Se confiesa más “liviano”. Hoy no lo moviliza la necesidad, sino la dicha de compartir, de la entrega propia del arte. En una etapa en que se muestra más reflexivo y agudo, Gustavo Cordera lanza su nuevo disco, De la cabeza al corazón, el séptimo de su camino solista, donde se permite algunas licencias y versiones temas de la Bersuit, pero también conmueve con canciones “guardadas en el cajón”.
Con este reciente material, el Pelado comienza una gira que lo traerá, después de varios años, a Mendoza, el próximo viernes 6 de septiembre, en el Arena Maipú Stadium.
Afincado en La Paloma, ciudad costera de Uruguay, Cordera ahí encontró un refugio ideal para hacer su proceso personal y seguir en carrera más allá de la “cancelación” o las críticas. “Es mi refugio, es un lugar donde me lamo las heridas, me pongo bien, me alimento bien, respiro puro. Y después puedo andar por el mundo regalando energía. No tengo más heridas de las que cualquier ser humano tiene. Soy una persona que me contacto con eso, hablo de heridas, eso que tenemos de niños, que te acompaña siempre y activa el sistema de protección llamado ego”, comenta al teléfono en una charla con Los Andes desde su casa.
UN ENCUENTRO, UN NUEVO DISCO Y LA BÚSQUEDA DE LA LIBERTAD
Sin la prisa del mercado o la necesidad, Cordera concibió su séptimo disco tras un reencuentro con Marcelo Predacino, músico y productor que trabajó con La Bersuit. De esa amistad surgieron las ganas de revisar canciones de la banda y grabar composiciones de Cordera.
De la cabeza al corazón recopila canciones como Canción para mi cabeza, El gordo Motoneta, La del toro, En la ribera, Caroncha, Abrazo de gol y El baile de la gambeta.
—Este disco nació del reencuentro con Marcelo, ¿no tenías la necesidad intrínseca de grabar nuevas canciones?
—A Marcelo es difícil encontrarlo en los escenarios, porque siempre está con la cabeza gacha y donde no está la luz. Y estuvo tocando con Bersuit, nos acompañó cuando tocamos en Mendoza, también estuvo en el recital en River. Es un músico exquisito y hacía tiempo que nos queríamos encontrar y nunca se daba. Y Abrazo de gol es una canción que a él le encanta y me habló de producirla. La produjo y no le gustó cómo quedó. Nos encontramos finalmente en su estudio y pasamos una noche distendida con la guitarra, junto con Nicolás (Guerrieri, tecladista). Y entre filosofía, risas y recuerdos empezamos a improvisar y a jugar, que es el momento más lindo para conocer a otra persona. Y ahí nació la idea de hacer el disco. En la medida que fui escuchando la guitarra y lo que grabamos nació la idea de grabar nuevas versiones, y canciones nuevas como Abrazo de gol, Rosaura y Mi amigo corazón, que ya tenía compuestas. Y versionamos desde lo musical, y también desde lo literario. Soy campeón tiene una letra nueva, lo mismo Canción para mi cabeza. Me tomé ese atrevimiento porque son canciones que compuse. Y al traerlas al presente, lo que me fascina de lo moderno es la austeridad. Con pocas cosas generan profundidad. Hoy tengo cierta libertad que con Bersuit no tenía. Y me tomé el atrevimiento de tomar las canciones con otra libertad musical, si necesitan un bajo lo ponemos, o una guitarra, pero no con la exigencia que tiene una banda.
—¿Qué música te conmueve en la actualidad?
