En la obra “Salvavida”, José Kemelmajer pone el deseo como un motor de vida, e invita al público a llenarse de entusiasmo por hacer las cosas que siempre soñó. Es como si hablara de su propia experiencie: odontólogo, músico, actor, director de cine, atleta empedernido... No hay casi nada de lo que se haya privado este mendocino, quien siempre anda con un proyecto bajo el brazo y la ilusión de un nuevo desafío.
Este sábado presentará “Salvavida” en CasaTeatro, a las 21 (con reservas al 2615998720). Y mañana domingo habrá ocasión de ver, una vez más, ese fenómeno del cine local llamado “Parque Central”, dirigido (y actuado) por él, en el Cine Universidad (a las 21.30).
¿De qué trata la obra? “‘Salvavida’ quedó como un nombre bastante explícito. Una vez que se instaló no encontré otra manera de llamarlo”, cuenta. “El momento de la pandemia me hizo tomar muchísima más noción de lo que significaban las series, la música, las películas, los libros, para la gente. Y empecé a escribir desde el cuerpo cómo un músico en su soledad puede ser rescatado por la música, cómo alguien que nunca supo nadar fue rescatado por el agua, cómo un muchacho español fue rescatado por la danza y cómo un chileno es salvado por el amor”, adelanta sobre el contenido de esta aplaudida pieza.
“Creo que no hay una fórmula de rescate en la vida, pero si uno se permite ahondar un poco en uno mismo (una misma, une misme) logra quizá encontrar ese territorio donde siente que es más posible llevar el día. De hecho, el eje que sostiene a ‘Salvavida’, y que creo que es un gran movilizador del deseo en el público, es justamente el deseo, que termina siendo la atracción para un día más. ‘Correr la utopía dos pasos más y el horizonte un poquito más lejos’, diría Galeano”, describe.
-La obra ha tenido una excelente recepción en el público, ¿a qué crees que se debe eso?
-En el teatro, uno se sienta ahí para verse espejado. Es verdad que el espejo a veces distorsiona un poco, pero en realidad uno se festeja a sí mismo cuando está sentado en esa silla de la platea. Además yo siempre pienso mucho en el público cuando hago algo. Pienso: ¿qué sentido tiene que alguien se siente en una silla y pague una entrada para venir a verme? ¿Lo voy a entretener, nada más? Y a mí eso no me va. Es muy rendidor económicamente, pero no me va. Yo creo que una buena obra de teatro, una buena canción, aunque no nos demos cuenta, puede transformar nuestra vida a un nivel inconsciente. Quizá no estamos muy decididos y una canción te hace decirle a alguien: “¿te querés casar conmigo?” ¡Sí, estoy siendo muy romántico, pero podría pasar! Entonces, yo creo que en “Salvavida” hay una vuelta de tuerca que el espectador agradece, porque es una invitación a conectar con tu deseo.
-”Parque Central” se convirtió en un extraño caso del cine mendocino, porque primero tuvo continuidad en sala y ahora (un año después) se proyecta nuevamente en el Cine Universidad...
-Es un proyecto de muchos años. Lamentablemente, por el gran centralismo de nuestro país, donde cada 100 películas de CABA se filman 4 películas del mal llamado interior, esperé mucho para que saliera esta película. Fue muy ensayada, muy preparada, porque me gusta mucho trabajar el detalle y, después de 10 años, me daba miedo que la temática no tuviese la fuerza que yo sentía que tenía cuando se gestó. Era un atentado contra los fanatismos. Creo que la gente hoy está harta de los fanatismos. Ni hablemos a nivel interreligioso, ni a nivel político, pero en todo ámbito, como la alimentación, la actividad física... “Parque Central” es un atentado contra los fanatismos, porque pone al desnudo esto de que “cuando te toca, te toca”. Hagas lo que hagas. Y creo que eso está muy bien llevado, está bien actuada la película. Salvo yo, que estaba muy al palo y no tenía la dirección que tuvieron los otros de mi parte, es un producto muy cuidado en todos sus detalles y un equipo que funcionó muy bien.
-Después de esa buena experiencia, ¿estás proyectando alguna nueva película?
-Ya estoy encima del segundo largometraje, y ya tenemos el primer borrador. Tenemos grandes posibilidades de seguir poniendo la aldea en protagonismo para pintar el mundo. Tenemos mucho a lo que agarrarnos para hacer que Mendoza crezca como escenario, como manera de ver, de sentir. Incluso hasta con alguna música, que en esta película tendrá que ver un poco más con la identidad folclórica regional. No lo puedo quemar, pero creo que será superador a “Parque Central”, en cuanto a que ya hay una experiencia de trabajo. Siempre con una película o un libro resulta totalmente enigmático qué sucederá.