El guitarrista, cantante y compositor colombiano Juanes acaba de lanzar el álbum “Vida cotidiana”, creado en tiempos de pandemia. Aquí, desde una paleta de rock y pop, atraviesa asuntos íntimos, románticos y sociales con singular hondura. Considera que para llegar a este punto no tuvo “un proceso sencillo” porque debió “pasar por aprendizajes y situaciones chéveres y otras difíciles”.
“Yo siento que a la música la veo siempre como algo sanador, como algo esperanzador que lleve al amor, que es algo que venimos a aprender a esta vida”, reflexiona Juanes durante una entrevista con Télam desde la ciudad estadounidense de Miami, donde reside.
El artista, nacido hace medio siglo en Medellín con el nombre de Juan Esteban Aristizábal Vásquez, es una prominente figura del rock latino que encontró en el impasse pandémico un espacio para reencontrarse y crear un disco de los mejores de su laureada trayectoria, que como solista inauguró en 2000 con la placa “Fijate bien”.
Al respecto, el músico que como solista lidera los premios Grammy Latinos con 26 lauros, confiesa: “Me gusta que en este álbum pude sentirme vulnerable y cómodo al mismo tiempo y escribir sobre lo que me estaba pasando y eso realmente me sanó mucho en todos los aspectos”.
El 11° disco de Juanes en solitario lo produjo junto a Sebastián Krys y sumó aportes autorales del poeta cubano Alexis Díaz Pimienta (en “Mayo”, “Amores prohibidos” y “Vida cotidiana”), Tommy Torres ( “Más” y “El abrazo”), el dominicano Juan Luis Guerra (“Vuelo”) y la puertorriqueña Gale (“Ojalá”), entre más.
Otras piezas valiosas del flamante cancionero son “Canción desaparecida”, junto a la rapera Mabiland; “Gris” y su contracara “Cecilia”, que cantó en yunta con Guerra, y “Veneno”.
Buena parte del fresco impacto del repertorio puede atribuirse a un registro casi en vivo junto a Emmanuel Briceño (director musical y teclados), Juan Pablo Daza (guitarra), Felipe Navia (bajo), Richard Bravo (percusión) y el argentino Marcelo Novati (batería), todos ellos con muchos años tocando con Juanes y banda estable que lo acompañará en una gira mundial de presentación que en breve comenzará en Estados Unidos.
El tour de “Vida cotidiana” estará luego por México y Estados Unidos y recién el año entrante visitará Sudamérica, en una recorrida que posiblemente lo traiga a la Argentina.
-¿De qué modo la pandemia terminó dándote un espacio y un lugar para encarar este trabajo tan poderoso?
-Fue un momento muy raro y muy confuso que a mí, habituado a viajar tanto. Me permitió contar con ese tiempo extra que nunca había tenido al lado de mi esposa, de mis hijos o en la misma casa. Y aunque en algún instante estuve como súper “down”, también fue un momento de aprovechar para aprender otras cosas y me metí en cursos de armonía musical, de poesía, de guitarra, de canto, en fin. Y por otro lado viendo cómo podía aplicar eso pudiendo sentarme acá tranquilo a componer sin ningún afán de tomar un avión o de algún compromiso, sino simplemente como sacar todo de adentro. Eso fue como algo muy muy especial para mí que hace rato no vivía.
-¿Tal vez resultó un aprendizaje que rija tus próximos pasos artísticos?
-Yo creo que sí, porque ahora me doy cuenta cuando miro para atrás un poco de lo doloroso que es cuando vos artísticamente te comprometes, y me refiero a que comprometes a tu arte y de pronto no sale lo mejor de vos. Eso es muy triste, entonces en este momento de mi vida casi que quiero encarar cada proyecto como si fuera mi último proyecto, con la idea de hacerlo de verdad cien por ciento. Incluso cuando estaba haciendo este álbum, le decía a mi gran amigo, productor e ingeniero Sebas Krys: “Aunque yo no me quiero morir ni mucho menos, mira hermano, si este fuera mi último álbum estaría bien porque están las canciones que tienen que estar”. Yo no quería poner canciones o escribir de cosas superficiales o que no me llenaran o que no tuvieran que ver con mi realidad, lo que fue una oportunidad muy buena para poder incluso enfrentarme a esos demonios de todos los tamaños y poder expresarme sin tener que buscar ninguna tendencia musical y ni que la canción fuera un hit ni nada de hacer música de moda. Fue más bien como irme a lo más profundo de mi alma y plasmarlo como a mí me gusta, con los sonidos que a mí me gustan y obviamente con elementos digamos del rock y el pop y de la música popular, que es que lo que realmente soy.
-¿O sea que terminó siendo un proceso muy favorable?
-Hace rato no me conectaba de esta manera y me siento orgulloso y feliz de finalmente haber llegado a este momento aunque hayan pasado varios años. Las personas no se imaginan todo lo que tiene que pasar para hacer una canción y ahora la verdad me siento en un muy buen momento, en el mejor momento, porque a mis 50 años, hermano, si me preguntaras si querría volver a los 20, yo no quiero volver, me siento cómodo en este momento de mi vida.
-O sea que en mundo distópico construiste un disco muy esperanzador.
-Sí, yo siento que a la música la veo siempre como algo sanador, como algo esperanzador, incluso en canciones que no lo son necesariamente en una primera vista. Siempre quiero que haya algo involucrado que lleve a ese lugar de reflexión y de amor.
-¿Cómo aparece esa otra puerta hacia un mundo social y a la situación en Colombia tal como se aprecia, por ejemplo, en “Canción desaparecida”?
-Yo hace años no escribía canciones sociales, de hecho lo había dejado de hacer y la verdad que era muy extraño porque no se me ocurrían las canciones, no me salía nada. Pero en los últimos tres años en Colombia ha habido muchas energías que se han movido y yo creo que eso de alguna forma me terminó tocando. “Canción desaparecida” obedeció a que en los últimos dos o tres años salieron a relucir muchas historias sobre lo que ha sucedido en Colombia en la guerra y fue muy fuerte poder ver a todos los personajes, a las víctimas y a los victimarios hablándose entre sí y contándose esas desgarradoras historias sobre cómo desaparecieron a personas y nunca habíamos tenido el acceso a esa información y eso me movió mucho el piso. Yo no hago estas canciones para hacer política partidista, ni mucho menos electoral, simplemente lo hago con la necesidad de expresarme y con la necesidad de contar un poco también esta parte de la historia nuestra y que la memoria quede ahí para las nuevas generaciones. / Sergio Arboleya para Télam