El escritor Dionisio Salas Astorga presenta cuatro libros editados este año

Este viernes, en la librería García Santos, el autor mostrará Estamos bien los 7.800 millones. Qué tiene, Violencia de género, Como perder citas en Thinder u otras apps desesperadas y El mundo es una pintura de Francis Bacon. Todos, editados durante 2024.

El escritor Dionisio Salas Astorga presenta cuatro libros editados este año
El autor residente en Mendoza presenta cuatro libros editados en 2024.

El próximo viernes 29 de noviembre, a las 20, en la librería García Santos de Mendoza, tendrá lugar un hecho cultural en cierto modo inédito: la presentación de cuatro libros de un mismo autor, todos editados en 2024, lo cual ya es de por sí un hecho de interés, que se acrecienta por la originalidad del material y su calidad estética.

El escritor, Dionisio Salas Astorga, tiene una destacada trayectoria en las letras locales: poeta por sobre todo, y profesor de literatura, nacido en Viña del Mar (Chile), en 1965, pero residente en Mendoza desde hace muchos años, ha publicado los siguientes poemarios: Sentimiento (Valparaíso, 1982); Sábanas sin flores (2003, Libros de Piedra Infinita); Como en las películas (2013); Últimas oraciones (2013); Crónicas cínicas (2014); Para salir a matar (2015); Vida de santos y santas non sancta (2016, Libros de Piedra Infinita); Experiencia de la fatalidad (antología poética, 2017); Las otras caras del puerto (Ed. Alba, Valparaíso, 2018); O cara não entende (antología poética en portugués, 2020) y, luego de un relativo silencio, los tres libros de poemas editados por Luna Roja: Estamos bien los 7.800 millones; Qué tiene; Violencia de género y Como perder citas en Thinder u otras apps desesperadas, más los ensayos breves reunidos bajo el título de El mundo es una pintura de Francis Bacon.

Como prosista Salas Astorga ya había publicado también la novela infantil Aventuras de Cepillo el león, editada por la Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras en 2007, obra que fue llevada al teatro y representada en Ecuador con el auspicio del gobierno de ese país. Poemas, ensayos y otros textos suyos han aparecido en antologías y publicaciones periódicas argentinas y extranjeras.

A propósito de los libros poéticos que se presentarán próximamente, se puede destacar una vez más la profunda trabazón interna que ostenta toda la obra de este poeta, que nos habilita a leerla como un todo: un sistema coherente con constantes y variables, que van intensificando y matizando una misma visión de la vida y de la vida y de la poesía.

Como prueba de ello, en primer lugar, advertimos ya en esas señales poemáticas que nos suministran los títulos, una no menos obvia intención iconoclasta, rebelde, provocativa. Esta actitud podría, en pocas líneas, definirse como la contradicción de lo esperable, la negación de la habitualidad, en cuanto a procedimiento, y en cuanto al significado, la demitificación de toda felicidad posible, en una gradación en cierto modo aterradora. Salvo, claro está, la felicidad (siquiera precaria) que suministra la palabra poética.

Prevalece entonces en todos los libros una visión desesperanzada de la condición humana y una visión no menos pesimista, aunque paradojal (contraste entre lo que se ambiciona y lo que se logra), del amor, al que los nuevos poemarios suman un condimento particular al aludir claramente a la contemporaneidad de un mundo mediatizado por lo digital, en lo que todo vínculo humano se vuelve “líquido”, inasible, por no decir imposible.

Se profundiza así esa suerte de mueca entre risueña y amarga que caracteriza a la poesía de Salas Astorga, despojada en su forma pero pletórica de contenido, porque una de sus principales figuras constructivas es la alusión que permite vincular cada texto con múltiples contenidos paratextuales (alusiones a íconos del mundo contemporáneo, a universos poéticos ajenos, letras de canciones, intertextos cinematográficos, o lugares comunes de la retórica comunicacional actual, cuando no los otros poemarios del propio autor) con lo que el sentido expresado en los versos se expande a dimensiones insospechadas.

Finalmente, el juego temporal se hace visible como otro de los ejes temáticos fuertes de la poesía de Salas Astorga. Ante todo, nos encontramos con la precariedad del instante, porque la temporalidad se vive como condena, condena en la que cobra particular sentido el mito del eterno retorno de un presente ilusorio; recurrencia casi obsesiva del tiempo pasado, dimensión de una vivencia ya clausurada entre las paredes de lo que no fue / será o recursividad de la experiencia ya fracasada una y muchas veces.

Como variables dentro de este compacto sistema poético en lo temático y en lo expresivo, podemos señalar la diversidad de actitudes que el asume el hablante lírico en los distintos poemarios: a veces mero “presentador”, descriptor o narrador, lo que da lugar a un predominio (aunque no frecuente) de la función enunciativa. Igualmente puede darse la presencia de formas que disminuyen la presencia abierta, directa del yo y que crean una aparente distancia psíquica, permitiendo así un análisis interior más lúcido, en ese desdoblamiento del hablante lírico que dialoga al interior del texto con distintos alocutarios, determinados o indeterminados. Lo más frecuente, empero, es que el yo se convierta en “autor y voz —personal y única— del enunciado poemático” y entonces el poema adquiere la forma de confesión, lamento, etc., con predominio excluyente de la función expresiva, como ocurre en la gran cantidad de poemas de los diversos libros que desgranan la temática amorosa en sus varias modulaciones.

En cuanto al libro de ensayos breves, en cada uno de ellos se afirma la actitud general de descreimiento, que se erige en talante vital del ensayista. En ese tono se van desgranando las temáticas abordadas, en consonancia con lo que ya se ha señalado a propósito de su poesía. Así, no vacila en prodigar agudas definiciones; por ejemplo, la justicia es “una utopía afiebrada de sediciosos que pensaron una comunidad donde los culpables tuvieran castigo” (p. 10) y el amor, por su parte, es “sustancia estéril de canciones malas y justificación de concursos literarios municipales”.

La única certeza que se mantiene en pie es la creencia en un futuro distópico y amenazante, en el que “los pobres seguirán multiplicándose sin pan” y “los ricos multiplicarán chimeneas, auspiciarán acuerdos verdes en el territorio de otros” (p. 15) y la privacidad de cada quien es constantemente acechada por los medios de comunicación que, como el lobo de Los tres cerditos, “quiere echar abajo nuestra casita interior […] Tu adentro irrepetible, personal, único” (p. 19).

Libro riquísimo en alusiones, que despliegan la enciclopedia del autor en múltiples direcciones: arte, historia, literatura, filosofía, expresando un pensamiento original: la convicción descarnada, antiutópica, de que el mundo contemporáneo es, cada vez más, “una pintura de Francis Bacon”.

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