Las expresiones del asombro

Partimos del concepto de ‘asombro’, como “gran admiración o extrañeza”. Es grande la cantidad de términos que pueden manifestar esa sensación.

Las expresiones del asombro
Expresión gestual.

La admiración, la extrañeza, el asombro encuentran en nuestro español una gran variedad de adjetivos que resulta importante conocer para no caer en repeticiones ni en carencias.

Partimos del concepto de ‘asombro’, como “gran admiración o extrañeza”. Es grande la cantidad de términos que pueden manifestar esa sensación. Así, por ejemplo, puedo afirmar “Me quedé estupefacta, perpleja, atónita”; he expresado mi asombro a través de tres adjetivos, con ligeras diferencias en sus definiciones: ‘estupefacto’ muestra claramente dos partes, una primera que lo relaciona con el verbo latino “stupere”, equivalente a “quedar paralizado o aturdido”, y una segunda, relacionada con “factus”, del verbo “facere” o “hacer”. Por ello, este adjetivo se define como el que, por un hecho determinado, se hace o se vuelve asombrado: “Ante tal anuncio, se veía estupefacto”. Si consideramos el adjetivo ‘perplejo’, vemos que el asombro se manifiesta por la duda, la incertidumbre y la confusión; ello se debe a que, etimológicamente, “perplexus” equivalía a algo poco claro por ser “totalmente enredado”, significado logrado por la unión del prefijo “per-”, con la idea de intensidad o totalidad, y “plexus”, relacionado con el verbo “plectere” o “enredar”: “Después de esas declaraciones, el tribunal quedó perplejo”. En cuanto a ‘atónito’, nos explicamos su valor significativo por su vinculación con el verbo latino “attonare”, que equivalía a “paralizar por un trueno”; por ello, alguien atónito aparece pasmado o espantado por un objeto o suceso raro que, metafóricamente, actúa como un trueno que, con su estruendo, lo sorprende.

Coloquialmente, un vocablo para expresar asombro es el adjetivo ‘turulato’ como “alelado”, “pasmado”: “Se veían turulatos ante semejante tragedia”. No es lo mismo que ‘turulo’, cualidad que se predica de quien es tonto, falto de entendimiento o razón: “No podías hacerlo razonar porque se veía turulo”. Si la persona se queda parada por el asombro, se la califica como ‘patidifusa’; en este sentido, puede usarse también ‘patitieso’, términos transparentes en su significado porque, si se refieren a una persona, indican que por un accidente repentino o por frío, ella se queda sin sentido ni movimiento en las piernas o pies; también, se llama ‘patitieso’ al que aparece sorprendido por la novedad o extrañeza que le causa algo: “Ante semejante accidente quedó patidifuso” “En medio de la catástrofe, los pasajeros se mostraban patitiesos”.

Descriptivo resulta el adjetivo ‘boquiabierto’ no en su sentido literal de “que tiene la boca abierta”, sino como equivalente a “embobado o pasmado mirando algo”: “Boquiabiertos, los turistas extranjeros contemplaban las majestuosas cataratas”. Al respecto, la fuente académica nos dice que, en Costa Rica, México y Honduras y en jerga juvenil, se usa ‘apantallado’, desconocido en nuestro léxico habitual.

Cuando el asombro arrebata y hasta anula los sentidos, se pueden usar ‘embelesado’, ‘arrobado’, ‘extasiado’ o ‘subyugado’, participios respectivos de ‘embelesar’, ‘arrobar’, ‘extasiar’ y ‘subyugar’, que muestran entre sí pequeñas y sutiles diferencias; en efecto, mientras quien está ‘embelesado’ se manifiesta cautivado y fascinado por un hecho que le impide razonar, quien se siente ‘arrobado’ aparece como enajenado y ha quedado fuera de sí. El que aparece ‘extasiado’ atraviesa un estado placentero de exaltación emocional y admirativa, estado conocido como ‘éxtasis’. Por su parte, en el vocablo ‘subyugado’ encontramos una metáfora que explica su significado por su etimología; en efecto, la palabra se divide en un prefijo/preposición ‘sub-’ (debajo de) y ‘iugum’ (yugo), lo que configura la definición de “metido bajo el yugo” o, por extensión y en forma figurada, “atraído, avasallado irresistiblemente por algo”.

Si salimos del campo de los adjetivos y vamos al de los verbos, podemos consignar, fuera de los ya indicados, ‘maravillar’, ‘alucinar’ y ‘epatar’. El primero se entiende como “causar admiración a alguien” y, también, “ver con admiración “: “Se maravilló por los avances logrados”. Por su parte, quien alucina es el que se sorprende o deslumbra ante un hecho. Generalmente, se utiliza como pronominal: “Alucinaron/se alucinaron frente a semejante barbaridad”. El vocablo ‘epatar’, no usado en la vida cotidiana y llegado desde el francés “épater”, puede definirse como “deslumbrar”: “Al ingresar al despacho, los clientes epataban ante la cantidad de títulos colgados”.

Si usamos ‘deslumbrar’, diferenciamos su significado del dado para los verbos anteriores, porque equivale a “impresionarse o desconcertarse frente a una noticia o a un acontecimiento”: “Se deslumbró ante las novedades divulgadas”. En cambio, ‘aturdir’, ‘turbar’, ‘desconcertar’, ‘confundir’ suman a la idea de asombro, la sorpresa o aturdimiento de una persona, ante determinada circunstancia, de modo que no acierta a hablar o a continuar su tarea; se dice que “se le suspende el ánimo”; también, que se queda pasmada: “Cuando conoció el estado de salud tan grave de su padre, se aturdió y no profirió palabra”.

El aturdimiento por asombro y sorpresa también puede expresarse con un verbo poco conocido: ‘atarantar o ‘atarantarse’. Su origen se encuentra en el italiano “attarantare” que, literalmente, significa “picar la tarántula”: “¡Cómo se atarantó ante la confirmación de ese rumor!”. Resultan sinónimos ‘atolondrar’, ‘atontar’ y ‘aturullar/aturrullar”: “Se atolondró al advertir tan tremenda situación”. En ellos, la sorpresa ha producido hasta tal punto turbación en una persona que ya no sabe qué decir ni cómo hacer algo: “Creo que no hablaba porque, con tales declaraciones, se había aturullado”.

El asombro y la sorpresa pueden también expresarse a través de verbos como ‘admirar’, ‘maravillar’, ‘pasmar’ y ‘desconcertar’, cada uno con su matiz diferenciador: en cuanto a ‘admirar’, encontramos que significa “causar sorpresa la vista o consideración de algo extraordinario: “Me admira el desparpajo de ese funcionario”. Por su lado, ‘maravillar’ equivale a “deslumbrarse”: “Todavía me maravilla la rapidez con que se mueve”. En el caso de ‘pasmar’ es “asombrarse en extremo” y ‘desconcertar’ significa “suspender el ánimo”: “Ante los sucesos, ella se pasmó y desconcertó”.

Cerramos esta reflexión acerca de lo asombroso con el refrán recogido por el Centro Virtual Cervantes, en su Refranero multilingüe: “Ninguna maravilla dura más de tres días; luego con otra se olvida”, que dejo para consideración del lector.

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