“Fader en Arizu”: cómo es esta muestra inédita que no hay que perderse

Una notable selección del patrimonio del Museo Provincial de Bellas Artes se trasladó a Godoy Cruz. Entre otras joyas, se exhiben 20 óleos de Fernando Fader.

“Fader en Arizu”: cómo es esta muestra inédita que no hay que perderse
La muestra nos presenta veinte óleos de Fader.

Caminar entre los altos arcos de la ex-Bodega Arizu, hoy Espacio Arizu, mientras contemplamos algunas de las mejores pinturas existentes en nuestra provincia es algo que hay que permitirse. Desde el pasado jueves, y hasta el 15 de diciembre, está habilitada la experiencia “Fader en Arizu”, donde nos encontramos con 63 piezas pertenecientes a la colección del Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú – Casa de Fader. Se puede visitar de 16 a 20, con una entrada general de $3.000 en Entradaweb.com (también hay visitas guiadas para escuelas, previa inscripción en agendaculturalgodoycruz@gmail.com).

La iniciativa del Municipio de Godoy Cruz es remarcable. Primero, porque acerca a los vecinos de todo el Gran Mendoza una parte sustancial del patrimonio del Museo Fader. Segundo, porque además de sacarlas de su contexto, les permite ver nuevamente la luz.

Es que estas piezas estaban actualmente guardadas en la bodega del Museo, y por lo tanto no estaban expuestas (lo que significa que el museo no se quedó “vacío” con este préstamo a Godoy Cruz). Fueron cuidadosamente seleccionadas por el curador Pablo Chiavazza, quien, además de mostrarnos un conjunto de piezas representativo del arte provincial y nacional entre 1850 y 1960, informa al público sobre un proyecto de restauración para algunas de las piezas, deterioradas por el paso del tiempo.

Fader, el protagonista

Es prácticamente inevitable que el pintor que le da nombre al museo, que alberga la colección de piezas de su autoría más grande en un espacio público (cuarenta y cinco, en total), sea naturalmente el protagonista. Y el montaje lo refuerza, iluminando desde arriba cada una de las obras. No así el resto, que recibe luz natural.

En la muestra hay más de 60 obras expuestas.
En la muestra hay más de 60 obras expuestas.

En efecto, “Fader en Arizu” presenta veinte óleos, que representan su trayectoria plástica entre 1898 y 1930, según remarca el texto curatorial de la muestra. Entre las piezas expuestas hay algunas que destacan por su poder cromático, por el tema social que representa o por la historia que tienen detrás. Es el caso de “Las colchas”, “Las lavanderas”, “En el estanque” o “El viejo piojoso”, esta última una de las primeras obras de Fader, que sirvió como una respuesta a su padre luego de que le pidiera que reflexione sobre si debía dedicarse al arte.

Junto con Fader, hay dos plásticos cuyanos que son homenajeados, ya que pintaron en el siglo XIX bajo el influjo romántico y representan los comienzos del arte local: Gregorio Torres y Procesa Sarmiento de Lenoir.

Una visita a los grandes

También hay un conjunto de obras que datan de la primera colección del Fader, que abrió sus puertas en 1927: Eduardo Tartaglione, Víctor Cúnsolo, Ernesto Scotti, Romilda Ferraria (su desnudo femenino es una de las joyas de la exposición, aunque merezca una restauración urgente), Indalecio Pereyra, Ana Weiss de Rossi, Augusto Marteu, Emilio Caraffa y un vigoroso Quinquela Martín, “En plena actividad”.

Cuando en 1951 el museo se reinaugura en su sede actual, se abre al arte moderno argentino, con nombres que hoy podemos ver en la muestra: Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Emilio Pettoruti, Raquel Forner, entre otros. Aunque los maestros mendocinos también tienen su sitio: Roberto Azzoni, Rafael Cubillos, Antonio Bravo, Fidel de Lucía, Vicente Lahir Estrella, Julio Suárez Marzal, Eglantina Villagra de Torres y Pedro Parada Torres.

La muestra nos da la oportunidad de acercarnos al arte en un espacio patrimonial recuperado.
La muestra nos da la oportunidad de acercarnos al arte en un espacio patrimonial recuperado.

Un lugar con potencial

Con esta muestra, el Espacio Arizu se revela en todo su esplendor para este tipo de eventos. No solo por las generosas dimensiones del lugar, sino porque las antiguas paredes patrimoniales, con sus ladrillos a la vista, y el antiguo techo de caña, más la excelente modernización de la infraestructura (con la iluminación y la climatización del lugar, entre otras cosas), genera un inédito ida y vuelta entre la plástica y la arquitectura industrial mendocina.

Es esperable, y eso deseamos, que el Espacio Arizu siga recibiendo este tipo de propuestas, para que los vecinos de Mendoza puedan acercarse al arte en espacios no convencionales, pero que nos encuentran con nuestra historia.

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