En un mundo en donde la ansiedad, el estrés son cotidianos, las personas buscan cada vez más actividades que les permita salir de la rutina diaria. El mosaico hoy es el refugio de quienes buscan la transformación y relajarse, liberar el estrés, calmar la ansiedad, desarrollar la creatividad y estimular la mente.
Quienes participan de los talleres observan en pocas semanas cambios positivos, como aumentar la confianza en sí mismos y la autoestima. Afirman que obtienen un mayor conocimiento de sí mismos, gracias a la libertad de expresión que potencia el arte y la capacidad de identificar sentimientos propios.
El mosaico es una práctica artística, única por su modalidad expresiva, que tiene un lenguaje propio y cuya cualidad es la “perdurabilidad”, por los materiales utilizados.
Desde tiempos milenarios, se trata de una forma de arte duradero desarrollado en diversas culturas alrededor del mundo. Los historiadores ubican el origen del mosaico en la Mesopotamia, alrededor del año 3000 a.C.
Obras compuestas de marfil, caracoles y piedras, piezas decorativas y abstractas que sentaron las bases de los mosaicos realizados miles de años después en la antigua Grecia y el Imperio romano. Se dice que los romanos consideraban tan exquisito el arte de hacer mosaicos que pensaban que solo podían crearlo las musas o los favorecidos por ellas.
A diferencia de los fabricantes mesopotámicos, los artistas clásicos optaron por crear imágenes, patrones y motivos en sus mosaicos. La práctica fue revivida por los modernistas: desde el gran Antoni Gaudí hasta los diseñadores art déco, los artistas modernos ayudaron a mantener viva esta antigua forma de arte y asentaron las bases para los creadores de mosaicos actuales.
Visión actual del mosaico
Cada mosaico está compuesto por teselas (pedacitos) de materiales, que individualmente sólo son descarte de algún objeto, o material en bruto, pero al incluirlo en la obra, cobra vida, logrando una resignificación.
Tiene que ver también con la esencia de las personas, que, en momentos difíciles, se logra salir adelante uniendo los pedazos del corazón.
El mosaico fortalece y eso da valor. Decorativo, artesanal, artístico y monumental “todo es mosaico” en la actualidad no hay una sola definición concreta que abarque todo, porque el mosaico es presente pasado y futuro.
Metales, cables, azulejos, cerámicas, vidrios, piedras, cortezas de árboles, lajas, mármoles, gemas, diferentes colores y texturas enriquecen la actividad.
El trabajar con distintos materiales hace desplegar las aptitudes de la persona, combinar colores, diferenciar texturas y materiales, permitiendo la asociación y diferenciación de patrones, todo lleva a una concentración en la actividad, fortaleciendo la capacidad de concentración y atención plena.
Todos los seres humanos necesitan el arte en sus vidas, y cumple con una de las mayores y hermosas funciones primarias como sociedad, aportan testimonio de lo que identifica a cada persona. El mosaico da vida, alegría, emociona, conmueve y apasiona.
Para algunos puede ser un hobby, para otros un pasatiempo, o un momento de desconexión del día. Cada persona le da magia a su expresión.
El mosaiquismo es terapéutico, le hace bien a la cabeza y al estado de ánimo.
Es un desafío mental y aporta a la resolución de problemas: aumenta la autoestima, favorece la tenacidad ante la adversidad, reduce el estrés.
También es cierto que ayuda a centrar la atención y los pensamientos en una tarea en el aquí y ahora: aumenta la capacidad de concentración y la memoria
Además, fomenta la creatividad: da un sentido de orgullo, plenitud, logro y favorece la perseverancia
Por último, permite crear belleza, reinventar, reutilizar, decorar, embellecer.
La autora es mosaiquista. Instagram: @kf.mosaic