Hernán Casciari es un fenómeno difícilmente definible, sus andanzas por los vericuetos de lo comunicable lo ponen a crear películas, libros, revistas, cuentos y a generar la mayor comunidad de colaboradores de la que hay registro para sacar a la calle cuanta cosa inventa. Y tiene éxito.
Sin embargo en el plano personal es reflexivo, mira hacia atrás y hace autocrítica de quien fue y de quién aprendió a no ser más. Pero no se castiga, sabe poner un punto aparte, también, como forma de validar a la persona que fue y que lo trajo hasta acá.
El presente lo encuentra con el estreno en cines, el jueves pasado, de “Muchachos”, esa magnífica obra cinematográfica nacida de una idea simple que estaba a la vista de todos pero que nadie advirtió: editar los videos caseros que se grabaron durante el mundial de Qatar y convertirlos en película. La dirección es de Jesus Braceras, con quien concibieron esta estocada emotiva al corazón más sensible de los argentinos, sazonada con la inequívoca voz de Guillermo Francella.
Pero también está lanzando un libro luego de un bloqueo creativo de 8 años que le impidió vincularse apasionadamente con las letras, como lo había hecho siempre. Y gracias a una estrategia temporal, logró revertir la traba dejando como resultado “Cuentos contra reloj”, una joyita con remembranza a Roberto Arlt y sus cuentos en diario El Mundo, cuando a principios del siglo pasado recreaba la realidad bajo la tenaz maquinaria de la ficción. Y Casciari, además, le mete presión creativa a destajo con los tiempos.
Como si esto fuera poco, se presenta el 12 de diciembre en el Teatro Coliseo de Buenos Aires para narrar sus historias despuntando los únicos dos vicios que le quedan: el tango y el rock. Allí, junto a Cucuza Castiello y una gran orquesta presentan un espectáculo que los mendocinos aún no disfrutaremos pero que podemos imaginar. Un show de cuentos, tango y rock desapacible y frontal.
En esta charla con Los Andes, Hernan Casciari habla de sus concreciones, de sus laberintos personales y de su mirada cruda pero en el fondo, emotiva, acerca de la realidad.
Empecemos por la película “Muchachos” ¿Abordar el tema de este modo es más grande que el hecho en sí mismo?
No. Por un lado parece que fuera un enorme desafío y por el otro, te das cuenta de que el guión ya está, entonces hay sensaciones encontradas. Porque está todo en bandeja, pero si todo el mundo ya lo sabe entonces tenés que encontrar el enfoque diferente, que sabes que va a ser histórico de acá a 500 años, pero que como solamente pasó un año, todos los que lo están recibiendo son contemporáneos del hecho. Es más complicado pero al mismo tiempo es muy divertido. No no sufrimos ningún tipo de ansiedad más allá del terror propio de que había que estrenar en diciembre y empezamos en agosto, así que no tuvimos mucho tiempo.
¿Podés opinar sobre el resultado?
El resultado final a mí me sorprende mucho como espectador. Cuando vi la premiere entendí que estábamos inaugurando un género que era muy difícil de componer antes por una cuestión de tecnología. La gente reaccionando durante horas poniendo el teléfono abajo del televisor y reaccionando a goles y a circunstancias de partidos de fútbol es una cosa nueva. Tener eso en alta definición es como un gran hermano. No teníamos esa opción en mundiales anteriores y te juro por dios, es impresionante lo que pasa en nuestro cerebro cuando vemos en alta definiciónlo que pasó en Qatar, en slow motion musicalizado, con buenos efectos de sonido, y al mismo tiempo te metes en la casa de los demás… es tremendo, una excelente experiencia.
Dijiste que están inaugurando un género ¿Eso lo pensaste previamente o te diste cuenta en la butaca del cine?
No sé si es verdad o es una sensación. Hay algo que pasa en la edición y en los efectos de sonido en el segundo gol de Mbappé, cuando creyendo que ya éramos campeones nos empata Francia al final del partido, la forma en que lo cuenta Jesús (Braceras) que te pone el gol tres veces, hay algo novedoso y son puñaladas que te entran. Lo noté en el cine, la gente se hacía cada vez más chiquita, en la butaca pasa algo.