—Me conmueve la música clásica, la ópera. En mi viaje personal yo me separé de la manada de alguna manera. Hago y escribo lo que resuena en mi espíritu. Y eso es algo muy difícil de lograr en la escena musical, porque la gente quedó atrapada en la corrección política, en utilizar una forma y un lenguaje para ver el mundo, a mi criterio muy acotada, sesgada, para no ofender, para no molestar, para no comprometerse de alguna manera. Y el arte necesita de cierta valentía al punto de recibir el repudio. Muchos artistas, como Dalí, Van Gogh, el propio Borges, han sido resistidos en sus épocas justamente por construir un proceso personal, que de alguna manera interpela a la manada, al mundo en que estás viviendo. Yo no veo que eso suceda en la actualidad. Yo sí lo hago y pago el costo. No estoy convocado a ningún festival, y no porque lo que haga no esté bueno, sino porque soy una persona que es incómoda. Eso me asegura que en esta época estás haciendo arte, como lo hizo Nirvana, The Doors o Los Beatles en su momento, o muchos otros artistas. Lo más interesante del arte para mí es interpelar a la sociedad, revelar, poner en escena cosas que están escondidas.
—¿Te molesta que la cultura o moda dominante deje de lado a esos artistas que imponen otro mensaje?
—No, me parece parte del juego. Es un reaseguro que estoy por el camino correcto. Y ya en la época de Bersuit, era una banda que se hizo un lugar en la gente desde el boca en boca. En 21 años que estuve en la banda no tuvimos un solo auspiciante. Hicimos la cancha de River con 75 mil personas sin uno solo. Porque los sponsors no querían estar con la banda, porque es muy difícil hacer marketing con el arte, no sabés a quién estás llegando. Estás llegando al corazón del individuo, no a la masa. Yo no le canto al pueblo ni a la gente, te canto a vos, a tu corazón. Y con eso no se puede hacer marketing. Tiene otras leyes y forma parte del juego, tengo mucha capacidad para hacer un hit, y yo sé que puedo contar esa historia quitando esos rebordes incómodos, y se transforma en una cosa radiable que puede convocar. Pero de alguna manera yo ya pasé por eso que se llama éxito, ahora estoy bregando por mi éxito personal, por sentirme bien con lo que hago. Y el arte es un acto de generosidad, es un propósito, no es solo que sea lindo o te guste. El arte te moviliza, te hace reflexionar, te abre.
—En tus canciones aparece lo visceral y el juego con el lenguaje, que puede resultar burdo, pero a la vez conmueve.
–Soy una persona que ama el lenguaje castellano en todas sus formas, y los modismos que utiliza la gente en la calle. Yo no encuentro prohibitiva ninguna palabra. Para mí cada palabra tiene un contexto poético según la utilicés. Te doy un ejemplo: la canción De ahí soy yo dice 26 veces la palabra “mierda”. Y para mí está entre las cinco canciones de más alto vuelo que escribí en mi vida. Usa la palabra “mierda” 26 veces de manera distinta: “mi mierda querida”, “psicópatas de mierda”, “proyecto de mierda”. Es una palabra utilizada para dar suerte en el teatro. El lenguaje poético tiene la capacidad simbólica de asociar cada palabra con otra, y cambiar el sentido. Una misma palabra puede tener sentidos opuestos a la vez. Y utilizo mucho eso en las canciones, porque me parecen recursos poéticos que enriquecen a la memoria emocional de las personas y a la posibilidad de que las personas puedan conmoverse interiormente.
—Abrazo de gol describe la historia y el final de un ídolo como Diego Maradona. ¿Qué sentiste cuando terminaste de escribir la canción?
—En el momento que la escribí sentí alivio. De alguna forma resoné, vibré en el mismo lugar que estaba Diego, por eso lo canalicé en su humanidad. No en el ídolo social, sino en ese ser humano que se rompió ante nuestros ojos. Cuando alguien se rompe lo que sale es fragilidad y dolor, oscuridad y luz. Él de alguna forma hizo que se rompiera la Argentina, porque murió y un millón de personas lo despidió, en una cuarentena estricta salió a la calle sin importarle nada. Fijate la energía social que movió ese ser humano. Entonces, en la canción honro a ese ser humano en soledad, diez minutos antes de partir.
—¿Cómo te llevás con la muerte?
