Sin parejas estables, sin matrimonios anteriores o vínculos amorosos claramente documentadas, el de Javier Milei es un enigma cuando se trata de explorar sus relaciones sentimentales. Por supuesto que, para una figura como él, presidente de la Nación y responsable del rumbo (o desvarío) actual del país, no es su vida privada lo que más debe importar. Pero ahí está y, a diferencia de otros casos, es el propio presidente el que se preocupa por hacer patentes sus escarceos amorosos.
Lo que resulta interesante es que de Milei hemos podido conocer su amor apasionado por las mascotas (las efigies de sus perros adornan el bastón presidencial) o la firmeza de la pareja filial y política que forma con su hermana Karina. Sin embargo, sobre sus parejas amorosas se ha sabido menos o, en todo caso, se ha atestiguado mucho más. Y decimos esto porque lo más destacable es que Milei ha hecho de sus romances más una representación que una realidad.
De su relación con la cantante Daniela Mori (ex Las Primas) poco se sabe: aún no era una personalidad reconocida cuando transitaron su romance. Pero con Fátima Flórez, prácticamente supimos que formaba Milei una pareja cuando este ganó las elecciones presidenciales. Luego, en la asunción “se mostró” (este es el término) con la actriz, tal como lo hizo especialmente más tarde en una de las galas posteriores a la asunción, y realizadas en el teatro Colón. Justamente el Colón ha sido escenario, una vez más, para esta representación de un nuevo supuesto romance, ahora con Amalia Yuyito González.
Lo que resalta es que, a diferencia de otros casos, cuando las relaciones van conociéndose o confirmándose en otros ámbitos, Milei pareciera querer ya representar sus relaciones justo a la vista de todos, provocando un efecto a veces inverso: que estas terminen pareciendo sólo una apariencia.
El tiempo dirá si hay amor de pareja efectivo en el devenir de los días de Milei o si el enigma continúa y los mastines del presidente siguen siendo su único amor.