Medicina tradicional andina: por qué los yuyos ayudan a mejorar el estado psicofísico y emocional

El consumo de plantas medicinales forma parte de la historia de la Humanidad, sin embargo, tras siglos de casi perderse ese conocimiento, la sociedad está volviendo a interesarse por el estudio de una sabiduría resguardada por la tutela de las culturas andinas.

Medicina tradicional andina: por qué los yuyos ayudan a mejorar el estado psicofísico y emocional
Lo ideal es utilizar plantas de la zona donde se habita

Las culturas andinas han cobrado, en los últimos tiempos, una mayor visibilidad gracias al rescate por parte de ciertos grupos (sobre todo jóvenes) de la mirada hacia las cuestiones tradicionales de las regiones que habitan. Así, conceptos vinculados a la Pachamama que durante siglos permanecieron alejados de lo que se consideraba “cultura” hoy forman parte de prácticas más o menos frecuentes y cada vez con mayor cantidad de adeptos.

Cada zona tiene una vegetación autóctona que sirve a quienes allí habitan
Cada zona tiene una vegetación autóctona que sirve a quienes allí habitan

Entre estos conceptos se encuentra la medicina tradicional, definida por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como el conjunto de prácticas, creencias y conocimientos sanitarios basados en el uso de recursos naturales (plantas, animales o minerales), terapias espirituales y técnicas manuales que buscan mantener la salud individual y comunitaria.

Dentro de esta, se encuentra puntualmente la medicina tradicional andina que, según Wikipedia, “sustenta la salud en el equilibrio cálido/frío y el pensamiento animista del mundo. Su metodología parte de explicar el sentido holístico de la vida, los agentes tradicionales de salud asumen su rol como un don divino y basan su intervención en la restitución del equilibrio con rituales y plantas medicinales”.

La misma publicación advierte que muchos de esos conocimientos y prácticas provienen de épocas anteriores al imperio Inca; otros – difíciles de identificar y separar del conjunto – deben haber nacido de las culturas originarias pre-incaicas y que, además, después de la conquista, la introducción de especies traídas de otros continentes ha incrementado la variedad del uso de plantas medicinales. “El fundamento del sistema de salud andino contemporáneo es una concepción o representación de lo que es estar sano o tener salud”, completa la publicación.

Latinoamérica es muy rica en variedades animales y vegetales, aunque cada región tiene sus particularidades que están asociadas a las necesidades nutricionales de sus habitantes. Así, las plantas curativas de México o Perú difieren de las de Brasil o la Patagonia y fundamentalmente cada una alberga en sí los nutrientes necesarios que colaboran con el sostenimiento de la salud de quienes allí viven. Al menos así pensaban los pueblos originarios.

La hoja de coca considerada también una planta sagrada
La hoja de coca considerada también una planta sagrada

“Los sabios andinos explicaron con sus propias palabras los principios de relacionalidad, reciprocidad, correspondencia, complementariedad” explica el portal brasilero Pesquisa. “En su racionalidad todo funcionaba como un proceso holístico, involucraba a todos los componentes del Universo. Las plantas armonizan el cuerpo-espíritu en unidad. Las plantas tuvieron tres funciones principales: sanación, alimentación y elemento sagrado”, y agrega: “La recolección de las plantas, su preparación y la administración fueron los tres momentos del proceso de curación”.

En estos momentos en que algunos aspectos de la ciencia farmacéutica están siendo cuestionados por una sociedad que se siente cada vez más enferma, es lógico que la mirada se vuelva hacia los procesos curativos naturales. En este sentido, Los Andes mantuvo una charla con Daniel Muzlera, fundador de Kayayay (Centro de estudio de plantas medicinales) @medicina.kayayay, quien sintetizó los conceptos primordiales para entender el proceso orgánico mediante el cual las plantas medicinales colaboran con el mejoramiento de la salud.

“Hace miles de años se vivía de un modo muy distinto, el alimento y la medicina estaban en el ecosistema. Hoy en nuestra vida moderna, aljados del ecosistema, de su medicina y alimento, las condiciones son distintas y por este motivo tendemos a enfermar más”, comienza a explicar, y agrega: “La medicina principal es la comida, tenemos que discernir qué comemos porque eso tiene que ver con cómo peensamos, nuestro primer cerebro que nuestro estómago. Nosotros vamos a percibir la realidad de acuerdo a las condiciones en que tengamos nuestro estómago. Por eso es importante tener un higienismo interno como hábito”.

-¿Cómo se logra eso?

-Primero no ensuciando, intentando comer sanamente, evitando ciertos alimentos que no son buenos para la salud como las harinas, los lácteos, los azúcares, los conservantes y los colorantes porque no nos ayudan como alimento pero ensucian muchísimo el sistema. El cuerpo, al no tener la capacidad de limpiar tanto como se ensucia, empieza a acumular y genera un ámbito perfecto para la parasitosis.

-¿Cómo nos damos cuenta?

