El hilo y las hilachas; la onda y la vibra

El hilo sirve para reunir numerosas expresiones de nuestro lenguaje relacionadas con el discurso, pero también con situaciones límite.

El hilo y las hilachas; la onda y la vibra
Un hilo en la muñeca.

Si bien los vocablos ‘hilo’ e ‘hilacha’ aparecen emparentados por definición, los vamos a encontrar en locuciones separadas, cada una con su correspondiente connotación; para ‘hilo’ el diccionario nos dice que se trata de la “hebra larga y delgada de una materia textil” y, por su parte, para ‘hilacha’ nos trae “pedazo de hilo que se desprende de la tela”.

Si algo se lleva a cabo ‘a hilo’, queremos significar, en forma adverbial, que un proceso tiene lugar “sin interrupción”: La edición de la nueva revista continúa a hilo. También puede decirse ‘al hilo’, pero esta locución se refiere al corte de las cosas, que se hace siguiendo la dirección de sus hebras o venas: Nos pidió más tela porque iba cortándola al hilo.

Es frecuente escuchar que un hecho se realizó ‘al filo/hilo’ de cierta hora: la locución prepositiva significa “muy poco antes o después de una hora”: El vuelo llegó atrasado casi al hilo de las tres de la madrugada.

Los expertos en caza observan el vuelo de las aves y, cuando las ven desplazarse en la misma dirección que el movimiento del aire, se dice que lo hacen ‘al hilo del viento’: Los dos cazadores observaban cómo se alejaban las palomas al hilo del viento.

Muchas personas obran no por propias convicciones sino porque se dejan llevar por el accionar de los demás: en ese caso, se dice que ‘se van tras el /al hilo de la gente’, semejante al dicho popular “-¿Dónde va Vicente? -Al ruido de la gente”. La misma idea es tomada por la locución ‘vivir al hilo del mundo’, que la Academia define como “dejarse llevar por la corriente”: Nunca tiene una iniciativa, vive al hilo del mundo, influenciado por su entorno.

Si una persona no está motivada para analizar un asunto, se le puede aplicar la locución verbal ‘estar (algo) cosido con hilo gordo’: No le vi interés en revisar el expediente que parecía estar cosido con hilo gordo.

Connotaciones negativas poseen las locuciones ‘colgar de un hilo’ y ‘cortar el hilo de la vida’: en la primera de ellas, se quiere indicar sobresalto, temor o duda a la espera del fin de algún suceso; lo advertimos también en la expresión análoga ‘pender de un hilo’ pues con ella se señala el gran riesgo o amenaza de ruina de algo y el temor por un suceso desgraciado: El médico ya nos advirtió que la vida del abuelo pende de un hilo. Por su parte, ‘cortar el hilo de la vida’ significa “matar, quitar la vida”: Las Parcas o hilanderas, en la mitología, eran las encargadas de hilar, medir y cortar el hilo de la vida humana.

El Centro Virtual Cervantes incluye ‘Siempre quiebra la soga por lo más delgado’, equivalente a ‘el hilo se corta por lo más delgado’, para dar a entender que, en una situación difícil, es el débil y desvalido el que lleva las de perder.

Cuando un líquido corre con lentitud, sin interrupción alguna, se dice que lo hace ‘hilo a hilo’: Veíamos cómo el agua, por la rotura denunciada, corría hilo a hilo. Y, por otra parte, ‘quebrar el hilo’ es interrumpir o suspender la prosecución de algo: Por los últimos acontecimientos, vimos cómo se quebró el hilo de las construcciones emprendidas. Esta locución expresa la idea contraria a ‘llevar (alguien o algo) hilo’ ya que implica seguir haciendo algo por mucho tiempo sin interrupción: Les llevamos tranquilidad pues era nuestra intención llevar hilo a la empresa iniciada.

Escuchamos decir que ‘no se le toca a una persona en un hilo de la ropa’ cuando deseamos significar que no se ejecuta nada que pueda ser en su ofensa o perjuicio.

Fuera de estas locuciones, algunas conocidas, otras no, hay que ver algunas connotaciones de ‘hilo’: puede ser el chorro muy delgado y sutil de un líquido, como en Desde esta mañana, solamente sale un hilo de agua de las canillas. También, en un discurso, señala la evolución del pensamiento: Discurre tan rápido que resulta difícil seguir el hilo de su discurso. Además, como una acepción reciente, en foros e internet o redes sociales, un ‘hilo’ es la cadena de mensajes publicados sobre un mismo asunto; equivale a “serie”.

Nos preguntamos por qué escribimos ‘hilo’ e ‘hilar’, con “h” inicial, mientras que ‘ilación’ no lleva “h”: aquí vemos la importancia de conocer la etimología de los vocablos. Tanto ‘hilo’ como ‘hilar’ provienen, respectivamente, de los términos latinos “filum” y “filare”; sabemos cómo aquella “f” original se hizo “h” al evolucionar al español. En cambio, ‘ilación’ deriva de “illatio”, que es la acción y efecto de inferir una cosa de otra.

El otro término vinculado a ‘hilo’ es ‘hilacha’ o ‘hilacho’. Este término puede referirse a una hebra, pero también puede nombrar una porción insignificante de algo y un resto o vestigio. Con el término, se forma la locución ‘mostrar/descubrir la hilacha’, que en forma coloquial significa que alguien deja ver sus verdaderas intenciones o defectos: Lo creíamos inocente, pero no se demoró en mostrar la hilacha y, con desilusión, conocimos su verdadera personalidad.

Completaban el título de esta nota dos sustantivos, muy usados por los hablantes jóvenes y, desde lo significativo, relacionados entre sí: ‘onda’ y ‘vibra’. Coloquialmente, encontramos las locuciones ‘tener buena onda’, equivalente a “tener actitud positiva”, y ‘tener onda con alguien’ que, en nuestro país y dicho de dos personas, significa “sentir simpatía mutua”: Siempre tiene buena onda conmigo. En cuanto a ‘vibra’, acortamiento del vocablo ‘vibración’, se define en varios países de América (Argentina, Chile y Perú), como un sentimiento instintivo que percibe una persona, al parecer emanado de otra, de un lugar o de un objeto: Al entrar, me di cuenta de la vibra que reinaba allí. El Diccionario de americanismos registra la locución ‘buena vibra’ y la explica, si se refiere a persona, como “simpática, agradable y buena gente”.

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