Partamos de la base de que pensar en el futuro, pensar en una Mendoza del futuro, no es sólo poner el acento en lo económico, en lo redituable a nivel monetario y válido para empresarios locales o extranjeros.
El debate parece centrarse sólo en eso cuando se habla del mañana, obviando lo cultural, lo artístico, lo literario, que es, a la postre, el sustento de todo lo demás, porque, recurriendo a un lugar común pero que de tan común es olvidado por la política y los gobiernos, no hay futuro en la ignorancia del pueblo.
Desde Antonia de Monclá y Santander en el siglo XVIII y Juan Gualberto Godoy en el siglo XIX hasta la fecha, la literatura mendocina ha tenido una existencia riquísima, con un presente en el que la producción es permanente y la publicación casi continua. Todo este cúmulo de literatura necesita llegar al público, porque hay lectores y lectoras a la espera de esas historias, de esos poemas, de esas palabras que surgen de la misma tierra en la que viven, y esta afirmación no surge de la nada, sino a partir de experiencias propias, cuyo detalle sería muy extenso de exponer aquí.
En todo caso, que la literatura mendocina llegue al público local exige el compromiso de varios actores, entre ellos, las editoriales, los medios de comunicación, las librerías y los Estados, y es en estos últimos en quienes recae, tal vez, la mayor responsabilidad.
Y hacemos mención a los Estados porque deben ser la Provincia y los municipios los generadores de políticas que impulsen la publicación y fomenten la lectura de la literatura regional. Pero esto no se resume a financiar alguna publicación u organizar una feria de libros cada tanto (aunque ese cada tanto sea anual), sino que se trata de generar una verdadera política pública en torno a la literatura, esto es, poner el ojo y la inversión en cada una de las etapas de publicación de un libro, a saber: producción de textos, edición, diseño, publicación, promoción, difusión, etc. Y hablamos de inversión, porque cada peso puesto en literatura no es un gasto, porque si eso garantiza que los textos lleguen a las manos de las lectoras y los lectores, especialmente de alumnos y alumnas de primaria y secundaria, entonces, mal que les pese a dirigentes y políticos nacionales, provinciales y municipales de motosierra y obsecuencia al capital, estamos hablando de un futuro sin pueblos ignorantes y, por lo tanto, con una riqueza que no se mide en pecunias.
Entonces, no puede pensarse la literatura de Mendoza de acá a cuatro décadas, ni siquiera se la puede pensar de acá a extremos más inmediato, si no es a través del compromiso de las instituciones estatales, mediante leyes y acciones ejecutivas, que pongan el ojo en lo intangible, y no sólo en la potencial ganancia de la explotación de los recursos.
Alejandro Canito Frias es escritor, editor y fue responsable de Ediciones Culturales de Mendoza.