¿La idea fue tuya y convocaste a Braceras o fue al revés?
Ninguno de los dos tuvo la idea, o sea, tampoco es una idea. Hacer una película sobre la cosa más interesante que nos pasó en las últimas décadas a nivel felicidad, no es una idea. Posiblemente la gran idea es el enfoque, no la película.
¿Cómo fue el desarrollo?
Convocamos en agosto y septiembre a todas las personas que tuvieran imágenes en alta definición de sus propias reacciones. Enviaron un montón. Pero la idea de que haya una película para el aniversario es de Pampa Films, no es una producción de Orsai.
¿Te dio miedo pensar que tal vez no ibas a poder reflejar el impacto emocional de lo ocurrido?
Yo no tengo miedo al futuro narrativo de lo que hago, si funciona buenísimo y si no, tampoco es tan importante. Los chequeos médicos me dan miedo, nada más.
Usaron material de la FIFA también, ¿Cómo lo consiguieron?
Respecto a FIFA sí sé que sale 18 mil dólares el minuto. Cada partido del mundial lo registran con 30 cámaras y más o menos. De esas, doce son las que emiten en vivo, y quedan un montón de cámaras que casi ni se usan. Nosotros fuimos ahí a buscar la óptica diferente para que lo que haya en el cine no sea lo que se vio en televisión. Es muy divertido porque te sorprende la perspectiva del gol, de la atajada, del sufrimiento y es muy lindo.
¿Se comunicó con vos o con el director algún integrante de la selección?
Al representante de Messi le mandé la película en un link privado para que la vean. Y del Dibu sí, porque tengo una relación un poco más cercana.
Contanos de tu presentación en el Teatro
Deje de escribir -el 6 de diciembre se cumplieron 8 años- porque tuve un infarto, no pude fumar más. En el momento que dejé de fumar intenté seguir escribiendo y estaba tan relacionado en mi cabeza, el placer del tabaco con el placer de la escritura y no me causaba placer escribir. En ese momento, de forma involuntaria empecé a leer en voz alta las cosas que ya había escrito antes, empecé a hacerlo en auditorios muy chiquititos al principio en la radio y le empecé a tomar el gusto a nivel obsesivo, a detenerme en los matices de la voz para poder engañar a un auditorio para que no se dé cuenta que lo que estoy diciendo es algo escrito, que parezca improvisado, tratando de fingir espontaneidad. Después descubrí que hay un tercer sistema de puntuación en el cuerpo, que es como gestualizar. Bueno, todo eso me empezó a divertir un montón y llevo 8 años practicando.
Entonces hace tiempo que vengo haciendo esto en teatro pero también en bares, donde la gente no está cómoda, para comprobar si puedo interesar con la narración mientras se cruza una camarera y se le cae un vaso.
¿Sabías que el 12/12 es un portal cósmico para sembrar lo que vas a hacer el próximo año?
¡¿En serio?! Buenísimo. Lo que vamos a hacer en el Coliseo ahora que sé que es el 12/12 con muchas más ganas, lo veo como un placer interno mío como un agradecimiento. Le pedí a mi productor que los precios de la entrada fueran al costo, porque tenemos ganas de festejar un año muy bueno en lo personal. Tengo ganas de festejar con el espectáculo que más me gusta de todos los que hago. Soy muy fanático del tango, muy tanguero, junto con el rock nacional es la única música que he escuchado en mi vida, no sé más nada. Y Cucuza Castiello, que es mi invitado en esta función, es la persona que mejor comprende la fusión de esas dos cosas. Es un genio absoluto. Y cuando termina el cuento, como si fuera radio entra la Filarmónica. Lo que buscamos una orquesta de tango que tiene tres bandeleones, piano, director, es una bestialidad. Es todo hermoso independientemente de lo mío, yo me doy vuelta y me emociona verlo.
¿Tuviste que cambiar algún cuento por no ser políticamente correcto?
