A casi 87 años de su estreno original en Leningrado (por entonces, en la Unión Soviética), la Orquesta Sinfónica de la UNCuyo, uno de los principales organismos orquestales de la provincia, presentará el viernes un concierto donde la partitura estrella será, sin dudas, la Sinfonía N° 5 de Dmitri Shostakovich, la obra más popular del músico ruso, y a la vez polémica por las circunstancias políticas y artísticas que rodean su composición.
El complemento de esa obra será una obra muy diferente en muchos sentidos, pero igualmente popular: el Adagio para cuerdas de Samuel Barber.
Será este un nuevo capítulo del tradicional ciclo de la Sinfónica, que tocará en su auditorio principal (la Nave UNCuyo) estas dos obras icónicas, que a lo largo de los años han formado parte, además del gran acervo musical del mundo, de inolvidables películas y hechos que marcaron la historia.
En el caso del Adagio de Barber, y como recuerda la gacetilla de prensa, ha formado parte de la banda sonora de, entre otras, películas, El Hombre Elefante, Pelotón y el clásico film francés Amélie.
Una obra clave de la música soviética
La monumental Sinfonía N°5, en la que se puede apreciar la influencia especialmente de Malher, tiene su fama no sólo por la inocultable belleza y poderío de la obra, sino por haber sido escrita por Shostakovich como una respuesta a las críticas recibidas a su ópera Lady Macbeth de Mtsensk, osada por su argumento, pero también por su rupturismo musical.
En efecto, el genial músico tenía ya compuesta otra obra de estas características (la Sinfonía N° 4), en la que ahondaba en su experimentación sonora. Sin embargo, cuando ya tenía esa obra terminada y pensaba en su estreno, leyó con horror una lapidaria crítica en el periódico oficialista Pravda donde se censuraba el “caos sonoro” de algunas obras que dejaban influirse por ciertos caminos atonales de la música del momento e instaba al músico a no dejarse llevar por esos rumbos.
Era el año 1936, particularmente dramático para la Unión Soviética (URSS). El temor a represalias influyó en Shostakovich, quien había advertido que Stalin (el líder soviético) había asistido días antes de la publicación del editorial de ese diario a una representación de Lady Macbeth de Mtsensk, y había notado sus muecas de descontento.
Como otros músicos de la URSS, para quienes ese escrito en Pravda resultó un punto de inflexión, Shostakovich se abocó a la escritura de una obra en cierto sentido más acorde con esas expectativas. Así, entre abril y julio de 1937 completó la nueva sinfonía.
Para bien o para mal, y fuera de que efectivamente el trabajo fuera en apariencia menos rupturista en comparación con su cuarta sinfonía, la Sinfonía N° 5 resultó en un trabajo magistral, que resultó un éxito completo en su estreno, en noviembre de ese año, por Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección del notable Yevgueni Mravinski.
Shostakovich no cedió a ninguna nota patriótica, pero sí a las luces y sombras emotivas que es capaz de transmitir, llevando el ánimo del oyente a un verdadero viaje sonoro que cierra con un épico movimiento final (a la vez, una de las partes más populares de la obra).
Todo el valor histórico y musical de esta pieza podrá ser disfrutado, así, por los mendocinos, el concierto de este viernes 23 de agosto, a las 20.30, en la Sala Roja de la Nave UNCuyo (Parque Central, Ciudad).
Las entradas se pueden adquirir en www.entradaweb.com.ar. Su valor es de $4000 general y $3500 para estudiantes, docentes, personal no docente y jubilados. También se pueden comprar personalmente en boletería de la Nave UNCUYO (Maza 250, Ciudad) de martes a domingo de 18 a 21.