La lectura de hojas de coca, conocida en diferentes dialectos quechuas como kuka qhaway (Cusco), qatipay (Ayacucho) o katipa (Áncash), es una práctica milenaria de adivinación que ha sobrevivido al paso del tiempo en las comunidades andinas. A través de esta técnica, los qhawaq o lectores de coca, utilizan las hojas de la planta de coca (Erythroxylum coca) para obtener respuestas y guías sobre diversos aspectos de la vida cotidiana, espiritual, la salud o la toma de decisiones de la persona que consulta.
“No es comparable con tarot ni con nada de eso” adelanta Fernando Prats, integrante de Conciencia Activa, grupo mendocino para la difusión del conocimiento de la cultura y las medicinas andinas. “La hoja de coca es una planta sagrada que tiene una relación con la tierra. Las hojas se cuidan un montón y se seleccionan muy bien para la lectura”, explica.
La hoja coca
Las hojas de la coca (Erythroxylum coca y E. novogranatense) han sido utilizadas desde tiempos ancestrales con diferentes propósitos por comunidades indígenas en Sudamérica y Centroamérica, específicamente Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela.
Para la mayoría de usuarios en los Andes, la hoja de coca sigue teniendo un carácter sagrado y cumple funciones tónicas, terapéuticas, rituales y sociales. La hoja coca, al igual que otras plantas como la enredadera ayahuasca (Banisteriopsis caapi) o el cactus San Pedro (Echinopsis pachanoi), en la medicina tradicional sudamericana es considerada como una planta maestra: tiene un espíritu (Mamacoca) —o “sujeto no humano con agencia social”— que puede dialogar y enseñar saberes a las personas curanderas en los Andes y en la Amazonía.
Un medio de comunicación con lo divino
Más allá de una simple herramienta de adivinación, la lectura de coca es vista como una conversación con entidades sagradas que habitan en la cosmovisión andina. La Mama Coca, la Pachamama y los Apus, como se conocen a las montañas sagradas, juegan un rol central en este ritual. En el proceso, el lector no solo busca respuestas, sino que también negocia y dialoga con estas fuerzas para obtener orientación. Esto le otorga a la práctica un carácter profundamente espiritual y social.
En este sentido, Prats explica que “con la lectura se puede llegar a ver el perfil energético de la persona, o sea, se lee la energía de la persona a través de la hoja de coca y el eso te indica para dónde está yendo su energía”. Además, asegura que “con la hoja de coca se detectan hasta problemas físicos que todavía no se hayan manifestado”, y agrega: “las cuestiones energéticas, después van a derivar en algo de salud, lo que pasa es que cuando está en el estado anterior no se sabe para qué lado va a salir”.
Es importante destacar que la lectura es solo un diagnóstico, y no implica una “curación”. Para ello, el “taita” debe determinar qué tipo de trabajo debe hacer luego la persona. Estos trabajos o curaciones pueden ser una “limpia”, una ofrenda o algun otro tipo de ceremonia.
Documentos históricos
Hasta Wikipedia registra esta práctica, y además de definirla y documentarla con referencias específicas, hace una muy breve sinopsis de cuestiones históricas importantes. “El registro más antiguo se encuentran mencionado en la crónica Relación de las fábulas y ritos de los incas del clérigo español Cristóbal de Molina escrita alrededor de 1571 y en Miscelánea Antártica es una crónica manuscrita sobre el pasado prehispánico del Perú, escrita por el también clérigo español Miguel Cabello Valboa entre 1576 y 1586.
En 1664, la Inquisición en Lima reconoció que la práctica ritual y la adivinación era tan extendida en la capital del virreinato del Perú que resultaba imposible la eliminación de sus practicantes, y mucho menos de sus clientes. Como resultado, los tribunales de la Iglesia se retiraron hacia la persecución selectiva de los más famosos transgresores de la fe.
Aplicaciones en la vida cotidiana
La lectura de hojas de coca se usa para responder preguntas sobre cuestiones tan simples como encontrar un animal perdido o confirmar si una tarea fue realizada correctamente, hasta temas más complejos como la salud de un familiar o la veracidad de una decisión importante. En la medicina tradicional andina, la coca tiene un lugar central como herramienta diagnóstica. Los especialistas en la lectura pueden identificar enfermedades y proponer terapias basadas en las interpretaciones de las hojas, o incluso recomendar acudir a la medicina occidental si es necesario.
La técnica ancestral detrás del ritual
El proceso de lectura comienza con la formulación de una pregunta por parte del consultante. Luego, el qhawaq realiza una invocación a la Mama Coca, pidiéndole permiso para iniciar el ritual. Tras esto, se lanzan las hojas de coca sobre una manta tradicional llamada unkuña, también denominada mesa, que consiste en una manta de carácter sagrado que participa exclusivamente en los servicios de sanación, y rituales de transformación, La disposición de las hojas y su interpretación por parte del lector brindan las respuestas, las cuales pueden variar entre afirmativas, negativas o más descriptivas.
“Es una es un una sesión personal entre entre el taita y la persona que va a consultar”, explica Prats. En este sentido, adelantó que a finales de octubre visitará Mendoza uno de los lectores de hojas de coca más importantes de Perú, dado su linaje. “Jacinto Huamán es prácticamente es uno de los últimos pampamisayoq q’ero formados originalmente, es decir que no tiene influencias fuera de su cultura. Jacinto tiene relación con occidente recién desde hace 18 años”, contó Prats, tras una detallada explicación de cómo algunos pueblos de esta cultura pudieron mantenerse ocultos durante siglos, por lo que mantienen sus conocimientos intactos, transmitidos durante cientos de generaciones, sin intervención del hombre blanco.
Quién puede hacer la lectura
Tradicionalmente, la lectura de hojas de coca estaba en manos de los Altomisayoq,(quien dirige la ceremonia) personas que eran vistas como elegidas por los dioses al haber sobrevivido a eventos extraordinarios. Estas personas, consideradas especiales, eran las encargadas de guiar a las comunidades a través de sus dones adivinatorios y curativos.
Existían dos tipos de lectores, los “runa”, o personas comunes, que no tenían especialización y hacían lectura para la resolución de cuestiones cotidianas o de poca trascendencia. Y los especialistas, que eran reconociddos por su comunidad ganando aceptación y prestigio en función a sus aciertos, además de tener un espíritu aliado protector como un apu (espíritu de los cerros).
Objeto de investigación científica
La lectura de hojas de coca no solo es un reflejo de la cosmovisión andina, sino también un puente entre el pasado y el presente, que mantiene viva una tradición ancestral en medio de la modernidad.
Entre muchísimas investigaciones, Wikipedia rescata que en el norte del Perú, en el departamento de Lambayeque, la antropóloga alemana Réna Günduz en su estudio titulado “El mundo ceremonial de los huaqueros” describe técnicas de adivinación utilizadas por los huaqueros para encontrar tesoros en sitios arqueológicos moche con tres plantas enteógenas: el tabaco, el cactus san pedro y las hojas de coca. En el ritual de adivinación con coca, “las hojas se mastican hasta que se pueda extraer un sabor dulce de esta hoja amarga. En el momento y el lugar en que se siente el sabor dulce sobre el sabor amargo, es el sitio indicado donde debe existir una tumba enterrada”.