El cine argentino está teniendo una etapa de revitalización importante, tanto por la profusión de los títulos como por el carácter de cada uno, y Mendoza está intentando meterse en el juego, mediante políticas públicas tendientes a impulsar la industria que, de por sí, tiene un gran asidero en la escena local.
Tanto así que figuras de la talla de Mercedes Moran y Jorge Marrale estuvieron presentes en la avant premiere de su película “Empieza el baile”, en el Distrito 33 (ex predio ferial de la UCIM). Se trata de una road movie de características muy argentas que, además, se filmó casi íntegramente en Mendoza, con la participación de actores locales, algunos ignotos y otros conocidos de las tablas citadinas que arrancaron aplausos rabiosos del público.
El evento contó no solo con las figuras estelares del film, sino también con la directora Marina Seresesky y la actriz española Agostina Pozzi. Para más, intempestivamente irrumpió en la conferencia de prensa el actor Juan Leyrado, que casualmente se encuentra en la provincia y que no se quiso perder la oportunidad de saludar a su coequiper, Mercedes Moran, en la ya antiquísima pero inolvidable tira “Gasoleros”.
Sinopsis
Juan Carlos Morales (Darío Grandinetti) fue un extraordinario bailarín de tango que, ya retirado, vive en España, con su hija (Agustina Pozze) y su esposa (Pastora Vega). Su gran amigo y bandoneonista, Pichuquito (Jorge Marrale) lo llama para avisarle que ha muerto Margarita (Mercedes Morán), quien fuera la pareja de baile de Carlos, en los años de gloria. A pesar de los evidentes celos de su esposa, Carlos viajará rápidamente a Buenos Aires para el funeral.
Es entonces cuando Pichuquito le confiesa, con Margarita delante que, evidentemente no ha muerto, lo obvio. Pero además, ambos le explican que fue todo un ardid para otra verdad: Carlos y Margarita tienen un hijo que vive en Mendoza. Tras algunas discusiones, los amigos emprenden un destartalado viaje a nuestra tierra, a bordo de una combi añeja, que usaban para las giras cuando eran figuras del tango.
Crítica
Si bien la película no es una superproducción, obtuvo dos galardones en el Festival de Málaga: mejor actor secundario para Marrale y Premio del Público. tal vez por el encanto de los pasajes costumbristas que nos identifican y dan ese aire de “familia” que logra la apropiación de los personajes por parte del espectador.
Tras algunos tropiezos en el inicio que apresuran el ritmo de la historia tal vez innecesariamente, la película se encamina (al igual que sus personajes) en un desarrollo ágil y francamente hilarante en el que la tensión por viejos amores, decepciones, mentiras y glorias pasadas entretejen una concordancia perfecta entre los tres personajes.
Grandinetti sorprende con una imagen de “señor mayor” que detrás de su ego y frialdad esconde algunos sentimientos olvidados por Margarita (Morán). Ella, tal vez como haría cualquier mujer, muestra sus cartas de entrada demostrando que el sentimiento sigue vivo. En medio de ambos, como amigo y confidente, Pichuquito, que también terminará confesando su parte, inesperadamente.
La trama no tiene sorpresas, pero el deleite de esta película está en otros factores: la argentinidad que contrasta con los tonos españoles de las actrices que hacen de esposa e hija de Carlos, el eco de las viejas glorias del tango en los clubes de barrio, las peleas infantiles de tres viejos encerrados en una furgoneta, y el corolario de la montaña y los paisajes mendocinos de fondo.
Mención especial merecen nuestros talentos locales. Marcelo Lacerna tiene una intervención como subcomisario del pueblo donde los personajes recalan tras un sinfin de catástrofes ruteras. Y es justamente ahí, en los pocos minutos en la pantalla, que quedan de manifiesto los años, el trabajo y la experiencia de un actor de la talla de Lacerna. Además, todos los extras estuvieron presentes en la avant premiere y se llevaron los aplausos del público que los identificó en cada escena.