¿Qué harías si tu nuevo grupo de amigos lleva una vida totalmente opuesta a la tuya? ¿Cambiarías para encajar? Así comienza la historia de Simón, un joven que entabla una relación con un grupo de adolescentes con distintas discapacidades y finge tener una para conectar con ellos, con sus juegos, con sus chistes internos, sus amoríos y rebeldías.
Simón de la montaña es un film dirigido por Federico Luis, que ganó el premio de la Crítica en la última edición del Festival Internacional De Cannes, producida por el mendocino Ramirro Navarro, y con la participación estelar de Lorenzo “Toto” Ferro, hijo del reconocido actor Rafael Ferro.
Lorenzo encarna a ese personaje en su segundo protagónico en un film luego del éxito de El Ángel, donde interpretó al asesino Carlos Robledo Puch, que con tan solo 20 años fue condenado a cadena perpetua.
Simón de la montaña sin dudas es una película diametralmente opuesta, que trata temas delicados, pero sin golpes bajos, con una cuota de humor y otra de crudeza. La montaña mendocina es el lienzo sobre el cual se despliega esta obra que fue grabada en la provincia.
Desde una famosa marca de papas fritas hasta la línea de micros 700, la película cuenta con infinidad de pistas y elementos icónicos de Mendoza. Es por esto que la avant prémière no se realizó en Buenos Aires, sino en Cinemacenter en La Barraca este viernes 1 de noviembre, para hacer honor al lugar que vio este film surgir.
Simón de la montaña ya ha recorrido los festivales más prestigiosos del mundo, ganando en Cannes, Múnich, Lima, Montreal, Santiago de Chile y compitiendo oficialmente en San Sebastián, Shanghai, Morelia y Biennale.
Lorenzo “Toto” Ferro encarna a Simón en Mendoza
Con una actuación brillante, que eriza la piel; Lorenzo hace el papel de Simón, el cual de demanda de ciertos dotes actorales muy difíciles de lograr pero que fueron ejecutados a la perfección y dan placer mirar en la pantalla grande.
En una entrevista con Los Andes, el actor reveló los pormenores de este gran desafío, cómo manejó el tema de la discapacidad y qué significó para él filmar en el medio de la montaña.
—¿Cómo te surgió la propuesta de hacer esta película?
—La primera propuesta fue hace cinco años, pero era otro proyecto en realidad: el guion era muy distinto y yo iba a hacer el rol de un personaje que incluso ya no existe hoy en la película. Después pasaron muchos años en el medio, muchas reversiones de guion hasta que un día la película terminó siendo otra. Lo único que no había cambiado era la montaña. Pero me propusieron protagonizarla. Mi primer impulso fue decir que no. Esto fue en 2021. Me parecía un personaje muy complejo y yo en ese momento estaba un poco inseguro de mis dotes actorales y no me sentía en el mejor momento para abordar un proyecto tan exigente. Simón es un personaje demasiado complejo. Pero la verdad es que después lo pensé un poco mejor. Federico (el director) me esperó, no tomó ninguna decisión en el medio, quizás fue la intuición. Tiempo después volví a leer el guion y me emocioné, lo empecé a sentir un poco mío y creí que era una buena oportunidad para hacer algo que iba a ser muy difícil, pero que valía mucho la pena. Así que fue muy lindo el camino.
—¿Cómo fue el proceso de preparación para interpretar ese personaje? ¿En qué inspiraste para, como decías recién, construir un personaje tan complejo?
—El proceso de preparación incluyó tres meses de ensayo junto al director y a Sofía Briet, que es una coach teatral de Buenos Aires, muy genia. Primero empezamos solos, sin Pehuén Pedie (el coprotagonista), ensayando escenas de la película, grabándolas y viéndolas al otro día para marcar errores o algunos gestos. Ya a la mitad de los ensayos apareció Pehuén y se convirtió también en una especie de coach mío. Un poco como pasa en la película. Pero cuando apareció él también se volvió más difícil porque yo tenía que actuar todo eso que había ensayado antes con los chicos enfrente de él, lo que significaba, en un punto, intentar parecerme a él. Entonces empecé a sentirme incómodo y tuvimos que trabajar también sobre eso, que yo empezara a sentirme cómodo actuando. Fueron muchas capas de complejidad en las que había que tocar cosas muy humanas y profundidades bellas en todos los ensayos. Era un enriquecimiento además de un ensayo.
Discapacidades y sensibilidad
Cuando Toto Lorenzo señala que le costó trabajo construir su personaje el asunto está claro. Sus dudas y miedos surgían del no saber cómo abordar la discapacidad y hacerlo bien era esencial para él.