Hay un cuento puntual que la primera vez que lo leí fue en el programa de Mario Pergolini y que se llamaba “Soy mogólico”. Después, muy al principio de mis lecturas en auditorios, con muchísimo respeto una chica vino a la firma de libros y me dijo que le resultó muy ofensivo, y me contó por qué. Entonces revisé el cuento y entendí que podía tener la misma sensación para el espectador -yo lo que buscaba era una cosa divertida con mi padre que pasaba al final- podía tenerlo si yo cambiaba esa palabra ofensiva.
¿Qué otras cosas cambiaron?
En mis literatura del 2007 al 2011, de hecho creo que hasta que conocí a Julieta a la que hoy es mi mujer que es socióloga y que empezó a abrirme la cabeza en algún momento y ajustar tuercas a mostrarme filminas a explicarme cosas, yo fui y sigo siendo un pelotudo de mi generación. Lo que sí hice en en uno de mis libros creo que fue en el mejor infarto de mi vida, fue poner un disclaimer al final con un texto que se llama “Me hago cargo” en donde explico que yo no voy a cambiar ninguna palabra ni ningún párrafo de mis épocas de imbécil porque me parece que cambiarlas es tan parecido como silbar y hacerse el boludo. Lo que sí hago es proponer que desde ese momento iba a estar muchísimo más atento, pero que no iba a cometer la ridiculez de no hacerme cargo.
¿A qué te referis?
A que empiezo a tener recuerdos que me resultan insoportables, es como si te abrieran un velo y te mostrarán otros filtros de la realidad que vos comprendes en tu hoy, pero después vas a tu adolescencia a tu juventud y decís “Cómo, un tipo que se creía muy lector, muy actualizado en las ideas, un tipo que ha leído tanto a sus 24 años, no se daba cuenta de esto” Te digo cosas muy puntuales: descubrir de grande que el 100% de las mujeres en su juventud sufrieron abusos incluso visuales, o sea de gente que les mostraba la pija en la calle, ¿Cómo no lo voy a saber? Si vos no sos el que muestra la pija y tus amigas de juventud no te lo cuentan, te quedas ciego frente algo que deberías saber y esa ceguera que tuve ahora reescribiendo todo y mirando para atrás, descubrí la cantidad de veces que mis amigas me quisieron contar eso no es que no me lo contaban, y no le dábamos bola. Miro para atrás y hay cosas que no puedo entender de mí mismo, no cosas graves que haya hecho, pero si omisiones de no ver. Yo con mis amigos varones éramos unos revolucionarios que atacábamos todos los estamentos tradicionales ¿Por qué ese no? A mí me parece que hay algo más en el varón.
Hablemos de tu último libro “Cuentos contra reloj” ¿Qué significa que son cuentos escritos con los borradores a la vista del lector?
Estos cuentos los escribí todos este año después de siete años sin escribir. Yo fumaba mucho porro. Antes de dejar de fumar y de tener una vida nocturna y cambiar mis hábitos por culpa del infarto, tardaba una semanita en escribir un cuento y me resultaba súper divertido, pero era todo lo que hacía en la semana. Hoy es improbable que me detenga escribir un cuento porque tengo millones de cosas mucho más interesantes que hacer. Entonces le dije a la productora de Perros de la calle (el programa de Andy Kusnetzoff “todos los viernes voy de nueve a diez que se hace la mesa de apertura donde los oyentes hablan un montón de temas. Escucho qué temática salen espontáneamente y después de 10 a 12 escribo un cuento de alguno de esos temas”. Obligadamente tengo que leerlo a las 12:10 antes del final del programa. Este libro salió así, se llama “Cuentos contra reloj” porque están escritos todos los viernes de 10 a 12.
Wikipedia dice que sos un montón de cosas ¿Vos cómo te definirías?
A mí me parece que hay una sola cosa que atraviesa todo eso que dice Wikipedia y es contar historias. Yo nunca hice algo que no involucrara contar algo. Además soy muy curioso de los nuevos formatos no es que me quede contándote historias en libros de 600 páginas. Estoy en TikTok, en la tele, en el cine, en la radio, en los teatros, en el colegio de mi hija que me llaman una vez por mes para que vaya a contarle a los chicos. Mientras pueda contar algo, voy a estar ahí.