La noche del domingo 12 de noviembre quedará marcada como la última de Taylor Swift con The Eras Tour en Argentina. Si bien estaba previsto el final de su paso por el país para el sábado 11, las inclemencias climáticas y una lluvia incesante de más de ocho horas del viernes 10 provocaron la reprogramación del show que cautivó a más de 70.000 personas por fecha en el Estadio Mâs Monumental.
Esta vez sin lluvia, la artista más escuchada del mundo en Spotify se subió puntual al escenario cerca de las 20.45, luego de que los teloneros Louta y Sabrina Carpenter animaran a las “swifties reprogamadas” que no dudaron en cambiar planes para poder estar en la noche en la que la oriunda de Pensilvania prometió nunca más dejar a Argentina fuera de sus giras mundiales. Es que estas tres noches (9, 11 y 12 de noviembre) se convirtieron en la primera vez que visitó Buenos Aires en sus 17 años de carrera.
Así, con la expectativa del estadio más grande de Sudamérica puesta en su persona, la rubia abrió con la era “Lover” y logró un coro perfecto de los fanáticos en cada una de las canciones que incluyó en su setlist. Cambio de vestuario de por medio y con coreografías que demostraban toda su presencia escénica y justificaban el por qué de su éxito, siguieron “Fearless” y “Evermore”.
A eso siguió uno de los momentos más esperados de la noche, “Reputation”. Y la explicación es que el 10 de noviembre, la fecha original de ese concierto, se cumplían seis años del lanzamiento del álbum y los fanáticos esperaban el anuncio de la regrabación, como ya ha pasado con otros de sus discos. Pese a que no sucedió tal cosa, esta era se convirtió en una de las favoritas del público que vibraron al ritmo “… Ready for it”, “Delicate”, “Don’t blame me” y “Look what you made me do”.
El espectáculo no se detuvo y siguió con la era de “Speak Now”, la antesala de “Red”, donde se dio uno de los momentos más icónicos de su concierto, cuando Taylor eligió a un fanático (esa noche una niña) a quien le obsequió el sombrero que utilizó durante “22″, y ella le dio a cambio un “friendship bracelet”.
Ya en el tramo final de las tres horas que TS pasó en el escenario de River llegó el turno de la era de “Folklore”. Su más reciente Taylor’s Version llegó con “1989″ y luego tuvo lugar el momento de las canciones sorpresas: “Better than Revange” y una de sus últimos sencillos, “Slut!”.
El final de su show lo reservó para su más reciente era, “Midnights”, con toque especial de la renovada versión de “Karma”, con un verso dedicada a su nuevo novio, el jugador de fútbol americano Travis Kelce.
El fenómeno swiftie
Para entender el fenómeno de Taylor Swift podemos repasar algunos ejemplos puntuales que dan cuenta del fanatismo que genera. En primer lugar podemos mencionar la movilización de personas dentro del país y Sudamérica a Buenos Aires que generó en estas tres fechas. Por caso, partiendo desde Mendoza, el aeropuerto se había convertido en una reunión swiftie, con decenas de personas de la provincia y de Chile abordando los distintos vuelos -todos con una capacidad de ocupación total- qué salieron durante el miércoles, jueves y viernes. Asimismo, en las filas para ingresar al concierto era común encontrar acentos chilenos, peruanos, colombianos, venezolanos y de otros puntos de la región, como así de todas las provincias argentinas, que viajaron exclusivamente para ver a la rubia.
Es que en Buenos Aires, en fechas calientes donde la política parece ser el eje transversal de la vida de los argentinos, todo pasó a un segundo plano y las palabras “Taylor Swift”, “swifties” y “conciertos” eran las más escuchadas en cada esquina porteña. Al caminar por cualquier rincón de la ciudad, al viajar en subte, tren o colectivo, en las tiendas, o donde sea que se mirara, este fin de semana se pudo encontrar una remera alusiva al show, una chica o un chico usando sus “friendship bracelets” o alguna canción de la “Mastermind” sonando de fondo.
Y todo queda mucho más palpable con lo sucedido el 10 de noviembre. Pese al pronóstico de temporal que se había anunciado para Buenos Aires, cientos de personas comenzaron a ocupar desde la madrugada sus lugares en la filas de ingreso -más allá de aquellas que llevaban más de cuatro meses acampando en el ingreso al estadio- para conseguir un buen lugar. Incluso, pasado el mediodía, cuando comenzó a llover incesantemente, las y los swifties permanecían en sus lugares cubiertos por capas de lluvias y paraguas que, oportunamente, vendedores ambulantes comenzaron a vender para proteger los outfits que habían preparado para la ocasión.
Incluso, pasadas las 16 cuando se anunció la reprogramación del show, muchos lo vivieron con optimismo como la oportunidad de poder hacer más pulseritas para intercambiar o para mejorar su atuendo, en el mejor de los casos. Otros, sobre todo los que viajaban fuera de Buenos Aires, iniciaron las operaciones para extender el alojamiento y combinar las fechas de regreso a sus ciudades de origen.
Ya el domingo, con un sol radiante que quitaba los temores de repetir lo del viernes, la preparación y compromiso con el show por parte de los fanáticos quedaba mucho expuesta. No solo se podían ver las típicas remeras alusivas a la artista o al tour, era incontable la cantidad personas que habían dedicado tiempo y dinero para ambientar su look a su era favorita, ya sea con los colores, los accesorios, el makeup y también con prendas, en muchos casos hechas por ellos mismos a mano.
Aunque podríamos seguir enumerando detalles que convierten a los fanáticos de Taylor Swift en un fenómeno único, el último detalle para marcar es el de los “friendship bracelets”, las pulseras de la amistad que llevan el nombre de todas sus canciones y que la misma cantante pidió que hicieran en “You’re on your own, kid”. En un gesto de camaradería total era común ver a los swifties con las muñecas llenas de los brazaletes cambiando con completos extraños una pulsera por otra, o incluso regalando a aquellos que no habían podido hacer las suyas, o incluso forjando amistades surgidas de las largas horas de espera que seguro será otro recuerdo que quedará de la experiencia swiftie.