“Una persona tiene en su sistema las emociones de su abuela cuando estaba embarazada de su madre o padre”, arranca explicando Santiago Nicolás Perini, uno de los consteladores y terapeuta transpersonal más concurridos de la provincia. Como en un embudo fractal, intenté imaginar cómo sería esto posible y no lo logré hasta que llegó la explicación: Cuando una mujer está embarazada, ese bebé tiene en su sistema las células que algún día serán óvulos o espermatozoides que darán vida a un nuevo ser. Estas células están recibiendo toda la información emocional de la madre gestante. Esa información quedará almacenada en la memoria inconsciente de ese bebé durante toda su vida, y será transmitida a sus hijos.
En este sentido se explaya, relacionando el sistema familiar con lo que Rupert Sheldrake -biólogo- establece como conciencia colectiva en animales y que se puede traspolar a un árbol genealógico: “es una consciencia que incluye a todos los que pertenecen a esa familia, pero es más que la suma de las partes, así como una familia es más que la suma de los integrantes (son los integrantes, más el amor que los une, las costumbres, los valores, las experiencias compartidas, etc.) o una pareja es más que la suma de dos personas”, manifiesta.
Esta es la forma más simple de entender el sistema familiar desde las constelaciones, sin embargo entrama un tejido mucho más complejo. Pero antes debemos describir el concepto de sistema familiar, ya que para los consteladores, éste es mucho más amplio de lo que la consanguinidad y el ADN establecen. “Está conformado por los padres, hermanos, abuelos, bisabuelos, los niños nacidos pero también los no nacidos”, explica Cecilia Anastasi, una de las socias fundadoras del Centro Blume de formación para consteladores.
Qué es una constelación familiar
Las constelaciones familiares se basan en el análisis transaccional, la terapia gestáltica y la dinámica de grupos. Frente a los discursos individualistas, esta disciplina plantea que todos estamos unidos al destino familiar y que este es, en principio, más grande que el destino individual. Cuando no se respeta el orden de llegada de los antepasados- por ejemplo, cuando los hijos actúan como padres de sus padres, o cuando se excluye a alguien del clan o se rompemos el equilibrio entre el dar y el tomar- pueden aparecer síntomas, conflictos, accidentes o enfermedades que nos vengan a mostrar el desorden en cuestión.
En ese sentido, se extiende aún más, incluyendo a aquellos integrantes de la familia que por algún motivo quedaron afuera del sistema como consecuencia de emigración, destierros, no reconocimiento de alguno de los padres, abandono o adopción. “Incluso parte del sistema familiar son aquellas personas que han ofrecido a la familia algo muy especial que le haya permitido al otro tener la vida, las parejas anteriores de nuestros padres, que en un momento se corrieron y le dieron la oportunidad a nuestros papás de conocerse dando como resultado que nosotros recibiéramos la vida”, asegura Anastasi.
Para qué sirve la constelación
Anastasi explica que “sirve para descubrir los lazos que subyacen en esa familia y también las fuerzas que se han ido desplegando generación tras generación. Nos permite recobrar lo perdido, ocultado, desechado. Sirve para darle lugar a lo que no pudo tener lugar antes”. En este sentido, algo relacionado con eso puede haber causado un gran dolor a la familia y por ende, cada integrante lo ‘filtró’ para poder continuar con su vida. Sin embargo con el tiempo esos conflictos y dolores emergen en forma de problemas o enfermedades. “Así que cada síntoma o problema que la persona quiere constelar es un gran portal de oportunidades para sanar”, explica la especialista.
Constelaciones grupales vs. individuales
“La diferencia en la constelación grupal e individual es que en la primera se utilizan personas como representantes para las partes involucradas en la situación que se quiere resolver. En cambio en la segunda se utilizan muñequitos o palitos de madera, para representar a las partes. También se pueden colocar elementos en el piso como plantillas, cartulinas, almohadones”, comienza explicando Santiago Perini.
Según explica el terapeuta transpersonal, en el caso de la constelación grupal la experiencia es más enriquecedora porque los presentes participan de las constelaciones de los demás, mientras que la individual “es más íntima y la eligen las personas que son tímidas o que prefieren por algún motivo no ventilar sus asuntos privados en un contexto grupal”, a la vez que asegura: “las dos funcionan, la experiencia individual requiere un poquito más de concentración y de conexión de parte de la persona que va a constelar”.
Por otro lado, y como consecuencia de la pandemia, muchos consteladores iniciaron el trabajo de forma remota. “Las sesiones individuales se pueden hacer online y se trabaja de la misma manera”, sostiene Perini.
Por qué las constelaciones “sanan” el sistema familiar
Una sesión de constelación familiar, puede “acomodar” situaciones crónicas dentro de una familia. También puede permitirle al consultante mirar el problema desde otro ángulo, tal vez desde la mirada de la persona con quien mantiene el conflicto y así entender la otra postura desde ese lugar. Sea como sea, da la posibilidad de que la persona que consulta pueda llevarse sensaciones, experiencias o miradas diferentes a las que tenía cuando llegó.
“Es una herramienta que nos permite abrir el sistema familiar, con el propósito de que pueda mirar su problema o cómo ese problema está enlazado con las dinámicas familiares”.
En cuanto a qué es una constelación y qué ocurre durante una sesión, Santiago Perini, explica que: “Es usar representantes o elementos para escenificar un problema. Aclarando, no es un psicodrama sin guión establecido por los representantes”, sino que se usan estas personas o elementos para representar una situación interna, (que puede ser un problema o un síntoma, como una enfermedad) en un espacio externo.
En la constelación la persona termina estableciendo qué lugar le corresponde en su familia, de acuerdo a variables que pueden haber estado ocultas, negadas o desechadas. Y esto de por sí implica toda una transformación en la mirada hacia sí mismo y hacia su grupo familiar.
Por qué parte de la psicología
El psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung fue el primero en acuñar el término “constelaciones familiares”. Sin embargo, fue el alemán Bert Hellinger, un teólogo y espiritualista -entre otras cosas- el que desarrolló esta disciplina como tal. En 1978 comenzó con su investigación y descubrió lo que denominó “Órdenes del Amor” y que forman la base de las constelaciones familiares. Estas son creencias que hemos adoptado de nuestros padres y que nos mantienen cautivos. En el pasado fueron instaladas en el subconsciente y hoy día se interponen en nuestro camino e impiden cambios de comportamiento. Al constelar, a través de sesiones que pueden ser individuales o grupales, esas creencias ocultas salen a la luz y pueden ser cuestionadas, liberadas y reescritas.