentina Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador y España y ya tiene confirmadas para febrero de 2024 sus primeras actuaciones en México.
En Mendoza fue director artístico del festival Americanto, creador del festival “Bendita Música” y se desempeñó como Director Provincial de Desarrollo Cultural de la provincia, donde ha generado ciclos y programas artísticos como “Peña popular itinerante”, “Mendoza en Buenos Aires y “Canción naciente”, entre otros.
También ha dirigido la cátedra libre de extensión universitaria “La Música como Terapia” en la Universidad de Congreso (Mendoza), donde se ha desempeñado como docente de la materia “Música” en la carrera de danza dirigida por Maximiliano Guerra.
Tiene editados seis discos: Ezeiza, (2002); Disfraces, (2006); La Canción de la Eternidad, (2011); Puentes, (2014); Sonido Primordial, (2016) y Un Espacio Posible, (2020). Un séptimo disco está listo y espera su lanzamiento para 2024. Además editó dos libros: “De Mendoza a La Meca” y “Palabras en el Jardín”. Actualmente se encuentra terminando su tercer libro.
Si bien su bagaje espiritual está presente en casi todas sus actividades, Juan contó que su vínculo con la música comenzó siendo muy joven, pero esa pasión tuvo que ser relegada durante el tiempo de aprendizaje del sufismo, hasta que conoció al maestro sufi y violonchelista alemán Hassan Dyck con quien tuvo la oportunidad de hacer giras y que fue quien vinculó la dimensión musical a la vida espiritual.
“A partir de ahí comencé un proyecto que se llama ‘Sufí Mantra’, donde me dedicaba a componer melodías para frases devocionales sufíes, pero a la vez seguía componiendo canciones”.
Sin embargo Juan sentía que no expresaba su sentir completamente “cuando cantaba mis canciones dejaba afuera mi parte espiritual, y cuando interpretaba mantras, dejaba afuera mi historia musical de la infancia con folklore, rock y otras melodías”, recuerda.
“Recién en 2019 ese proceso maduró en mí y pude expresar mi dimensión espiritual en castellano y en ritmo de milonga”.
Saliendo del aspecto religioso y llevando la cuestión musical a un plano místico, el músico admite que “en mis prácticas de canto siento inmediatamente el cambio energético de una frecuencia centrada en el pensamiento repetitivo a un estado de mente abierta y en paz interior”.
En relación a su último trabajo discográfico, Lucangioli cuenta: “siento que es un disco de mucha sanación y es increíble cómo durante el proceso de grabación sentía cómo iba generando adentro ese cambio de frecuencia. Pero también hay otro que va generando cambios en uno a mediano y largo plazo de cómo uno elige y quiere vibrar en esta vida”, describe y agrega “la composición es un cambio energético y un salto cuántico muy fuerte”.
La música como disipador de conflictos bélicos
Durante la entrevista, y anteriormente en un posteo de Facebook, Juan Lucangioli narra uno de los hechos más inexplicables para la mente racional y que sin embargo puede considerarse uno de los milagros que produce la música. En un contexto de guerra, como el que viven hoy los pueblos de Israel y Palestina, la música impone la disolución de límites geográficos e ideológicos.
“Recuerdo la emoción que sentí cuando mis amiga Deva Premal me contó que habían interpretado mi música ‘Hasbunallah’ en Tel Aviv, en un escenario en el cual unieron a músicos de origen israelí y giradores sufis de origen palestino. Creo que pocas veces pude haberme sentido tan realizado en mi trabajo musical como en esa ocasión” describe y agrega: “Suena mucho más despacio que un tiro o un misil, pero estoy seguro que llega mucho más profundo y activa la única fuerza de cambio en la que tengo esperanza: el corazón de los seres humanos. Sólo allí encontraremos la Paz que anhelamos”, concluye.
Juan Lucangioli se presenta esta tarde en Almazen de Aromáticas, en Luján de Cuyo, para interpretar canciones de sus discos, presentar nuevos temas y llenar los espacios exteriores y espirituales con su talento.
FICHA DEL CONCIERTO:
Juan Lucangioli presenta: “Canciones en el Jardín”.
Fecha: sábado 14 de octubre
Hora: 17.
Lugar: Almazen de Aromáticas; Ruta 82 (Panamericana) km 26, Luján de Cuyo, Mendoza.
Entradas anticipadas: $2000 por EventBrite.com. Cupos limitados.
Si quedaran entradas disponibles podrán adquirirse el mismo día y lugar del evento a $2500.