“Terminamos entendiendo que Simón es un personaje, que en vez de querer simular ser discapacitado y que eso le salga a la perfección, está jugando y le puede salir de cualquier manera, o sea, no hay ni mal ni bien. Puede uno quedar de manera ridícula intentando actuar de discapacitado y eso le empezaba a quedar bien a la película también; es decir que el espectro estaba muy abierto en relación al juego”, explica. Y ejemplifica: “Cuando uno empieza a jugar demasiado al fútbol y lo cortan, uno no se quiere ir de la cancha. Es lo que le pasa un poco a Simón: empieza como un juego y hay juegos en los que uno se mete tan a fondo y se los toman tan en serio que terminan volviéndose algo más real”.
—¿Por qué crees que Simón busca contención en este nuevo grupo de amigos? Con sus sus risas, sus charlas, sus ocurrencias.
—Simplemente porque es lindo también ¿no? Es lindo moverse, no quedarse quieto. Quizás Simón ya tenía (no se muestra en la película, es un pensamiento que tenía yo en la cabeza) un grupo de amigos de toda la vida, y se empezó a aburrir y quiso conocer gente nueva y como nos gusta hacer a todos. Otra mirada, otra manera de ver y sentir el mundo y descubrir si uno se puede acercar a esas miradas que tienen las personas que uno está conociendo. Acercarse a nuevos puntos de vista y a nuevas maneras de ver la vida que estén alejadas de lo que uno ya tiene construido. Hay una infantilidad tan bella en algunas escenas en particular cuando ellos están todos juntos: cómo se ríen, cómo se divierten, cómo destrozan los muebles. Por ahí el mundo le está pidiendo a Simón que crezca y y él no quiere crecer quiere crecer, quiere seguir conociendo el mundo. Quiere crecer de esta manera, no quiere abandonar al niño que tiene adentro, quiere utilizar ese niño interior que él tiene adentro para crecer. Crecer se trata de jugar con las cosas con las que uno juega de niño siendo adulto; o agarrar las cosas de la adultez y jugar como si fueses niño.
—¿Cuál fue la escena que más te costó rodar?
—Le tenía mucho miedo a la escena de la pelea del final. Cuando me enojo mucho y me peleo con mi mamá y rompo toda la casa. Siempre le decía al director que yo quería ensayar esa escena porque tenía miedo de que no me saliera, no poder enojarme de verdad. Pero llegamos a filmarla y no la habíamos practicado nunca. Federico me dijo: “Tranquilo, confiá en mí”. Y la verdad fue increíble hacer esa escena. Todo lo difícil, que pensaba que iba a hacer lo fue, pero fue muy real también; se sintió muy fuerte. Además, me costaban las escenas del viento zonda, porque recibía todo en la cara.
—¿Grabaron en días de viento zonda o fueron efectos cinematográficos?
—Había ciertos trucos de magia del cine, pero la mayor parte del viento que sale en la película es porque había zonda de verdad.
—La montaña puede ser un lugar hostil, árido y desolado. ¿Creés que esto se relaciona conceptualmente con algún aspecto de la película?
—Los seres humanos no tienen el control, por más que lo crean. En cualquier momento puede llegar un viento zonda, espiritual o real, y darte vuelta a la vida. Creo que eso es lo que genera la montaña. Y el director supo al pensar esta película que tenía que ser grabada en la montaña. Después empezó a pintar a los personajes. Eso da esa sensación de grandeza y de extrañeza: se muestran pequeños pueblos donde no se usa el teléfono, donde las maneras de divertirse son otras.
—¿Podemos decir que en un momento de la película la vida personal y familiar de Simón se mezclan con su nueva personalidad?
—Es lo que decíamos del juego. Creo que Simón empieza a jugar y es como alguien que se vuelve adicto a jugar al póker. En un momento el juego le gana al jugador y deja de ser el jugador disfrutando del juego. Está bueno porque uno sale haciéndose estas preguntas cuando va a ver esta película al cine: “¿Está todo organizado? ¿Estaba fingiendo siempre o era algo que ya tenía de cero? ¿Se lo cree él de verdad o no?”. Son preguntas que uno se hace frente a un personaje que no revela del todo sus intenciones. Eso está bueno.
La voz del productor
“Esta película me había llegado hace años bajo otro nombre y siempre la seguí muy de cerca. Cuando por fin leímos el guion final creo que la evolución que había tenido la película había sido perfecta; ya desde el guion podíamos ver que esto iba a ser algo totalmente diferente a lo que se hace usualmente así que para mí es una película que significa mucho; que me ha dado muchísimas satisfacciones a nivel profesional y humano”, comenta el mendocino Ramiro Navarro, productor de Simón de la montaña.
El también responsable de la producción en la Argentina de la película Mi amigo el pingüino, señala algunos desafíos que conllevó rodar esta película: “La filmamos en tiempo récord, con una producción extremadamente difícil debido a las características de los personajes y las complejidades de una película de este tipo. Pero realmente no hubo mayores percances de los que hay siempre en una en una producción de cine. Yo siempre digo que hacer una película es una sucesión de pequeños milagros y Simón es una de esas. Un pequeño milagro”.