—Para mí la muerte es un evento muy importante, hasta incluso más importante que el nacimiento, porque te acerca a la posibilidad de otro nacimiento. Mi papá murió hace un año y desde ese momento yo pude tener un vínculo más directo con él, mucho más directo que en vida. Porque cuando vivís estás en lucha permanente y con mucho ego. Y a veces nos cuesta comunicarnos con los seres queridos, porque preferís cerrarte ante el dolor, sea con un hijo, con un padre o amigo. La muerte abre un portal con el que yo traigo a mi viejo a mi corazón. Y me comunico con él de espíritu a espíritu, porque somos espíritus viviendo una experiencia en un cuerpo finito. Soy una persona apegada a mis hijos, a mi compañera, a mis animales. Pero sé que la muerte es un cambio de estado, es la disolución del cuerpo, pero no del alma y el espíritu. La muerte me asusta y me aterra como a cualquier ser humano, con la dulzura de saber que no es como la vendieron.
–¿Hoy sos un Gustavo Cordera más “liviano”?
—En cuanto a la relación con el afuera, sí. Decidí empezar a encontrar un espacio donde pueda tejer un vínculo de encuentro con el otro. Por ejemplo, intento no hablar de política, porque es un paradigma disolutivo, de mucho enfrentamiento. Prefiero buscar puntos de encuentro con una persona, donde podemos sentirnos parte de un todo. Bailar, reírnos, ahora me encuentro con amigos con una guitarra y una botella de vino a improvisar, a jugar. Quiero disolver esas armaduras que se construyen para relacionarse socialmente. Porque eso también es un personaje. Sé que mucha gente va en busca de ese Cordera, ese personaje que se subía al escenario y se pronunciaba en contra del gobierno de turno. Hoy es una distracción, porque el enemigo no está ahí. Al enemigo lo encontrás en el supermercado, en el agua, en la farmacia, en el electromagnetismo que nos rodea. No lo vas a encontrar en un partido político. Prefiero estar con los ojos abiertos y saber que me meto adentro del cuerpo y en mi cabeza. Yo quiero estar en ese lugar donde la gente pueda confiar, pueda reír, pueda verse a sí mismo, podamos mirar el mundo y decir: “Hagamos nuestra propia historia”. Por lo menos para mí y poder compartirla. Eso es fundamental y de alguna manera me hace más liviano, salgo de ese programa de sobrevivencia, de lucha, de escasez, de hacer las cosas por necesidad. Ahí solo conseguís miseria.
—De ahí este nuevo trabajo que refleja ese Gustavo Cordera actual.
—Este disco lo hago sin necesidad, y es un regalo que me hago a mí. Hago una gira y shows sin esa necesidad de ganarle a otro, de convocar, de hacerme un lugar. Voy a compartir la música, voy con una banda impresionante, con un espectáculo hermoso, con escenografía. Con generosidad y salir de ese programa de necesidad. De alguna manera me estoy despidiendo de los escenarios, no es un amague, ni una amenaza. Pero quiero cerrar esta carrera que tiene 36 años de una manera generosa, triunfal. Pero desde mí, porque he regalado arte durante muchos años y canciones que están en el corazón de la gente, y voy a eso. No sé que voy a hacer el mes que viene, estoy viviendo un presente continuo y sintiéndome. Si creo que no está a la altura lo que hago, suelto. Quiero divertirme y hacerlo de una manera liviana. Lo hago desde el entusiasmo y el placer de hacerlo.
PARA AGENDAR: EL PELADO CORDERA PRESENTA DE LA CABEZA AL CORAZÓN TOUR
El Pelado Cordera da comienzo a un nuevo tour en el marco de la presentación de su más reciente material de estudio De La Cabeza al Corazón.
Será un recorrido en vivo por parte de la obra cúlmine donde integra su historia que abarca clásicos de Bersuit, versiones de su etapa solista y nuevas canciones. El viernes 6 de septiembre, a las 22 horas, en el Arena Maipú Stadium. Las entradas están disponibles en Tuentrada.com, Maxi Mall y boletería del Arena.
