Juan Bautista Ramos y el camino hacia el vanguardismo poético - Primera parte

Marta Castellino nos da pautas para acercarnos a la obra poética de este escritor, recordado por su novela “Mala calle de brujos”.

Martín Miguel de Güemes, a quien Ramos le dedicó versos. (Web)
Martín Miguel de Güemes, a quien Ramos le dedicó versos. (Web)

“Va cruzando el escuadrón…

Despierta la serranía

Ante aquella bizarría

Gauchesca sobre el bridón

¿Adónde van? ¿Quiénes son?

¿Quién arrastra esa esforzada

Hueste ruda desatada

Por los alcores de Salta

Que nos donó la más alta

Gesta heroica y denodada?”

Juan Bautista Ramos. “Güemes”

En una ocasión anterior me he referido a la novela de Juan Bautista Ramos,Mala calle de brujos” (1941), que le asegura un lugar destacado en la narrativa mendocina de la primera mitad del siglo XX. Hoy, quiero dedicar algunas consideraciones a su obra poética, previa a la publicación de su novela.

En efecto, Juan Bautista Ramos, nacido en 1896 y muerto en 1966, fue periodista, dramaturgo, novelista y poeta, además de ensayista y traductor. Su obra literaria se inicia con tres libros de poemas publicados entre 1924 y 1932: “Los motivos del ágora” (1924); “Solfatara” (1929) y “El poema de Abel o 40 canciones sobre una chimenea” (1932). También publicaría, dentro del género dramático, “Teatro sin butacas y personajes sin Dios” (1929); posteriormente aparecerá “La tragedia de una algarada” (1934).

El título del primer libro de poemas de Ramos, “Motivos del ágora”, ya anuncia el contenido, en tanto anticipa una poesía de temática civil que tiene en la proclama de la libertad su tono y en José Néstor Lencinas su abanderado. Esto confiere cierta homogeneidad a un volumen que no destaca por su regularidad métrica, ya que recurre a formas diversas, con un cierto predominio del soneto (molde en el que exhibe alguna maestría). También merecen destacarse, por su singularidad métrica, dos composiciones en versos blancos y largos (de más de veinte sílabas) y otro poema dedicado a “Güemes”, escrito en décimas octosílabas, que evoca a través de su ritmo y algunos de sus recursos (aunque no de la estrofa empleada) a “El nido de cóndores” de Olegario Víctor Andrade.

Tal diversidad puede deberse a que el volumen no es sino la recopilación de piezas diversas, “escritas bajo la niebla de los otoños porteños, o la solemnidad de las montañas andinas”, y su publicación, “bajo el signo zodiacal de un capricornio triste”, una premura urgida por su misma difusión o por la posibilidad de un plagio, en tanto “era preciso ya tal objeto; porque algunos versos –hijos pródigos- maltrechos y zaheridos ruedan por las urbanas ferias, y bueno es no dejar acoger a peor sentencia la humilde paternidad de ellos”, tal como se lee en una especie de nota que antecede el texto poético propiamente dicho. Lo cierto es que al menos dos composiciones fueron conocidas con anterioridad a su publicación en libro, tal como se aclara en sendas notas colocadas al pie de cada una; así, de “Canto a España” se declara que fue “Flor natural y palma de oro en los Juegos Florales de Lomas de Zamora realizados en 1919″ (41). En cuanto a la referencia a “La calumnia”, es más curiosa ya que apunta: “esta composición, después de un debate político, fue inserta en el Diario de sesiones de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, del día 14 de julio de 1920″ (55).

Estas notas suministran algunos apuntes biográficos, como el que se refiere al momento de publicación del libro como “una tregua que todavía me habla de ardores en lucha. Lo asequible de un momento de paz entre penumbras […]”, referencia que opera en el mismo sentido de la temática predominante enunciada.

En efecto, esta línea interpretativa sugerida por el título habla de un autor comprometido con la contienda sociopolítica de su tiempo, en tanto ágora (plaza pública de las ciudades griegas y las asambleas que en ella se realizaban) evoca la participación plena del pueblo en la dirección de los asuntos públicos. Así, en el primer poema, titulado “Turbamulta” encontramos la exaltación de esa “muchedumbre que aún guardas, recelosa, el triunfante / martillo de disloque para toda cadena” (8). El poema prodiga una serie de referencias que hablan de las luchas de los pueblos por la libertad: “el gorro frigio que ahoga la Bastilla”; “en mis pampas y cerros […] los septembrinos / efluvios libertarios de una gran sementera / que nos anuncia siempre la nueva primavera” (8).

Similar ímpetu libertario, aunque con acento distinto, podemos encontrar en la descripción de la ropa tendida que “al tremolar […] / ruje una Marsellesa en el alambre” (12); o en la evocación de un personaje –posiblemente un anarquista- que se autopresenta como “sembrador violento de motines” (17).

La filiación política del autor queda clara en el conjunto de tres sonetos agrupados bajo el título “José Néstor Lencinas”. En el primero de ellos se exalta la estatura caballeresca del caudillo popular; así, en el último verso se lee: “Muerta mi carne, luchará mi sombra” (28), ya que el político mendocino se evoca, en el segundo soneto, luego de su desaparición física, “no […] muerto: sí, dormido” (30), mientras el tercer poema explaya su silueta de combatiente y su sensibilidad para captar los reclamos populares.

Ese carácter militante se advierte también el poema “¡Vade retro!”, en cuyo primer verso parece resonar un eco de la consigna de Leandro N. Alem: “no te rompas, no cedas, no te tuerzas; Hazte un bronce inmortal en cada hazaña” (37). La alusión al lencinismo remite igualmente a un sentimiento que hace de las clases populares el objeto privilegiado de atención para el autor, en un reclamo de justicia social.

Además de este núcleo temático predominante (poesía de tono social), la segunda sección del libro, titulada “Oriflama al viento”, contiene dos poemas extensos –”Canto a España” y “Mama Ocllo”- que parecen destinados a exaltar las dos vertientes opuestas de la nacionalidad: la hispana y la aborigen. Son, ambas, composiciones de largo aliento, de tono laudatorio; una, referida a la empresa de conquista, colonización y evangelización del territorio americano por parte de España (“Mater áurea”), que permitió la incorporación de esas tierras a una tradición en la que descuellan “las figuras de Cervantes y Colón” (43). Por su parte, el poema “Güemes”, en su exaltación del héroe gaucho, parece constituir, junto con los dos poemas mencionados anteriormente, un tríptico histórico del cual es punto intermedio ya que contiene un elogio del elemento criollo en la lucha por la independencia.

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