Mi comentario no puede partir más que desde la experiencia, acotada, de la llamada “edición independiente”. Y aun así, con las particularidades técnicas de mis ediciones —mi sello es El Amante Universal—, de las que en 25 años han visto la luz sólo 27 títulos.
En casi la mitad de ellos su financiamiento, parcial, se debió a la generosa y debida participación de Diego Gareca, así como de Héctor Rosas, Alejandro Frias y la gente de Cultura en Godoy Cruz y la Provincia.
Me consta que, lamentablemente, en muchos otros casos —y no solo en el mundo de la edición— esto no es así, no ha podido ser así; por razones diversas que acaso no es este el lugar para analizar. Yo mismo enfrento en este momento grandes dificultades para lograr aquellos financiamientos para mis próximos proyectos. No es por una fantasmal “caída en desgracia” o por mezquindad de los que participaron en otras propuestas editoriales mías, sino por las evidentes y crueles restricciones monetarias que emanan del gobierno central desde hace un año.
No es un secreto para nadie que el gobierno de Javier Milei se propone hacernos retroceder al siglo XIX, pauperizar al extremo a las clases mayoritarias y liquidar el patrimonio del país, del que la cultura también es parte.
Dicho esto, que considero el punto neurálgico del problema, creo que, de haber medios materiales, sería de gran importancia editar la variada comunidad de talentos artísticos mendocinos. La provincia de Mendoza (no solo el ámbito de la Capital y los departamentos cercanos) es una extraña paradoja, pues detrás de su real conservadurismo alberga un verdadero universo sensible, muy creativo, en las más variadas disciplinas del arte. Una mirada atenta a su historia confirmaría con creces esta particularidad.
Pero la localización de estas personas o grupos de hacedores debe estar a cargo —y esto es central— de equipos idóneos, formados, con experiencia no solo académica, teórica, conceptual, etc., sino también técnica (diseños apropiados, conocimiento de los materiales, técnicas de impresión y encuadernación, etc.) en las formas de edición, que permitan optimizar los recursos con los que se cuentan.
También debe haber apertura mental. Esto es una mentalidad no contaminada por las paupérrimas modas artísticas que hoy dominan la escena y el llamado “mercado”.
En forma paralela y siempre en el terreno de lo deseado (incluso de lo ideal, sobre todo en esta coyuntura política) se debe explorar de manera sistemática e imaginativa, las eventuales fuentes de financiamiento privado. Mendoza no es una provincia pobre, el dinero privado, susceptible de participar en el financiamiento de la cultura, existe. Encontrarlo, lograr hacerlo entrar en el engranaje de las realizaciones concretas, requiere de decisiones políticas, de un plan realista y meditado, y de una convicción y disciplina sin falla en su consecución.