-Porque se empiezan a producir ciertos síntomas en las personas, que con el tiempo se transforman en lo que conocemos como “enfermedades” y que para la visión de la medicinas tradicionales tiene que ver con un desequilibrio con la Pachamama. En la medida que ensuciamos nuestro sistema, el cuerpo siempre va a intentar encapsular la mugre si no logra evacuarla, y esos microencapsulamientos le dan el terreno perfecto a esta parasitosis para que nos terminemos enfermando.

-¿Cómo se puede contrarrestar?

-La idea sería tomar un litro de yuyo por día para poder oxigenar el sistema que está un poco colapsado. Al tomar el yuyo, la clorofila empieza un proceso de oxigenación a nivel celular para liberar la situación parasitaria y de suciedad. Yuyo significa alimento.

De acuerdo a la explicación de Muzlera, cuando una persona tiene su sistema “sucio”, su capacidad para captar la realidad también se ve distorsionada. Desde el punto de vista práctico es fácil entender este concepto al compararlo con estados de alcoholización o ingesta de comidas pesadas: la persona comienza a percibir el entorno de manera diferente y hasta las decisiones simples se ven afectadas. Si trasladamos esto mismo a un estado cotidiano por mala alimentación, es fácil entender que la percepción se distorsione por periodos prolongados de tiempo, o tal vez durante toda la vida. Todo depende del tipo de alimentación. Por el contrario, la limpieza también afecta, de manera positiva, la percepción de la realidad.

“La mala alimentación y la parasitosis generan adherencia en nuestros puntos de vista con los que captamos nuestro entorno, y que justamente es generada por los residuos y la parasitosis, y vamos a ser presa de esa manera de pensar sin poder salir de ahí, sin tener una visión multidimensional mucho más amplia.”

La medicina moderna y la tradicional conviven colaborativamente
La medicina moderna y la tradicional conviven colaborativamente

-Entonces, ¿hay un nexo estrecho entre la ingesta de yuyos y la percepción de la vida?

-Según las medicinas tradicionales de todo el mundo, no solamente la andina, el estómago es como un cerebro. Por eso nuestros antiguos decían “Panza sucia, piensa mucho”. En la medida que nunca limpiemos el estómago, empezamos a pensar con una frecuencia mental muy alta que desata disfunciones que alteran el comportamiento y la percepción de la realidad, porque está alterada. Cuando nosotros hacemos un proceso de ayunos o purgas, que siempre están unidos al reino vegetal, notamos que se modifica nuestra manera de entender la vida, estamos menos ansiosos, menos preocupados y podemos estar un poquito más tranquilos. A la vez, generamos menos temas pendientes (NdR: en lo cotidiano, temas laborales, familiares, personales). Así podemos regular nuestros espacios internos con nuestros pensamientos. La ansiedad es una clara alarma de que has generado muchísimos pendientes y que estás como loco.

-¿Cómo se sale de ese círculo vicioso?

-Para calmar la ansiedad y estar más tranquilo se puede comenzar por un encadenamiento de tomas de plantas medicinales con distintos sabores. Cada planta se toma durante 28 días y esto va a ir limpiando el estómago, el sistema y por ende, aclarando el pensamiento. Pero si estoy limpiando mi casa, no la ensucio de nuevo. Es decir que también hay que comer sano. Es una manera de comprender la vida muy distinta que atraconarse con porquerías.

-¿Qué tipo de yuyos se toman? ¿Se pueden comprar en una dietética o herboristería?

-Por supuesto. La limpieza se hace con los yuyos del mismo ecosistema donde uno vive, no hace falta que tomemos plantas de la India, ni de México. En el caso de Mendoza pertenecemos al Valle de Huentata y en nustras plantas nativas tenemos nuestras medicinas, porque ahí es donde está nuestra identidad. Así pensaban nuestros originarios, por eso ellos tenían una manera de vivir frente al ecosistema de muchísimo respeto y equilibrio: “Ayni” que es la reciprocidad permanente, el motivo por el cual ellos encontraban sanación en sus vidas, porque estaban en permanente reciprocidad con el círculo de la vida del ecosistema. El conocimiento andino es integral, entonces como limpian los yuyos el sistema, la persona también va limpiando su forma de ver la vida y percibir el entorno.

Para terminar, Muzlera destacó que la medicina tradicional andina no está reñida con la alopática, sino que ambas buscan mejorar la salud de las personas. “Hoy cada vez más tenemos a disposición un antiguo conocimiento de modo de vivir sanamente con nosotros mismos y en una relación armónica con el entorno. Según nuestros antiguos, la salud deviene de vivir en equilibrio con la naturaleza y nuestras relaciones apuntando a un ‘Sumaj Kawsay’ que significa ‘buen vivir’”, remarcó.

Inmediatamente agregó: “En la actualidad el ser humano tiene la medicina moderna, y la medicina aborigen está en combinación para mejorar el estándar de vida de las personas colaborando con los procesos e intentando colaborar y tonificar los procesos medicamentosos modernos. Eso tiene que quedar muy en claro, porque parecería que nos peleamos buscando quién tiene razón, cuando en realidad estamos todos al servicio del ser humano”, finalizó.

Los pueblos originarios andinos conservaron las tradiciones y conocimientos acerca del vegetalismo autóctono
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