Literatura en la Tebaida sanmartiniana

El lugar en el que soñaba San Martín pasar sus años finales, actual departamento que lleva su nombre, es un polo de gran actividad literaria.

Literatura en la Tebaida sanmartiniana
Un momento del encuentro literario Tierra bonarda, realizado en el Templo del Vino del departamento de San Martín, en agosto de 2024.

La denominación de “Tebaida” designaba en la Antigüedad una región de Egipto que devino refugio de numerosos ermitaños. Esta vida eremítica fue iniciada por Antonio Abad, quien impuso como regla de estos monjes un estilo de vida en comunidad, sencillo y austero, y basado en el trabajo.

Esta apacible existencia alejada del mundo fue sin duda la que añoraba San Martín cuando forjó el propósito (lamentablemente nunca concretado) de retirarse a su chacra mendocina, para vivir como campesino. En realidad, como sabemos, solo alcanzó a vivir unos pocos meses, entre febrero y noviembre de 1823, en estas tierras del hoy departamento de San Martín, que había recibido del gobierno de Mendoza y en las que elevó una residencia a la que solía referirse como su “Tebaida”. A imagen de esta antigua casona se ha erigido una réplica que es hoy el Museo Las Bóvedas, en la ciudad de San Martín.

Varias veces declaró el Gran Capitán este afán de retornar a una tierra tan cara a sus sentimientos, buscando un oasis de descanso y silencio en medio de los agitados días del combate: “Sueño con regresar a mi Tebaida”, escribió en varias cartas a sus amistades. Extrañaba la tierra mendocina y quería pasar allí sus últimos años, en el retiro de la vida rural, en su finca de Los Barriales, dedicado al cultivo de la tierra. De hecho, había encargado al agrimensor chileno José Herrera la mensura de los terrenos y el trazado de una acequia para dotarlos de agua.

De este breve retiro sanmartiniano han quedado diversos testimonios, como el de Robert Proctor, un viajero inglés que relató que el prócer (a quien tuvo oportunidad de conocer en esos meses de 1823) “llevaba una vida muy tranquila, residiendo habitualmente en una propiedad suya a 8 leguas de la ciudad […] Parecía muy apegado a Mendoza […] Y, sin duda, como este lugar fue el punto donde comenzó su brillante camino, érale el más querido”.

Este territorio se erige así en la tierra perpetuamente añorada por San Martín en su ostracismo europeo y con el correr de los tiempos ha devenido no solo un memorial perpetuo del héroe, sino que -de algún modo- esas condiciones propicias al reposo en un entorno agreste de los tiempos augurales (que tan bien conoció el valoró el Libertador) han dado de sí una rica constelación de creadores: narradores y poetas que prestigian la cultura de Mendoza.

En relación con el florecimiento de las letras en este rincón mendocino, el pasado sábado 3 de agosto se realizó en el Templo del Vino Bonarda Argentino un encuentro literario denominado precisamente “Tierra Bonarda”, organizado por dos incansables y destacadas escritoras del departamento de San Marín: Magdalena Liliana Greco y Viviana Abraham. El encuentro fue auspiciado por la Municipalidad de San Martín, a través de su Dirección de Cultura, y contó con la presencia de autoridades y de un nutrido grupo de escritores de diversos departamentos de la provincia.

En este contexto se realizó un homenaje a un escritor sanmartiniano recientemente fallecido: Alberto Labrador Rubio, poeta, narrador, ensayista e investigador entusiasta de la cultura de la provincia, que ha escrito -entre otras obras- cinco novelas: Donde mueren los pájaros; El día comienza a medianoche; Sombras blancas; Dos cartas; Tres destinos; Tablas de un presidiario o El rescate perfecto.

La originalidad de este estudioso de nuestro pasado radica en haber volcado en verso el resultado de sus investigaciones, como ocurre con el volumen titulado Nuestros huarpes (2000), que incluye una página introductoria de Juan Draghi Lucero, en la que se destaca precisamente el valor de una obra dedicada a rastrear el misterio de la tierra: “El señor Labrador nos lleva, a lo largo de sus versos, por los paisajes y seres humanos desaparecidos del mundo de los vivos, pero permanentes por el valor de su obra hecha con amor tradicional”. Draghi destaca asimismo del valor de haber volcado sus pensamientos en el molde de la más genuina tradición popular: el verso octosílabo.

De modo análogo encaró Alberto Labrador el rescate de figuras legendarias tales como la Martina Chapanay, a la que denomina Tigresa del desierto en un folleto homónimo (2006) que narra los principales hechos de su vida; en él leemos, por ejemplo, la siguiente alusión a la tragedia del personaje, relacionada con el dolor de los vencidos en los combares fratricidas: “Tenías los pies en la arena, / la vista en cielos nublados, / pero tu mundo de sombra / era cambiante y amargo /… / La religión de tus lunas / marcan silencios lejanos / contra leyes que protegen / la injusticia y el atraso” (p. 11).

Integró el grupo literario “Poetas de Tebaida”, que constituyó y constituye un hito cultural en la vida del departamento. Vale la pena recordar la actuación de este grupo, que fue coordinada desde la década del 90 por Alicia Brizuela de Romero (que firmaba con el seudónimo Alicia Briero). En 1994 se editó la primera plaqueta utilizando el nombre Poetas de Tebaida, en alusión al nombre que José de San Martín diera a su Chacra en el terruño sanmartiniano.

Se publicaron luego varias plaquetas y cartillas, difundidas en diferentes encuentros y celebraciones con esa denominación, con la participación de escritores de San Martín, Palmira, Junín y Santa Rosa. El grupo fue parte también del Proyecto Municipal “San Martín lee” en 2001 y 2002.

Además, Alicia Brizuela, Blanca Nélida Gutiérrez, Alberto Labrador Rubio y María Cristina Tropiano realizaron una antología, que reúne a veintitrés escritores de la Zona Este, llamada Poetas de Tebaida; selección de poesías, cuentos y relatos (2003), presentada en la Biblioteca Popular Ricardo Rojas el 13 de noviembre de 2003. En 2011 Tropiano y Brizuela encararon un proyecto de 12 voces femeninas de 16 a 84 años, llamado " Mirada de Mujer”. El grupo continúa con lógicas altas y bajas de participantes en encuentros y café literarios hasta la fecha, sin otra publicación colectiva.

La historia literaria del departamento de San Martín exhibe muchos otros hitos destacados, que merecen un desarrollo más amplio; a modo de anticipo solo mencionaré la extraordinaria labor llevada a cabo por la editorial independiente Libros de Piedra Infinita, fundada en 2002 por Fernando G. Toledo y Hernán Schillagi, cuyo nombre rinde homenaje al poeta Jorge Enrique Ramponi y con la cual se ha dado a conocer la obra de numerosos poetas. O la publicación de la revista El Desaguadero, revista virtual de poesía que llevan adelante desde 2009 los mismos poetas y hacedores culturales mencionados.

Un reducto de cultura e historia, pues, en el corazón de Mendoza: la Tebaida sanmartiniana.

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