Pasada la una de la mañana se conoció quién ganaba el Martín Fierro de Oro y resultaba un poco obvio. Gran Hermano se llevó la estatuilla más esperada de la noche, premio que recibió Santiago Del Moro, ya sin camisa y con la camiseta argentina, rodeado de productores, hacedores, Alfa, Marcos, Julieta, Daniela, La Tora y Nacho, los únicos “hermanitos” invitados a la fiesta de la televisión.
Desde 1992, año en que se instaló esta categoría, se ha convertido en la aspiración máxima de la noche de la entrega de los premios. Todo aquel que gana un Martín Fierro es potencial ganador de la estatuilla de oro. El primero que lo tuvo en sus manos fue Nicolás Repetto, que lo ganó con Fax. Después lo ganarían los almuerzos de Mirtha Legrand, Susana, Antonio Gasalla y las ficciones.
Sí, titulos como “Resistiré”, “Lalola”, “Simuladores”, “Graduados” y “100 días para enamorarse”, que fue la última gran ficción en quedarse con este premio, dejaron su huella en la historia de los premios más importantes de la televisión argentina. Pero desde el año pasado, la cosa cambió y los últimos dos ganadores fueron realities, muy a pesar de los defensores de la ficción, que durante la gala de estos Martín Fierro fueron un montón.
Y así fue como, pese a sus detractores, el reality que despertó a la televisión se llevó el oro, en una noche llena de sorpresas. Como la del rubro mejor programa de música, en la que Germán “Tripa” y su esposa, Flor Otero, se alzaron con la estatuilla, frente a gigantes como “Festival País” (TV Pública), o “La Peña de Morfi”, candidato indiscutido a este premio. O el premio a mejor panelista que se le escapó a Yanina Latorre, a quien todos se lo daban por ganado.
Pero lo cierto es que Gran Hermano fue el gran programa del año que pasó. El reality rompió todos los récords que pudo romper y despertó un gigante dormido. En épocas en donde las audiencias se van a otros formatos, como el streaming o las apps de contenido on demand, Gran Hermano atrapó al público como nunca antes.